Recordatorio al PPD y al PNP
Sucedió. Sus primarias fueron un éxito total. Más de 300,000 personas efectuaron el ejercicio de la democracia y con su voto eligieron a quienes serán sus candidatos en noviembre. Entre palmas y pavas, los boricuas se levantaron temprano e hicieron que la fuerza de sus movimientos políticos, que llevan en el poder más de 50 años, continuara. Ustedes, líderes rojos y azules, ahora saben que las caravanas, las banderas y las canciones de campaña siguen siendo la prioridad; continúan siendo efectivos. Recibieron votos en cantidades exuberantes aunque reciclaron “slogans” y se tiraron la misma foto abrazando a una ancianita. Puerto Rico se levantó el 5 de junio y se olvidó de los males que nos aquejan para que sus héroes lograran entrar a la papeleta. Así que, aunque estas parezcan excelentes noticias quiero hacerle algunos recordatorios.
Existe un “minúsculo” detalle que no pueden olvidar: Puerto Rico se enfrenta a la crisis de la deuda más grande de su historia. Aunque sus canciones son creativas, existen 73 mil millones de razones para no estar cantando y bailando. A menos que vayan a vender discos que contengan sus himnos, no van a desarrollar la economía haciendo que los militantes de sus partidos sepan “Jalda arriba” o griten “Un Nuevo Puerto Rico es posible”. Me parece que la re-estructuración de la deuda es más importante que promover los automóviles chillando gomas y las caravanas que detienen el tráfico. No importa que ahora sean los candidatos o que su compañero de papeleta es el que querían, el problema sigue ahí esperando como el ángel de la muerte.
Por si se les olvidó, hay posibilidades de que una Junta de Control Fiscal haga que guarden toda esa fanfarria en un bulto. Aunque ya dieron el primer paso para avivar a sus votantes, es probable que siete norteamericanos que no saben pronunciar bien el nombre de la isla que ustedes buscan “rescatar”, sean quienes, sin jingles y besos en la cabeza de los niños, rijan el futuro del país. Si esto sucede, no va a importar cuántos abrazos se hayan dado en medio de una caravana o cuánto promueva la unión diciendo que es amigo del opositor. No me parece que los miembros de la JCF vayan a darle mucha importancia al hecho de que ustedes hayan sacado el voto del corazón del rollo.
Por otro lado, es importante que recuerden que los médicos se están montando en un avión, en busca de mejores oportunidades y que esto a su vez provoca que en Puerto Rico exista una crisis de salud sin precedentes. Yo sé que a ustedes tal vez no les toca el problema, pues bastante dinero tienen para pagar servicios médicos afuera. Sin embargo, este no es el caso para los que con gran efusividad les regalan el voto. Estos puertorriqueños no quieren perder la esperanza de la recuperación de un hijo por falta de doctores. Sin salud no habrá votantes, pero tampoco habrá a quien gobernar.
Este es el momento de la historia en que muchos puertorriqueños esperábamos un cambio radical en la forma de hacer política. Teníamos la esperanza de ver en los líderes del país una verdadera preocupación porque el pueblo supiera qué se proponía. Sin embargo, algunos prefirieron el camino fácil. Tuvieron en sus manos hacer un cambio real en la política; aprovechar la admiración de esas personas que los alaban como dioses para orientarlos y decirles lo que realmente sucede en Puerto Rico. Prefirieron ser víctimas de su maquinaria electoral y contribuir más a la crisis. Volvieron a ver el poder como un trofeo que se gana compitiendo con espadas o tenis, olvidando que la meta real es sacar a Puerto Rico del atolladero. Luego de darles este “reality check”, puedo expresar con seguridad que algo sí ha quedado claro en todo este proceso: Puerto Rico es una bomba que ustedes no han sabido desactivar.