Los apagones en Puerto Rico se han convertido en el pan nuestro de cada día. Miles de ciudadanos se quedan sin luz durante horas, a cualquier hora, sin explicaciones que convenzan y sin que parezca que al gobierno le importa.

Los apagones —programados, selectivos, imprevistos, o como sea— no llegaron con Luma, es cierto. Pero al país se le hizo creer que Luma era la solución a un problema que nos acompaña desde hace años, pero que se agravó tras el paso del huracán María, en septiembre de 2017.

Llevamos cuatro años padeciendo un problema que requiere soluciones urgentes que el gobierno, ni este, ni el anterior, ni aparentemente ninguno, está dispuesto a resolver de manera lógica.

Si a Luma se le desembolsaron mil millones de dólares al hacerse cargo de la transmisión y distribución de energía eléctrica en Puerto Rico y resulta que cada día la situación se agrava, habría que preguntarse porqué. Si le pago $100 a un plomero para que repare una gotera en mi casa y la pluma sigue goteando, lo lógico es que le reclame al plomero y le exija que cumpla con su trabajo.

Pero no. Al gobierno no parece importarle mucho el incumplimiento de Luma. Al contrario, defiende su mal desempeño.

También habría que preguntarse porqué no se utilizaron los mil millones para reparar la infraestructura de la Autoridad de Energía Eléctrica, las centrales, el segmento primordial de la generación. Hemos sabido desde hace años que el problema principal del mal servicio de la AEE radicaba en las centrales, las plantas viejas, obsoletas. Eso no ha cambiado.

Seguramente que mil millones no darían para hacer lo que hay que hacer. Se va a necesitar más dinero. Y, ¿cuál es el plan?

El remozamiento de la infraestructura no es responsabilidad de Luma porque la generación sigue estando en el lado de la AEE. Pero si el gobierno se ocupa finalmente de ello, ¿va a ser Luma el beneficiario de la inversión pública?

La AEE fue durante décadas la joya de la corona del gobierno de Puerto Rico. Pero administración tras administración, roja o azul, la exprimieron, le sacaron el jugo y entonces privatizaron el negocio vendiéndole al pueblo la idea de que la empresa privada lo haría mejor.

Poco tiempo hemos necesitado para comprobar la falsedad de tal propaganda. Los apagones diarios proporcionan la evidencia necesaria para que el gobierno agarre el toro por los cuernos y cumpla con su responsabilidad primaria de atender el problema sin más excusas.

Ese tiene que ser el plan: Luma o el país. No hay de otra.