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Insensibles

Hay quien dice por ahí que el gobierno actual de Puerto Rico es un gobierno de sordos, de funcionarios que no oyen al pueblo.

No es cierto. Oyen, pero no escuchan. Y eso no es sordera, sino insensibilidad.

El sordo más famoso de la historia seguramente es Beethoven. ¿Y alguien se atrevería a decir que el gran compositor era insensible? Todo lo contrario, su sordera incrementó su sensibilidad.

No caigamos en el error de pensar que el gobernador Pedro Pierluisi y sus funcionarios no nos oyen cuando protestamos por el mal servicio de Luma, que nos deja a oscuras un día sí y otro también.

Nos oyen. Simplemente no nos escuchan. La sordera es un asunto médico, pero la insensibilidad, al menos en nuestro caso, es un problema político.

El trato de privilegio dado a Wayne Stensby, el muy bien remunerado presidente de Luma, es el mejor ejemplo de la insensibilidad que domina a nuestro gobierno y le impide escuchar al pueblo.

El señor Stensby incumplió una orden judicial. Un juez ordenó su arresto, pero el ejecutivo lo eludió hasta conseguir que sus abogados convencieran al juez de dejar la orden en suspenso mientras su cliente cumplía con la entrega a la Cámara de evidencia de los salarios de la cúpula de Luma. ¡Y los puso a negociar!

Insólito. Atrévase un periodista emplazado por un tribunal a decirle al juez que lo deje en libertad mientras decide si revela el nombre de una fuente o entrega sus notas sobre una investigación periodística.

No es igual en cuanto a principios, por supuesto, porque el periodista actúa en defensa de los intereses de la gente y en el caso de Luma, el interés es de lucro. Pero no es usual que un juez haga distinciones a la hora de cumplir sus órdenes.

El caso es que el gobernador y sus funcionarios han permanecido impávidos ante el drama judicial que afecta a los ciudadanos a los que se supone representen. Peor aún, se colocan al lado del demandado y en contra de los intereses del pueblo.

Hay más instancias de insensibilidad gubernamental, claro está. La Universidad de Puerto Rico, por ejemplo, a la que muchos quieren destruir para impedir el crecimiento intelectual y profesional de los jóvenes.

El estado de las carreteras, los servicios de salud, las escuelas, la seguridad pública, también son problemas que el gobierno no atiende como debe ser.

El otro día, el alcalde de San Juan, Miguel Romero, anunciaba como la gran cosa la asignación de cuarenta y tantos millones de dólares para tapar los hoyos en las carreteras de la capital. Como si fuera un favor que le hace a la gente y no una obligación de su cargo.

Es que no son sordos, como piensan muchos. Oyen, pero no escuchan. Y eso, hay que decirlo una y otra vez, es porque son insensibles.

Que no es lo mismo.

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