Todos contra el agravio
No debe haber dudas de que Luis Dávila Colón es el peor. Pero no es el único.
Y no se trata solamente de otros comentaristas radiales, de esos que proliferan en sustitución de los periodistas de verdad que no crean “rating”. También en las redes, como escribió con tanto tino en esta sección mi colega Mayra Montero, víctima frecuente de epítetos y amenazas.
Ella no mencionó nombres ni yo lo voy a hacer porque sería pagarles el hostigamiento con la misma moneda. Pero ellos saben quiénes son.
Parece que el agravio a la dignidad de la alcaldesa de San Juan por parte de Dávila Colón ha recibido el repudio casi unánime del país, sin distinción de ideologías. Casi, porque también han aparecido por ahí fanáticos que le aplauden y cuya opinión, tal vez, influyó en el tipo de castigo que le dio su patrono radial a Dávila Colón: una suspensión breve.
La cuestión es que él regresará al aire la semana que viene. Y, a menos que hagamos todos un gran esfuerzo colectivo, tendrá más “rating” por la curiosidad de conocer qué dice sobre lo que ha pasado.
Hay muchas formas de protestar contra lo que nos afecta. Se habla de presionar a sus anunciantes, de boicotear su programa y hasta a la emisora, e incluso de querellarse en su contra.
El año pasado, en un asunto de mucha más enjundia, cientos de miles de ciudadanos consiguieron unidos la renuncia de Ricardo Rosselló a la gobernación. Y eso fue una gran victoria ante un problema mayúsculo.
Ya sabe la ciudadanía lo que es capaz de conseguir cuando se une. El manual de instrucciones se escribió en el verano del 19.