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Cuatro cosas que descubrí viajando por el mundo

DSC_0114Hoy empieza un nuevo ciclo en mi etapa de comunicadora. Este blog “Maleta en mano” se inicia con mucho entusiasmo, con la idea de compartir con ustedes vivencias, cuentos para recordar y hasta uno que otro, que quisiera olvidar. Como todo blog, la meta es interactuar con ustedes, recibir sus comentarios, recomendaciones y contestar preguntas, así que de hoy en adelante este es otro foro que tienes a tu disposición, lector viajero.

Para empezar escogí este resumen de cosas que he descubierto a través de mis viajes, y que por diversas razones me han dejado lecciones, derrumbado mitos y han hecho que disfrute mejor mis recorridos por el mundo. ¿Qué he aprendido en todo este tiempo?

1-Que todos los aeropuertos son difíciles, con o sin “TSA”. Sí, ya se, que algunos se pelean por coronarse como el peor, y otros tienen desde spas hasta hoteles y restaurantes gourmet, pero ¡qué estresantes y agotadores resultan! Por aquí nada más se habla de los empleados de la Agencia de Seguridad en el Transporte (TSA por sus siglas en inglés) y de historias reales de personas que se sienten humilladas por la intensa revisión a que son sometidos, pero créeme, las caras de pocos amigos y revisiones intensas en los aeropuertos, abundan por todo el mundo. ¡Oh La La, Francia, cómo olvidarte!

2-Que la clase turista de los aviones es cada vez más incómoda. ¡Y ahí viajamos la mayoría! Ese es un tema que me apasiona y que prometo retomar, pero por lo pronto si hay alguien que está en desacuerdo conmigo, que me lo diga. Como decía mi amiga Carmín, “es como si las aerolíneas nos hicieran un favor”. Pensar que los boletos aéreos están cada vez más costosos y que hay menos espacio entre asiento y asiento, incluyendo en aviones para viajes de 10 horas, es una pesadilla, pero si te gusta viajar, pronto te traeré tips para hacer del limón una limonada en la tristemente famosa clase turista.

3-Que en todos sitios hay personas amables y otras, no tanto. Si una lección grande nos brinda el viajar, es precisamente que abrimos los ojos a la diversidad, y que nos hace respetar las diferencias, pero sobre todo nos enseña a no generalizar. Esto es una lección que debemos aprender en casa, pero por si acaso no la hemos internalizado, viajando lo haremos. Un alma piadosa que nos ayuda cuando nos perdemos o nos enfermamos en un destino desconocido, una sonrisa… eso hace un recuerdo imborrable, como también cuando alguien nos trata mal, como cuando un hombre griego me mandó a callar, porque las mujeres no pueden hablar según él, cuando los hombres hablan. ¿Machistas los griegos? Conozco muchos más de este lado del mundo.

4-Que los atardeceres hermosos lo encuentras donde menos lo esperas. He tenido la suerte de ver estos espectáculos de la naturaleza en Santorini y Mykonos, dos islas griegas reconocidas por sus bellísimas puestas de sol; también en Hvar, en Croacia. Pero tengo que confesar que Miami, Florida, me sorprendió porque nunca sale en la lista de los más bellos, aunque en la mía, ya lo incluí. ¡Y que no se te olvide! Los de Rincón y Cabo Rojo, los tienes aquí y son también de los más bellos del mundo. Si no te has detenido a mirarlos, regálate la oportunidad de verlos, porque si alguna vez te toca mudarte de la Isla, será de las cosas que más extrañarás.

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