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Vellón sale del ring

 

Tiene un apellido que, de cierto modo, invita a los chistes mongos: “No cojas el vellón, Vellón”, hubieran podido decirle. O, “cuente con Vellón cuando los huevos se pongan a peseta”.
Pero lo cierto es que, a través de su larga trayectoria al mando de la Federación de Boxeo de Puerto Rico, a casi nadie debe habérsele ocurrido embromar con José Luis Vellón, quien le imprimió un tono más eficiente y metódico a la tarea de dirigir el organismo que, a fin de cuentas, le ha brindado más éxitos deportivos a la historia del deporte olímpico de este país.
No es para menos: natural de Barrio Obrero, la primera parte de la carrera de José Luis Vellón en el boxeo se desarrolló siguiendo el libreto tradicional: salido de la pobreza, comenzó a tener éxito dentro el ring hasta el grado de que representó a la Isla en los Juegos Olímpicos de 1972, celebrados en Munich, y luego obtuvo la medalla de bronce como peso ligero en el famoso Campeonato Mundial de Boxeo Aficionado celebrado en La Habana en 1974, donde mismo Wilfredo Gómez, su gran amigo, dio la primera gran muestra de su talento excepcional al conquistar la presea dorada en el peso gallo.

vellon
Vellón en particular impresionó tanto por su seriedad como por su dedicación a los propios boxeadores cubanos, quienes se pusieron a abogar porque se quedara a estudiar en Cuba, y a la postre el mismo Fidel Castro intervino para que se le dieran una beca para estudiar en la Universidad de las Ciencias y la Cultura Física y el Deporte en Cuba.
Luego se quedó a vivir por un tiempo allí e incluso ocupó un puesto en la dirección técnica del boxeo cubano. Pero después regresó a Puerto Rico para poner en vigor sus conocimientos en la Isla y con el tiempo, naturalmente, terminó asumiendo la presidencia de la federación local en 1998, formando parte también hasta 2010 del directorio ejecutivo de la AIBA, el organismo internacional que regula el boxeo, y se mantiene todavía como director de competencia a nivel continental.
Y, con la excepción del lapso de 2004 hasta 2007, ocupó la presidencia de la Federación hasta el pasado domingo 20 de noviembre.

 

Esa mañana, en las instalaciones del Departamento de Recreación y Deportes (DRD) en Santurce, meses después de que Vellón anunciara que no aspiraba a un nuevo término, se llevaron a cabo las elecciones del organismo, y en las mismas resultó electo como nuevo presidente el hasta ahora entrenador nacional, José ‘Chiqui’ Laureano.
No fueron unos comicios apacibles: Frank Ramos estuvo combatiendo hasta el último momento la decisión de no validar su candidatura debido a sus pasados lazos con el boxeo profesional, en una pugna que de momentos se volvió bastante agresiva, pero al final sus esfuerzos no progresaron y Laureano ganó la presidencia al recibir 74 de los 105 votos emitidos, consiguiendo otros 14 el otro candidato, Julio Pizarro, presidente de la Asociación de Jueces y Arbitros.
El expresidente de la Federación de Atletismo, Luis Rivera Toledo, quien ocupa el puesto de representante del interés púbico en el COPUR, actuó como observador del proceso y avaló los resultados.
Vellón hubiese podido correr a un nuevo término. Sin embargo, al ser un acérrimo defensor de la pureza aficionada de su deporte, en los últimos años había visto con creciente desaliento cómo la federación internacional iba calzándose los guantes del profesionalismo, creando ligas semi-pro como la Serie Mundial de Boxeo hasta haber llegado incluso a permitir que excampeones mundiales profesionales pelearan en las Olimpiadas de Río.
Por lo tanto, Vellón estaba más convencido que nunca de que había llegado el momento de colgar los guantes, escuchar el último campanazo o de cualquier otro cliché boxístico que a uno pudiera ocurrírsele.
“Yo sé que no era la persona idónea para trabajar con los cambios que está haciendo la AIBA”, reconoció Vellón, aludiendo a reglas como la eliminación de la careta protectora que ya venían borrando las diferencias entre el boxeo profesional y el aficionado.
“Se me hacía muy difícil promover unos cambios cuando todo el que me conoce sabe mi manera de pensar”.
Pero también tuvo otras razones: “He estado en ocho olimpiadas, empezando por la de 1972, donde estuve de atleta”, dijo.
“Pero ya tengo 60 años y me di cuenta de que ya mis hijas estuvieron y hasta se fueron, pero yo he estado tan pendiente del boxeo que casi no había tenido tiempo para nada más”.
“La vida se te va en esto”, dijo finalmente.
Así, él mismo se dio un último conteo de protección.

 

 

El autor formó parte de la redacción deportiva de El Nuevo Día de 1981 a 2008 y es el autor de San-Tito, sobre la carrera de Tito Trinidad. Acaba de publicar su primera novela, El último kamikaze, ganadora del Premio Nacional de Novela del Instituto de Cultura Puertorriqueña.
(ceuyoyi@hotmail.com).
En twitter, Ceuyoyi, En Facebook, Jorge L. Prez

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