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Estamos a tiempo

Existen números cuya resonancia hace vibrar no solo nuestra mente, sino nuestro corazón. Por ejemplo, la cantidad de estudiantes en las escuelas de Puerto Rico es 423,000. Esto es 290,000 menos que en el 1980. Con peor gravedad, solo seis de cada diez alumnos, 60%, se gradúan a tiempo.

Además del malestar que este hecho ocasiona en cualquier persona que se preocupa por el país, es vital escuchar y leer propuestas que ataquen el problema. Aunque estas cifras deterioren nuestra esperanza, existieron casos peores que el nuestro, a los que se les encontró solución.

Finlandia, en el 1960, ostentaba una tasa de graduación de 10%. En la actualidad, esta estadística es de 99%. Resulta necesario, como consecuencia, estudiar qué se hizo en este país para lograr tener, lo que algunos consideran, la mejor educación del mundo.

Primeramente, eliminaron las pruebas estandarizadas que evalúan el desempeño escolar. Además, descartaron un sistema riguroso de inspección. Es tal la confianza en la preparación que brindan a sus maestros, que son los mismos docentes quienes evalúan si sus estudiantes están bien educados.

Esta certidumbre es producto de un exigente proceso de selección a los programas de Pedagogía. El procedimiento consta de una diversidad de fases que lo hacen sumamente riguroso y competitivo.

Como dato inicial, el maestro necesita un bachillerato para enseñar a nivel pre-escolar y una maestría para instruir en grados elementales, intermedios y superiores. Obviamente, ambas preparaciones deben ser en Pedagogía.

Para poder acceder a estos estudios universitarios, el candidato debe tener éxito en una primera ronda que consiste en los resultados de un examen de ingreso, sumados a una revisión de récords escolares y actividades extracurriculares.

Una vez se supera esta fase inicial, se toma un examen escrito basado en libros asignados de educación. De resultar exitoso en esta etapa, el aspirante debe mostrar sus habilidades interpersonales y de comunicación, en una clínica donde se ensayan situaciones escolares.

Finalmente, el candidato es sometido a una entrevista, en la cual se mide su nivel de compromiso con la educación, uno de los baluartes de la instrucción finlandesa.

Luego de veinte años de espera, conocemos los resultados de estas enmiendas.

En Puerto Rico, por su parte, el proceso para certificarse como docente es más sencillo. Según el Reglamento para la Certificación Docente del Departamento de Educación, se deben aprobar, en el bachillerato, unos cursos específicos de Pedagogía, con un mínimo de 3.00 y unos exámenes, llamados Pruebas para la Certificación de Maestros (PCMAS).

El Departamento de Educación cuenta con 3.4 billones de dólares, lo que representa una quinta parte del presupuesto nacional. Desde mi perspectiva, esta cantidad de dinero es suficiente para llevar a cabo reformas de esta índole en nuestra Isla.

Llegó el momento de cambiar la cultura política en la que un sistema de soluciones a corto plazo para ganar votos es el que manda. Debemos sustituir las propuestas populistas de mejorar las infraestructuras de planteles escolares y las mentiras de aumentar el salario a nuestros maestros.

El presente nos exige reformas medulares que atiendan a largo plazo las dificultades de una de las instituciones más importantes de cualquier país. Estamos a tiempo.

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