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Un cubano blanco en las ligas negras




Cuando se anunció recientemente la histórica decisión del béisbol de Grandes Ligas de reconocer como circuitos de ligas mayores a las ligas negras, muchos celebraron el hecho de que a más de 3,000 jugadores de esas ligas ahora se les reconocerá como expeloteros de Grandes Ligas.
El principal historiador del béisbol puertorriqueño, Jorge Colón Delgado, informó que no menos de 38 expeloteros boricuas —incluyendo a Pancho Coímbre y Millito Navarro— caerían dentro de ese grupo, y se calcula que también una cantidad considerable de expeloteros cubanos estarían dentro del mismo.
De hecho, el legendario Martín Dihigo, quien brilló como intermedista y lanzador, jugó en las ligas negras y fue exaltado al Salón de la Fama del béisbol en 1977.
Y Luis de Cubas, el veterano promotor de boxeo cubano radicado en Miami, cree que su abuelo, el exreceptor Carlos Zarza, podría entrar también, aunque todavía el proceso está en marcha y el béisbol no ha anunciado los detalles de cómo se llevará a cabo la inclusión.


“Esto lo hubiera emocionado a él, porque mi abuelo siempre quiso jugar en Grandes Ligas”, dijo De Cubas, quien en los años 90 presentó carteleras en Puerto Rico junto a su socio, Yamil Chade; fue brevemente manejador de Wilfredo Gómez cuando este hizo su último comeback y ha estado vinculado a numerosos campeones cubanos, como Erislandy Lara y Guillermo Rigondeaux.
Sin embargo, no parece haber una constancia clara de que Zarza en efecto jugó en las ligas negras.
Zarza era blanco, y principalmente se destacó como receptor con los Alacranes de Almendares de la liga profesional cubana en los años 20 y 30.


El gran lanzador cubano Adolfo Luque —ganador de 194 juegos en Grandes Ligas y más 100 en la liga cubana— lo consideraba su receptor personal, insistiendo en que estuviera detrás del plato cada vez que lanzaba.
“Mi abuelo no era un buen bateador, pero sí un gran receptor defensivo”, dijo De Cubas.
Pero en las ligas negras sí jugaron peloteros blancos, siendo el caso más conocido el del lanzador zurdo Lefty O’Neal, quien luego recordaría que algunos equipos contrarios amenazaban con no jugar contra el suyo porque contenía un pelotero blanco.
Y luego de que Jackie Robinson rompiera la llamada barrera del color en 1947, algunos equipos de las ligas negras comenzaron a reclutar peloteros blancos en represalia porque los equipos blancos estaban llevándose a sus principales estrellas.

Junto al lanzador cubano Pedro Ramos en los años sesenta.


Pero incluso en las ligas negras existieron desde 1930 hasta 1950 los New York Cubans, compuestos mayormente por peloteros cubanos y de otros países caribeños, muchos de ellos blancos: con los Cubans jugaron, por ejemplo, el puertorriqueño José ‘Pantalones’ Santiago, el dominicano Tetelo Vargas y los cubanos Luis Tiant, padre, y Oreste Miñoso, entre otros.
Los Cubans, de paso, ganaron la llamada Serie Mundial de las ligas negras en 1947.
De Cubas no cree que el haber sido blanco hubiera sido un obstáculo para que su abuelo jugara en las ligas negras.
“A los cubanos, en esa época, casi se les consideraba negros en Estados Unidos”, dijo. “Y una de las anécdotas más famosas con mi abuelo fue que una vez, cuando estaba catcheando, Casey Stengel, que era tremendo racista, llamó ‘Cuban nigger’ a Luque y mi abuelo le metió un puño”.

 


La evidencia estadística de las ligas negras en los años veinte y treinta, cuando jugaba Zarza, es escasa y, tal vez, poco confiable.
Sin embargo, resulta significativo que Zarza, quien jugó en la organización de los Senadores de Washington en las ligas menores, figura en Seamheads.com, considerada la página oficial de estadísticas relacionadas con las ligas negras.
Aunque la información es reducida: aparece acumulando 28 turnos al bate con el Almendares en 1927-28, con un promedio de .167 (4 hits en 24 turnos).
Pero en la misma página aparece que esos números pertenecen a la actuación del Almendares en la Liga Cubana en esa temporada, donde, dirigido por Luque, el equipo llegó segundo con marca de 17-15-1.

 


Zarza jugó muchos años con el Almendares, pero es posible que esos turnos hayan sido los que acumuló un año en partidos contra equipos de las ligas negras, y Colón Delgado está seguro de que el Almendares llegó a jugar varios partidos de exhibición contra esos equipos.
Lo curioso, sin embargo, es que cuando uno busca el récord del Almendares en otras temporadas en esa misma página —por ejemplo, la de 1915-16—, se incluye en un renglón aparte el récord del equipo contra conjuntos de las ligas negras, que fue de 5-4 en esa temporada, bueno para un “segundo lugar en los récords de equipos cubanos contra equipos de las ligas negras”.
El hecho de que los juegos se hayan celebrado entre 1927-28, o 1915-16, da a entender que se celebraron durante las temporadas de la liga invernal cubana, y que, por consiguiente, serían partidos no oficiales —es decir, de exhibición— jugados en Cuba como atracciones especiales durante las temporadas invernales.

 


Pero, aunque hubieran contado como juegos oficiales, ¿puede considerarse que un jugador jugó en las ligas negras por haber jugado contra equipos de estas ligas?
Consultado al respecto, Ray Doswell, vicepresidente del Museo del Béisbol de las Ligas Negras, escribió: “Es un tema interesante pero no puedo decir que el nombre de Carlos Zarza me sea familiar y no aparece en una consulta preliminar a la literatura sobre las ligas negras, por lo que no creo que, de primera instancia, se le pueda considerar como un miembro de las ligas negras”.
“Pero esto resulta muy interesante y estoy refiriendo su consulta al Dr. Adrián Burgos para que él también la evalúe”.
Profesor de historia en la Universidad de Illinois, Burgos

 

ha escrito varios libros sobre las ligas negras y sobre los latinos en el béisbol.
Como sea, Zarza, cuyo hijo —el torpedero Modesto ‘Polaquito’ Zarza, tío de De Cubas— jugó para el Marianao en la liga cubana, luego tuvo una extensa carrera en el béisbol, siendo coach por muchos años en Cuba para dirigentes como Luque y Napoleón Reyes, e incluso trabajó varios años en Puerto Rico con los Cangrejeros de Santurce en los años sesenta, como asistente de varios dirigentes, incluyendo a Frank Robinson.
Y De Cubas, quien se crió desde adolescente en Minnesota en los sesenta, tuvo la oportunidad de comprobar el afecto y el respeto que estrellas cubanas como Tony Oliva, Camilo Pascual y Zoilo Versalles le profesaban a su abuelo cuando compartieron con él tanto en visitas al estadio como en reuniones sociales.
“Como sea, yo creo que el béisbol debe reconocer a un hombre que jugó tanto tiempo en los Estados Unidos y se enfrentó tantas veces a los mejores jugadores de las ligas negras”, concluyó.




El autor formó parte de la redacción deportiva de El Nuevo Día de 1981 a 2008 y es el autor de San-Tito, sobre la carrera de Tito Trinidad y de la novela El último kamikaze, ganadora del certamen del Instituto de Cultura Puertorriqueña en 2016.
(ceuyoyi@hotmail.com).

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