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Un nuevo movimiento político

Thomas Jefferson expresó: “Los hombres, por sus constituciones, están divididos en dos partidos: 1. Aquellos que le temen y desconfían de las personas y quieren colocar todos los poderes en manos de las personas de clases sociales altas y 2. Aquellos que se identifican con las personas, confían en ellos y las consideran como las más honestas y seguras”.

Las palabras de Jefferson se reflejan, sin temor a equivocarme, en todos los países del mundo. Aunque Puerto Rico no es la excepción a la regla, el tema del estatus ocasiona que esta polarización partidista no se dé en términos económicos, sino de nuestra relación geopolítica con los Estados Unidos. Como consecuencia, tenemos dos partidos de mayoría, cuya única diferencia es que el PPD apoya el Estado Libre Asociado y el PNP representa la estadidad.

Estos dos feroces aglutinadores, sin embargo, son representativos de la primera premisa de la cita de Jefferson. El norte de ambos partidos es el beneficio de la clase alta, sacrificando, mediante medidas de austeridad, los intereses de la clase trabajadora.

Estas políticas se manifiestan a lo largo del tiempo en reducciones de jornadas laborales, en las exenciones contributivas a compañías multinacionales, la reforma laboral que quita beneficios a los empleados, entre muchos otros ejemplos a través de administraciones rojas y azules.

Se podría argumentar que dentro de estas estructuras institucionales tradicionales hay sus excepciones que sí luchan por los intereses de la clase trabajadora de Puerto Rico. Pero precisamente por eso reciben el repudio y el desdén de los mismos partidos en los que militan.

Es durante los momentos de crisis que los países se reorganizan, las estructuras políticas se transforman y los ciudadanos se reinventan. Ante los golpes que ya comienzan a recibir los trabajadores de nuestro país y teniendo en cuenta las medidas de austeridad que se avecinan, es vital una verdadera conglomeración de la clase trabajadora puertorriqueña.

Se necesita un movimiento, ya sea independiente o una nueva estructura partidista, que rete los intereses del status quo y que resuelva la crisis con la clase trabajadora, no a pesar de ella – o mejor dicho, aplastándola.

Mientras el coco de la palma del PNP caiga sobre la cabeza de la clase trabajadora y el jíbaro del PPD la recoja y la aviente de manera agresiva nuevamente sobre esa misma clase trabajadora, Puerto Rico continuará siendo un país del tercer mundo, sin recuperación.

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