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Carta al jefe

Con el envío de su carta de renuncia como juez superior al gobernador Ricardo Rosselló Nevares, el ahora exmagistrado Rafael Ramos Sáenz despeja las dudas que había en torno a cómo alcanzó su efímera presidencia de la Comisión Estatal de Elecciones.

Ramos Sáenz, cuya salida es académica porque sus actuaciones le garantizaban la destitución de su escaño judicial, le escribió a Rosselló Nevares sometiéndole su renuncia al darse cuenta de que seguramente iba a perder su cargo en la magistratura.

Le escribió al gobernador para que le atenuara el castigo porque nunca tuvo dudas de que respondía a una agenda partidista, como ha quedado demostrado con la revelación del “chat” de WhatsApp iniciado en el año electoral de 2016 por la hoy subsecretaria de la Gobernación, Itza García.

El gobernador le aceptó sin dudarlo la dimisión en vez de aguardar las recomendaciones finales de la pesquisa ordenada por la jueza presidenta del Tribunal Supremo, Maite Oronoz. A confesión de parte, relevo de prueba, dicen los abogados.

Al destaparse en enero la existencia del “chat”, el que dejaba constancia de que seguía instrucciones de García y otros miembros de la campaña de Rosselló Nevares para tomar decisiones en su capacidad de presidente de la Junta Local de Moca de la CEE, Ramos Sáenz se vio forzado a dimitir a su recién estrenado cargo de presidente de la CEE. La investigación de la Oficina de Administración de los Tribunales (OAT), la primera de varias pesquisas en llegar a conclusiones, sellaba al inicio de este mes su suerte como juez.

Aún sin terminar la investigación del Departamento de Justicia, que se ha demorado más de lo necesario a pesar de ser tan obvia la responsabilidad de Ramos Sáenz y de varios otros participantes del “chat”, aparentemente al todavía magistrado le anticiparon que no se salvaría y entonces prefirió renunciar antes de ser destituido.

Cuando el gobernador anunció en enero el nombramiento de Ramos Sáenz para presidir la CEE, se planteó que correspondía a los comisionados electorales, no a Rosselló Nevares, hacer la designación del presidente, siguiendo el procedimiento que establece la Ley Electoral. Solo si no hay consenso entre los comisionados es que actúa el gobernador y ello conlleva que el nombramiento debe recibir la confirmación de ambas cámaras legislativas.

En un intento por reparar lo irreparable, se informó entonces que los comisionados electorales habían dado su aval –nunca quedó claro si antes o después del anuncio del gobernador—y la comisionada penepé, Norma Burgos, dijo que había sido “una deferencia” permitir que Rosselló Nevares diera a conocer el nombramiento.

En esa discusión estábamos cuando explotó el escándalo del “chat”, cuya existencia fue revelada por el senador popular Aníbal José Torres, que posteriormente reconoció que había sido un penepé quien le había pasado la información.

La carta de renuncia como juez sometida con prisa al gobernador, y la respuesta “fast-track” del primer ejecutivo, resuelven el dilema: al correligionario Ramos Sáenz lo nombró a la CEE Rosselló Nevares, probablemente por recomendación de prominentes integrantes del grupo de WhatsApp.

Cuánto más conocía Rosselló Nevares del “chat” electoral sigue siendo un misterio que la OAT no abordó y el Departamento de Justicia no aclarará. Otras investigaciones, la del Senado que está paralizada en espera de Justicia, y la de la CEE, que ha llegado a los tribunales en vista de la renuencia de varios funcionarios a comparecer a declarar, podrían arrojar alguna luz, pero no hay que apostar un centavo a que lo hagan.

Mientras tanto, los comisionados electorales que avalaron, antes o después, la selección de Ramos Sáenz, tienen en sus manos la papa caliente de escoger a quien vaya a suceder a Ramos Sáenz al mando de la CEE.

A ver si les sale bien esta vez.

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