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Incómoda victoria de McJoe Arroyo

 

En su primer combate de título mundial, McJoe Arroyo logró en la noche del sábado algo que no había conseguido ninguno de los más de 60 campeones mundiales de boxeo que ha tenido Puerto Rico: ganar el título por decisión técnica.
Y por esa razón, así como por la forma en que se desarrolló su combate por el cetro vacante de las 115 libras de la Federación Internacional de Boxeo (FIB) con el filipino Arthur Villanueva hasta que el médico recetó que se detuviera en el décimo asalto el encuentro celebrado en El Paso, Texas, su victoria no será recordada como una de las más emotivas del boxeo boricua.
No por culpa suya, naturalmente: el árbitro Rafael Ramos tuvo lo que puede catalogarse de una noche complicada sobre el ring, criticada por los narradores y comentaristas de Showtime, entre ellos Paul Malignaggi y Al Bernstein.

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Y como bien dijo el mismo Bernstein, ¿cómo es posible que, habiendo tantos de donde escoger, hubieran seleccionado precisamente como árbitro a uno que, aunque reside en San Antonio, fuera oriundo de Cataño, y por consiguiente que fuera coterráneo de uno de los peleadores, corriéndose así el riesgo de dar la impresión de parcialidad?
Para empezar, Ramos le quitó un punto a Villanueva por supuestamente propinar un cabezazo accidental en el sexto asalto -un cabezazo que resultó invisible en el ‘replay’-, y sin embargo no tomó acción cuando el propio Villanueva sufrió una cortadura bastante profunda en la ceja derecha como consecuencia de un cabezazo accidental de Arroyo más tarde en el mismo episodio.
Algo que lució mal, de hecho, pero que no necesariamente estuvo equivocado de parte del oficial: lo cierto es que ya Ramos le había llamado la atención a Villanueva en un par de ocasiones antes de proceder a quitarle el punto, como corresponde, mientras que a Arroyo no le había llamado la atención antes de que el boricua causara la cortadura involuntaria.
Y sin embargo, esa fue la cortadura que terminó provocando que la pelea fuera detenida cuatro asaltos más tarde por recomendación médica, resultando Arroyo vencedor por puntuaciones de 97-92, 98-91 y 98-91 en las tarjetas de los tres oficiales.
Una decisión, por otro lado, que resultó sorprendentemente abierta si en efecto fue cierta la ventaja en golpes propinados (95-77) y golpes de poder (81-60) acumulada por el filipino, según informado por Showtime luego de finalizado el combate.
“La votación de los jueces en la pelea de Villanueva-Arroyo fue absurda”, ‘tuitearía’ Bernstein después. “Fue una pelea cerrada”.
“Y el árbitro también se equivocó al quitarle un punto a Villanueva”.
Claro que Texas lleva ya bastante tiempo disfrutando de una triste notoriedad por la actuación de sus oficiales.
Aunque no creo que esta vez el triunfo de Arroyo haya sido una decisión equivocada: para empezar, nunca he confiado mucho en esos números computarizados, y, segundo, me pareció que el zurdo nacido en Ceiba colocó obviamente los golpes más claros y certeros, aunque debió haber estado mucho más activo sobre el ring.
De hecho, el periodista Steve Farhood, quien funge como anotador extraoficial en las transmisiones de Showtime, le dio el triunfo al boricua, 95-94.
En fin, terminó siendo una pelea de resultado controversial más que nada por la decisión de nombrar a un árbitro puertorriqueño que no necesariamente actuó mal pero que terminó teniendo un impacto desmedido sobre el desarrollo del combate.
Dicho todo esto, sí me pareciٕó exagerada la reacción del público al abuchear la pelea tanto durante su desarrollo como luego de su desenlace, aunque no sorprendente: fue una pelea relativamente pacífica y, por consiguiente, poco satisfactoria para un público que debió haber sido en su gran mayoría mexicano, o descendiente de mexicanos. Es decir, gente que, como fanáticos de boxeo, tiende a aplaudir las peleas a puño limpio.
Pero no fue una pelea carente de acción, o verdaderamente mala.
Y también me parecieron algo exagerados los comentarios que fueron emitiendo por ‘twitter’ algunos de los comentaristas boxísticos que cubrieron la pelea, donde leí frases como “sí, ha terminado, el árbitro Ramos paró la pelea…. Afortunadamente”, de parte de Dan Rafael, de ESPN.com, y “el árbitro nos hizo un favor a todos al detener esta pelea”, de parte de la página BoricuaBoxing.com.

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Poco después, sin embargo, transmitieron la pelea en la que Julio César Chávez, Jr., pareciendo aventajar por más de 20 libras a su rival, Marcos Reyes, un combate que hizo que el choque entre Arroyo y Villanueva luciera como candidato al premio de la Pelea del Año.
Y que el árbitro Ramos luciera como favorito para el premio de Oficial del Año, luego de que el árbitro José Guadalupe García procediera quitarle un punto a Reyes por un cabezazo accidental en el noveno episodio, después que Chávez se pusiera a exigírselo a chillido limpio.
“Fue una decisión ridícula y horrible de parte del referí”, tuitearía Kevin Iole, de Yahoo.com.
“Chávez estuvo firmemente en control, pero sin jab, ni defensa ni habilidad”, escribió Rafael. “La falta de talento de los dos fue abrumadora”.
Esta vez estuve completamente de acuerdo con los dos destacados escritores de boxeo.

El autor formó parte de la redacción deportiva de El Nuevo Día de 1981 a 2008 y es el autor de San-Tito, sobre la carrera de Tito Trinidad.
(ceuyoyi@hotmail.com).
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