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Falú: una vida dedicada al boxeo

 

A Ismael Quiñones Falú, quien ha sido exaltado a los pabellones de la fama de Santurce, Carolina, Río Piedras y Bayamón y acaba de retirarse como uno de los árbitros más reconocidos del boxeo profesional boricua después de una ilustre carrera de 56 años, muchos fanáticos de la vieja guardia lo recuerdan por una pelea en particular.
El también la menciona, de hecho, cuando se le pide que mencione su pelea más memorable.
Buzzaw Yamabe”, dice, riendo, Falú, de 77 años de edad.
En efecto, el primero de abril de 1976, en Kashihira, Japón, Quiñones Falú fue el árbitro de la defensa del boricua Alfredo ‘El Salsero’ Escalera, ante el japonés Yamabe.
En el sexto asalto, cuando Escalera atacaba a Yamabe contra las sogas, aunque sin derribarlo, Quiñones Falú intervino para evitarle más castigo.
Decir que a los fanáticos japoneses no le agradó la cosa no sería una exageración.
“Empezaron a tirar de todo al ring”, agregó Quiñones Falú, quien hoy en día puede reírse del incidente, “incluyendo los ‘yenes’, la moneda que ellos tenían”.
“Por poco acaban con el negro”, agregó, aludiendo a sí mismo. “Me tuvieron que sacar escoltado con la policía y me llevaron hasta el hotel”.

Ni siquiera allí se sintió a salvo de la rabia de la fanaticada japonesa: “El Dr. Amaury Capella —que en paz descanse— estaba conmigo, y me acuerdo que él me dijo: ‘Negro, vamos a tener que irnos a otro cuarto’.” El tenía miedo que los fanáticos averiguaran cuál era nuestra habitación”.
A la larga, José Sulaimán, el presidente del CMB, respaldó su trabajo: “Me dijo que había hecho bien, porque el boxeo no era para que mataran a nadie. Y me asignó otra pelea poco después”.
El CMB sí ordenó una revancha inmediata, que se celebró en la misma ciudad apenas tres meses después, naturalmente con otros oficiales, y esta vez Escalera se apuntó una cómoda victoria por decisión unánime en la pelea a 15 asaltos.

 

Pero esa fue apenas una de las 98 peleas de título mundial en la que trabajó Quiñones Falú, en su gran mayoría como árbitro, incluyendo la defensa titular que hizo Muhammad Ali aquí ante Jean Pierre Coopman el 20 de febrero de 1976, pero, aunque siguió trabajando como árbitro en las carteleras celebradas en Puerto Rico hasta el pasado 15 de febrero en el Coliseo Roberto Clemente en el que anunció su despedida, él se había retirado como árbitro internacional en 2006.
“Mi última pelea de título fue la de Miguel Cotto con Demarcus Corley (celebrada el 26 de febrero de 2005 en el coliseo Rubén Rodríguez)”, recordó.
“Ya el boxeo había cambiado. Antes, a uno lo podían nombrar como árbitro cualquiera de los organismos, pero ya para entonces uno tenía que estar afiliado a uno en particular”.

 

Pero el historial boxístico de Ismael, nacido en Santurce, aunque radicado en Bayamón desde hace más de 50 años, no se circunscribe al arbitraje o incluso al boxeo profesional.
“De joven, yo también jugaba béisbol al mismo tiempo que boxeaba”, recordó.
Finalmente, el boxeo triunfó, y él se convirtió en un boxeador aficionado tan destacado que representó a la Isla como peso mediano en los Juegos Centroamericanos y del Caribe de 1962, celebrados en Jamaica, donde ganó la medalla de bronce.
Pero no quiso hacerse profesional.
“Tuve un accidente y me lastimé un hombro, que se me salía”, dijo. “Querían operarme… pero el negro (él) se acobardó”.
Poco después se hizo oficial de boxeo.
“Estuve un par de años trabajando en el boxeo aficionado y después pasé al profesional”, dijo.
Algún tiempo después comenzó su relación con el hipismo.

 

“El año lo tengo un poco borroso”, dijo, “pero fue poco después de que el hipódromo lo pasaran para Canóvanas”.
Allí se desempeñó primero como palafrenero y después ocupó varios puestos hasta retirarse en 1996 después de haber sido supervisor del jockey room durante los últimos 10 años.
“También estuve trabajando en los gimnasios, el de Roberto Santana, el de Frank Parrilla”, agregó. “Yo era como un instructor de la forma de usar los equipos, las pesas y cosas así”.
Durante todo este tiempo, de paso, Ismael ha estado acompañado por su esposa, Lydia Cruz Villanueva, con la que lleva 58 años de casado.
Sin embargo, a pesar de su edad, luce tan bien físicamente que uno piensa que pudo haber seguido como árbitro un tiempo más.
Pero él explicó que tomó la decisión de retirarse “no fuera a ser que un día de estos me contaran a mí”.

 

 

El autor formó parte de la redacción deportiva de El Nuevo Día de 1981 a 2008 y es el autor de San-Tito, sobre la carrera de Tito Trinidad y de la novela El último kamikaze, ganadora del certamen del Instituto de Cultura Puertorriqueña en 2016.
(ceuyoyi@hotmail.com).
En twitter, Ceuyoyi, En Facebook, Jorge L. Prez

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