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An Inconvenient Truth: Para redistribuir, primero hay que producir

La semana pasada un grupo de estudiantes universitarios presentó varias propuestas para evitar recortes al presupuesto de la UPR. Los aplaudo. Muestran iniciativa y compromiso con el proyecto más importante del país, la Universidad y la educación.

Sin embargo, tengo que señalar varias cosas sobre una de las propuestas: proponen la eliminación de la Ley 20 Para Fomentar la Exportación de Servicios, porque según ellos “brinda exenciones contributivas a los inversionistas extranjeros”, y porque es “injusto que se le esté dando beneficios a extranjeros millonarios mientras los puertorriqueños sufren”, “a cambio de empleos de salario mínimo y sin beneficios”.[1]

No estoy de acuerdo con esa propuesta. Estamos en un boquete. La única manera en que Puerto Rico va a salir de este boquete es creando nuevas riquezas, creando dinero nuevo que no existía o que no estaba circulando antes en la economía. Yo creo en una sociedad justa, en una sociedad en la que todos tengamos oportunidad igual para prosperar en esta vida. Creo en una sociedad que incluso pueda redistribuir recursos a los pobres y a la clase media para que esas oportunidades sean reales, y puedan ser igualitarias. Ahora, hay un detalle: para redistribuir riquezas, se necesitan riquezas. No las tenemos.  Así que necesitamos una estrategia y unos programas que nos lleven a crear esas riquezas en el país. Nosotros no tenemos petróleo. No tenemos un potencial para agricultura tradicional masiva. Aún dependemos de la manufactura tradicional, que se va haciendo cada día más obsoleta.

Si uno parte de esa premisa, si uno acepta que ni la agricultura ni la manufactura tradicional nos va a sacar de esto, pues entonces, ¿qué nos queda? La exportación de servicios basados en el conocimiento y la propiedad intelectual. Así que, ¿cómo rayos se nos puede ocurrir derogar incentivos dirigidos a crear un ecosistema donde eso sea posible?

No tenemos muchas cosas, pero sí tenemos talentos, capacidades, conocimientos, inventiva y creatividad. Proveemos muchos servicios, con una calidad altísima. Para aprovecharnos de eso, tenemos que alinear todos nuestros esfuerzos, todas nuestras energías, todos los incentivos, el dinero y los recursos que tengamos, hacia crear y exportar esos servicios. Eso es lo que nos va a sacar de este boquete. Necesitamos un ecosistema sólido basado en el conocimiento y la innovación, que a su vez tiene un efecto multiplicador sobre todo lo que está a su alrededor. Según el reconocido economista de la Universidad de Berkeley en California, el Dr. Enrico Moretti, cada empleo directo creado por una empresa de innovación produce hasta cinco empleos indirectos. Eso quiere decir que el impacto de un ecosistema de innovación no es sólo para científicos y empresarios. Es para todos.[2]

La Ley 20 Para Fomentar la Exportación de Servicios ni es para millonarios, ni es para extranjeros, ni beneficia a ninguno de los dos más que a los locales de clase media. Todo lo que implica es que si tu compañía exporta sus servicios (es decir, desde Puerto Rico los vende a clientes que no están en Puerto Rico), le aplicaría un impuesto más bajo.

Sí se puede enmendar, y a todo hay que darle tiempo suficiente para que se pruebe. Hay que ver si en efecto está produciendo lo que se quiere, y si hay cosas que se puedan cambiar para mejorar su rendimiento. Pero eso es muy distinto a eliminarlo para llevar un mensaje aislado, sin ir más allá. Día tras día veo cómo estas compañías innovadoras crean riqueza, crean empleos, atraen inversión a Puerto Rico y nutren al ecosistema local. También veo cómo este tipo de empresa es la que está poniendo a Puerto Rico en el mapa de la economía de la innovación, que a su vez atrae más y mejores empleos, como evidencia esta nota de VentureBeat:

San Juan, Puerto Rico: With a highly-trained workforce and attractive tax structure, Puerto Rico is turning to technology and entrepreneurship to revitalize its economy. Programs like Parallel 18 have helped the island quickly make a name for itself as an emerging tech hub in the region, and it shows no signs of slowing down.

De hecho, de un estudio actualizado al 2016, se concluyó que las Leyes 20 y 22 han generado sobre $165 millones en salarios locales, 10,021 empleos directos e indirectos, sobre $40 millones en contribuciones corporativas y en exceso de $330 millones en inversiones de bienes raíces.[3] 

Una ley no es suficiente para sacarnos del boquete. Y claro, que con ley o sin ley, es DIFÍCIL. Es mucho trabajo. Sin embargo, en lugar de derogar una ley que debe ser PARTE de una estrategia de país, pensemos en cómo lograr que los empresarios del patio lleguen a un punto de desarrollo empresarial en el que se beneficien más de la Ley 20. Debemos estar pensando en cómo ampliar esfuerzos para capacitarlos y exponerlos a ambientes que conduzcan al éxito global en el mundo de los negocios.

 

Notas:

[1] 8 marzo 2017, Entrevista en Fuego Cruzado, Radio Paz 810 AM/Comité negociador estudiantil propone legislación para cubrir recortes

[2] The New Geography of Jobs

[3] Acierto para el fisco las empresas de Ley 20 y 22

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