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Comedia de errores boxísticos

 

En el último par de semanas, gracias a la forma en que se desarrollaron algunas peleas titulares de gran relevancia, los árbitros y jueces de boxeo han vuelto a estar en boca de todo el mundo.
Y, ¿por qué no decirlo? Acompañados de varias malas palabras.
El desfile de actuaciones controversiales se inició el 17 de junio en el Mandalay Bay de Las Vegas en una defensa del título supergallo de la Asociación Mundial de Boxeo (AMB) por parte del cubano Guillermo Rigondeaux (17-0 y 11 nocauts) ante el mexicano Moisés Flores (25-0 y 17).
El clámax se produjo al final del mismo primer asalto, cuando Flores cayó de mala forma a la lona luego de recibir un violento izquierdazo a la mandíbula.
El árbitro Vic Draculich le contó los 10 y en efecto declaró vencedor por nocaut a Rigondeaux, aunque las múltiples repeticiones comprobaron sin lugar a dudas que el golpe se había producido después que sonara la campana.

Rigondeaux al ataque.

 
Pese a las protestas y las críticas de los medios periodísticos, la decisión se mantuvo así, de hecho, hasta que días después la propia Comisión Atlética del Estado de Nevada tomó acción y declaró el combate nulo (‘no contest’).
Y, como final feliz, la AMB acaba de ordenar la revancha.
Un árbitro amigo me comentó hace poco: “Aunque no fue un golpe intencional, sí era evidente que había ocurrido después del campanazo. Lo que árbitro debió hacer en esos momentos era detener la pelea y darle tiempo a Flores para que se recuperara y, si no se recuperaba, declarar el ‘no contest’ ahí mismo).
Sin embargo, esa misma noche, en la pelea estelar, surgió otra controversia que hizo que muchos olvidaran lo ocurrido en la pelea de Rigondeaux.
En esta, Andre Ward, quien en noviembre pasado había parecido beneficiarse de un fallo extremadamente generoso de los jueces al arrebatarle el título pesado de la AMB, FIB y OMB a Sergey Kovalev, esta vez dejó todavía más dudas aleteando en el aire a pesar de apuntarse un triunfo por nocaut técnico a los 2:29 minutos del octavo asalto.

 
¿La razón?
Aunque Ward (ahora 32-0 y 16) ya había lastimado a Kovalev (30-2-1 y 26), los golpes al cuerpo con los que provocaron que este se doblara de dolor y el árbitro Tony Weeks procediera a detener la pelea, claramente fueron golpes bajos.
Mi amigo árbitro también lo piensa así. “Lo que procedía también era que el árbitro detuviera la pelea y por lo menos amonestara a Ward”.
En fin, la nefasta tripleta la completٕó la pelea del 2 de julio en Brisbane, Australia, en la que Manny Pacquiao (59-7-2 y 38) perdió su cetro welter de la OMB ante el australiano Jeff Horn (17-0-1 y 11), por decisión unánime (115-113, 115-113 y, por último, un inconcebible 117-111 a manos de la jueza neoyorquina de ascendencia boricua, Waleska Roldán).

 
La gran mayoría de los periodistas boxísticos parece haber visto ganar a Pacquiao, aunque en una pelea relativamente cerrada. Sin embargo, los comentaristas de la transmisión por ESPN pusieron el grito en el cielo, particularmente Stephen A. Smith, quien pareció al borde de la apoplejía por la estridencia de sus críticas.
En este caso, las reacciones adversas pudieron deberse más que nada al factor sorpresa, ya que muy pocos le concedían oportunidades de triunfo al al australiano antes de que sonara el campanazo inicial.
“Fue Pacquiao quien permitió que la pelea fuera tan cerrada como lo fue”, escribió, por ejemplo, Tim Dahlberg, de The Associated Press, “y es difícil diferir mucho de la votación de los dos jueces que vieron la pelea 115-113 a favor de Horn”.

 
Aunque de antemano había anunciado que no tenía la potestad de alterar el resultado, la OMB procedió a reevaluar la pelea mediante el procedimiento de presentársela sin audio a cinco jueces no identificados para que estos llevaran su votación: en este caso, tres vieron ganar a Horn (115-113, 114-113 y 114-113), uno vio un empate (114-114) y el quinto vio ganar a Pacquiao (114-113).
Pero aquí también hubo al menos otro final feliz y la revancha parece estar en camino.

 

 

El autor formó parte de la redacción deportiva de El Nuevo Día de 1981 a 2008 y es el autor de San-Tito, sobre la carrera de Tito Trinidad. Acaba de publicar su primera novela publicada, El último kamikaze, ganadora del Premio Nacional de Novela del Instituto de Cultura Puertorriqueña.
(ceuyoyi@hotmail.com).
En twitter, Ceuyoyi, En Facebook, Jorge Prez

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