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Hermano Sol, hermana Luma

En los Evangelios, igual que en las vidas de los santos, la paciencia y el amor fraternal figuran como grandes virtudes que los mortales debemos imitar.

Por ejemplo, Jesús, en su prédica, decía que debíamos perdonar “setenta veces siete” a quien nos ofende. Y San Francisco de Asís llamaba hermanos a los astros y a los animales, aparte —por supuesto— de sus congéneres humanos.

No hay que poner en duda que el jefe de las Alianzas Público-Privadas, Fermín Fontanés, practica estas virtudes. De otra manera, ¿cómo se explicarían esa paciencia y ese cariño que desborda hacia Luma?

Decía don Fermín en una entrevista en la radio que no hay razón para cancelar el contrato de la privatizadora eléctrica hasta que se demuestre a la saciedad que ha incumplido las métricas que le impone el Negociado de Energía.

Los continuos apagones, el mal servicio y los altos precios no son causa suficiente de cancelación, según don Fermín, porque hay que investigar las razones de Luma antes de castigarla y ver si puede justificarse.

Ah, y si finalmente se le castiga, será con alguna que otra multa, pero no con la cancelación del contrato, de acuerdo con el funcionario. Porque para cancelar, deduzco, primero habrá que perdonar setenta veces siete a la hermana Luma.

Imaginamos que el señor Fontanés aplicará las mismas enseñanzas cristianas a la administración de su jefe político, el gobernador Pedro Pierluisi. De hecho, usó en la entrevista el mismo término que Pierluisi para describir su sentir sobre el servicio de Luma: insatisfacción. Poca cosa para tanto agravio.

Llevamos muchos años sufriendo, primero a causa de la Autoridad de Energía Eléctrica, que por la politiquería y la corrupción pasó de ser la joya de la corona a la chatarra del gobierno, y ahora por culpa de Luma.

Tanto es así que hasta la comisionada residente Jenniffer González interrumpió brevemente su luna de miel para reclamarle públicamente al gobernador la cancelación del contrato de Luma. Y González conoce a fondo la historia porque la politiquería no le es ajena, ni antes ni ahora, pues ella misma fue parte del sistema como empleada de la AEE en sus pinitos en la política.

A juzgar por el pensamiento de don Fermín, Luma debería tener más vidas que un gato. Lástima que cuando se le agoten, aún le quedarán unas cuantas a la politiquería y la corrupción.

A menos que el pueblo les cambie las métricas.

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