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Una regla deficiente en el boxeo

El 26 de febrero de 2000 en el Madison Square Garden, el canadiense Arturo Gatti, para entonces ya un excampeón junior ligero pero todavía reconocido como uno de los peleadores más emocionantes de su época y futuro miembro del Salón de la Fama del Boxeo Internacional, mejoró su marca a 31-4 con 25 nocauts cuando noqueó a los 41 segundos del segundo asalto a Joey Gamache, un excampeón del peso ligero con marca de 55-3 y 38 nocauts.
Pero no fue una pelea más.
Ambos peleadores habían acordado pesar no más de 141 libras para el combate a 10 asaltos y, en teoría, ambos cumplieron, marcando Gamache 140 y Gatti, supuestamente, 140 ½.
Digo supuestamente porque, dentro de la controversia que se desató después, muchas personas que presenciaron el pesaje alegaron que en realidad Gatti pesó mucho más.
El reputado cronista boxístico Thomas Hauser escribió:

“No conozco a nadie que no sea del equipo de Gatti que seriamente pueda decir que Gatti marcó el peso establecido para esa pelea. Lo subieron a la pesa y lo bajaron casi instantáneamente”.
De inmediato alguien cantó el peso de 140 ½ libras y Gatti ingiriֶó un líquido, por lo que ya no podía volver a pesarse.
Entonces, la noche de la pelea, se hizo uno de esos pesajes ‘extraoficiales’ que hace HBO para constatar cuánto peso habían ganado los peleadores.
Gamache pesó 145. ¿Gatti? 160.
Una vez inició la acción, la diferencia en físico era notable, y Gatti procedió a propinarle un nocaut devastador a Gamache, quedٕó inconsciente sobre el ring.
El árbitro de ascendencia puertorriqueña Benjy Esteves fue el primero en socorrerlo sobre el ring, corriendo a quitarle la boquilla para evitar que se asfixiara.
Luego Gamache fue llevado al hospital, donde estuvo a punto de morir, pero debido a los daños cerebrales sufridos por la golpiza, Gamache, quien entonces tenía 33 años, jamás volvió a pelear.

 

Acto seguido, algunos organismos boxísticos comenzaron a tomar medidas para tratar de evitar, en lo posible, esas enormes diferencias de peso a la hora de subir al ring.
El CMB ha implementado una medida que dispone que un boxeador no suba más del 10% del peso total de su cuerpo, y la FIB implementó una regla que dispone la celebración de un segundo pesaje en la mañana del mismo día de la pelea.
En su caso, un boxeador no debe aumentar más de 10 libras entre un pesaje y otro, y, de hacerlo, corre el riesgo de que se le prive de la elegibilidad para disputar el título mundial.
Desde el saque se supo que no era una medida perfecta: un semipesado que aumenta 10 libras en realidad sube mucho menos de peso que un supergallo, y en ese sentido la medida del CMB parece más razonable, aunque, al parecer, el CMB no es muy exigente en su ejecución.

 

Pero por lo menos ha habido buena intención y se ha hecho algo.
Y se trató de hacer el pasado viernes en Londres, de hecho, en el pesaje para la pelea por el cetro vacante de la FIB para el peso gallo entre el boricua Manny Rodríguez y el británico Paul Butler.
En el pesaje oficial, mientras Manny cumplía con el máximo de las 118 libras al pesar 117 ¼, Butler marcó oficialmente 121 ¼, pasándose por tres libras y un cuarto.
Aunque tenía dos horas para tratar de hacer el peso, Butler entonces declinó volver a pesarse, y cuando la pelea se salvó cuando Manny aceptó pelear de todos modos, Butler supo que, de ganar el combate, el título quedaría vacante y solo el boricua podía obtener la corona.
Pero eso fue solo el principio: Lindsay Tucker, el presidente del Comité de Campeonatos Mundiales de la FIB, explicó que Manny tendría que hacerse un segundo pesaje en la mañana del sábado y no excederse entonces por más de 10 libras para mantenerse elegible para disputar el título, tal como dicta la regla del segundo pesaje.
¿Y Butler?

 

“No, él no tiene que pesarse, porque ya se estableció٠ que no hizo el peso”.
Cuando se le preguntó a Tucker si no era una injusticia que al tipo que estaba bastante más pesado que su rival no se le exigiera mantenerse por lo menos a 10 libras del peso exigido y en efecto se le diera luz verde para subir cuanto quisiera, mientras que sí se le exigía al peleador que cumplió con todo, Tucker respondió que así era la regla.
¿Y no sería más justo entonces que a Manny también se le permitiera subir lo que quisiera?
“Puede hacerlo, pero entonces perdería la oportunidad de pelear por el tؙítulo”.
El grupo de Manny aceptó todo esto por varias razones: Manny no acostumbra a subir más de seis o siete libras, por ejemplo, y presumían que Butler, quien ha peleado tanto en las 115 como en las 118 libras, tampoco debería subir demasiado.

 

Y que, siendo un peleador de no mucha pegada que depende de la velocidad, subir demasiado solo podía perjudicarlo.
Y resultó así.
Pero, ¿qué hubiera pasado en caso de tratarse de un noqueador que ganaría pegada mientras más pesara?
Pues que, regla o no regla, en cualquier momento se pudiera repetir el caso de Gatti y Gamache, algo que precisamente la regla del segundo pesaje pretende evitar.
En fin, años después de su pelea, Gamache exculpó a Gatti: “El solo era un peleador, haciendo lo que tenía que hacer”, dijo. “Pero la Comisión es la que tiene que proteger a los peleadores”.
En 2009, ya empezaba a ventilarse en un tribunal de Nueva York su demanda contra la Comisión Atlética del Estado de Nueva York, cuando Gatti, quien había sido citado como testigo por ambas partes, fue hallado muerto en un hotel de Brasil en lo que luego fue catalogado de suicidio.

 

El autor formó parte de la redacción deportiva de El Nuevo Día de 1981 a 2008 y es el autor de San-Tito, sobre la carrera de Tito Trinidad y de la novela El último kamikaze, ganadora del certamen del Instituto de Cultura Puertorriqueña en 2016.
(ceuyoyi@hotmail.com).
En twitter, Ceuyoyi, En Facebook, Jorge L. Prez

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