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Más allá del diploma

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Empecé pero me quité… ¿Y ahora qué?

A todos nos pasa. Sabemos exactamente cuál es la meta que queremos alcanzar. Tenemos la actitud correcta, entendemos perfectamente lo que tenemos que cambiar para entonces implementar.

Entonces comenzamos y nos sentimos orgullosos. ¡Queremos compartirle al mundo lo que estamos logrando!

Poco a poco vamos creando ese ritmo requerido para transformarnos.

Pero de repente, nos interrumpe un viaje, llega la visita inesperada de un amigo(a), contraemos un virus o sufrimos una lesión. Tal vez es nuestra antigua pereza reapareciendo para mantenernos cómodos.

En un abrir y cerrar de ojos la perdimos: la rutina. Perdimos el ritmo que habíamos comenzado. Pasan unos días y el poco progreso que logramos cada vez parece un recuerdo lejano.

A la hora de intentar de comenzar pensamos… ¿Pa’ qué? ¡Si ya lo intenté y me quité!

El problema primordial con este caso es que estás asumiendo que vas a ser exitoso desde tus primeros intentos.

¿Por qué nos castigamos cuando no logramos algo inmediatamente?

En su libro “Smarter Faster Better”, el autor Charles Duhigg relata que la mayoría de las personas se quitan cuando fracasan porque acostumbran a evaluar la vida con resultados binarios. ¿Te casaste? Ganaste. ¿Te divorciaste? Perdiste. Sin embargo, nunca consideramos que hay un sinnúmero de variables y posibles resultados que igual pudieron haber resultado en un experiencia similarmente positiva o negativa.

Para esto se recomienda no ver cada acción o inacción como un resultado absoluto.

Este año cuando lancé este blog encontré que a pesar de que la escritura es una tarea que me apasiona, no he podido producir contenido con la frecuencia que visualizaba. Ahora, si me enfoco en esto, me puedo desanimar y optar por soltar esta tarea para no sentir más incomodidad y frustración. O puedo apreciar lo que he podido completar, y seguir experimentando hasta encontrar el ritmo que quiero.

Progreso es progreso, por más lento que sea. Es mejor que ninguno y que nunca empezar.

Así que, si alguna vez tomaste una decisión determinada de realizar algo con ímpetu, pero no has podido obtener el resultado deseado, aquí te comparto 5 maneras para regresar a la batalla.

  1. Contesta tu ¿por qué? ¿Por qué quería lograr esto? ¿Cuál es el propósito? ¿Esto es un logro que YO quiero o es una meta para complacer a mis amigos, padres, compañeros etc.? Estas preguntas te ayudaran a definir tu compromiso. Recuerda que antes de comenzar, tu por qué debe ser altamente valorado por ti.
  2. Repasar tu lista: En el libro “Think and Grow Rich” el autor Napoleon Hill expandió sobre la práctica de leer tus metas, todos los días antes de dormir. Esto ayuda a pasar tus deseos subconscientes a pensamientos en tu estado consiente. Este ejercicio, de visualizar no solo tus metas, sino el momento en que las alcanzas, tiene un efecto de transmutar tus ideas del subconsciente a la realidad por medio de la acción consciente.
  3. Agradece tus logros: Oye si comenzaste a comer mejor y te fuiste de viaje, y te hartaste como cerdito o te bebiste el Orinoco, tranquilo(a)… No puedes auto flagelarte mentalmente por tres semanas. Celebra el hecho que tomaste ese primer paso a recalibrar tu vida para acomodar tu versión mejorada. Lo mejor que tenemos es un día tras de otro, si lo sabemos aprovechar.
  4. Experimenta con tu rutina: “Se intransigente con tus decisiones, pero flexible en la implementación”. Así lo dice el distinguido Tony Robbins. Es importante recalcar que no hay una forma perfecta de implementar rutinas. No somos robots que podemos ejecutar exactamente la misma tarea a la misma hora a la perfección, pero podemos mejorar nuestras mejores probabilidades de éxito simplemente experimentando conscientemente con nuestros horarios. Anota cuales son los horarios donde produjiste tu mejor desempeño y así lograrás maximizar tu tiempo.
  5. Acepta que fracasar es parte del proceso: En la escuela nos evalúan de forma binaria. El examen lo pasas o lo fracasas. No se practica fracasar para mejorar. El problema con esto es que crecemos con tanto miedo de fracasar que en ocasiones preferimos evadir los retos por completo. Por esto es indispensable tener metas aspiracionales. Metas que suenen tan absurdas que les provoquen risas a las demás personas. Así tus expectativas y estándares suben instantáneamente. No significa que lo vas a lograr mañana, pero de esta forma te acomodas al proceso paulatino de mejorar, que es lo que debemos valorar.

Es fácil quitarse cuando algo no sale de la manera que uno se visualiza. Pero aquí no practicas la perseverancia. Es inevitable tropezarse intentando algo que nos reta, sin embargo, lo que separa aquellas personas que logran sus metas y de nuestro potencial es esa intransigencia, ese “grit”, esas ganas incansables de continuar perseverando para cumplir con tus objetivos a pesar de las resistencias que encuentres en el camino.

Así que no te quites. Recuerda que a veces la última llave es la que abre la puerta. Agradece lo que has hecho y termina lo que te propusiste.

Sobre el autor:

Soy CPA, Escritor, Conferenciante y Pasado Presidente del Capítulo Profesional de ALPFA Puerto Rico. Como eterno optimista, mi meta es compartir historias, que logren inspirar, motivar y ayudar a mi generación puertorriqueña para que juntos podamos contribuir activamente al renacimiento de nuestra isla.

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