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Ser una isla pequeña

Ser una isla pequeña es especial. Insularidad y tamaño reducido son factores que están vinculados al subdesarrollo del Caribe condenándole a una especie de clientelismo político y económico.

Los países caribeños se caracterizan por ser economías pequeñas, con pocos recursos humanos, de carácter mono sectorial muy vulnerable a los mercados internacionales, a los huracanes, a los volcanes y dependiente del exterior. Son economías que producen lo que no consumen y consumen lo que no producen. Las consecuencias de esa vulnerabilidad se ejemplifica de manera general con un alto índice de desempleo; ingreso per cápita bajo; falta de vivienda; malnutrición; desgaste de los servicios sociales (salud, educación); alto índice de deuda; ausencia de cualquier forma de regulación para la entrada y salida de movimientos de capital; dificultad en el proceso racional de toma de decisiones debido al personalismo y padrinazgo político; falta de transparencia en la información y estadísticas económicas; costos de transportación muy elevados; baja calidad del servicio público; precios inestables que afectan los ingresos y empleos; violencia; crimen; pérdida de profesionales a causa de la emigración en busca de mejores oportunidades.

El ser un país isla es una limitación al desarrollo. Las islas presentan características únicas muy diferentes a los territorios continentales que limitan y condicionan su desarrollo. Entre las características de insularidad encontramos: 1) son ecosistemas cerrados que cuando se abren al exterior se convierten en inestables y frágiles; 2) poseen una fauna y flora especial, única genéticamente hablando y muy vulnerable; 3) la separación y el aislamiento ayudan al mantenimiento de tradiciones y otras manifestaciones socioculturales que permiten una identidad y permanencia; y 4) cada isla es un mercado pequeño con altos costos de transportes que las hace más vulnerable a las crisis económicas internacionales.

El tamaño en el Caribe es definido en términos de población y recursos. El factor tamaño hace la diferencia entre microeconomías y las economías más prósperas de la región. Aunque la escasez de población permite una relajación de los aspectos sociales y políticos, la escasez de recursos causa una gran dependencia del exterior y consecuentemente poca autonomía y limitaciones a la soberanía nacional.

El factor tamaño es determinante a la hora de hablar de desarrollo económico. El aspecto más significativo sobre el tamaño y desarrollo es el error de implantar en el Caribe modelos de administración y salarios de países grandes y desarrollados. Como consecuencia existe en el Caribe un ejército de funcionarios públicos innecesarios que desvían fondos de inversión para el pago de salarios y pensiones.

Como consecuencia del tamaño y la insularidad el poder ejecutivo es quien determina la forma y funcionamiento de todos los aspectos cotidianos del país caribeño. Eso permite que el gobierno sea extremadamente personalista, donde se le niega participación a la oposición y más bien se le hostiga, persigue y ataca. La presencia e influencia del Jefe de Gobierno en los países caribeños se siente y palpa en todo momento y en todo lugar. Por esa razón la personalidad y carisma de los líderes políticos caribeños juega un papel importante en la política caribeña, más que el programa de gobierno.

De igual forma, las decisiones gubernamentales, sean importantes o no, se hacen a nivel individual y no en equipo o grupo de trabajo. Tal situación conlleva a que las decisiones gubernamentales sean susceptibles a presiones personales, improvisación, amiguismo, y que las críticas se conviertan en controversias personales. Paradójicamente el proceso de toma de decisiones es lento, tímido e inconsistente con los requerimientos del desarrollo.

En lugar de establecer las prioridades del desarrollo e implantar los cambios, se opta por lo tradicional, lo ritualista y el mantenimiento de la ley y orden a través de procedimientos e instituciones complejas y formales. Hay que añadir que en la mayoría de los casos la planificación en el Caribe está limitada al seguimiento de proyectos a corto plazo dejando sin resolver los aspectos más importantes del desarrollo.

La dependencia económica es otra consecuencia de la insularidad y tamaño reducido que limita el margen de acción de las economías caribeñas. El aumento de la dependencia se debe en gran medida al incremento de la inversión privada externa, a la ayuda externa para equilibrar el presupuesto y a los préstamos de ayuda.

El sector exportador privado en el Caribe está dominado por intereses extranjeros y es de carácter neocolonial. Esa situación permite que decisiones importantes sobre producción, empleo y ventas se elaboren fuera del Caribe. El poder de los gobiernos caribeños para controlar esas variables es mínimo. La participación caribeña en sus economías se limita a asuntos como la transportación, servicios sociales, y educación. En consecuencia en años recientes ha surgido un rápido crecimiento del sector económico informal que se encuentra en dudosa legalidad: lavado de dinero del narcotráfico, fuga de capitales, manipulación de cambio de divisas, corrupción gubernamental y falta de ética empresarial. Ese tipo de acciones no ha alcanzado niveles alarmantes, pero si no triunfan las políticas económicas formales y legales, podrían llegar a serlo.

Es hora que los gobiernos caribeños acepten su condición de isla pequeña y se aparten de políticas gubernamentales de desarrollo importadas de países desarrollados. Los caribeños debemos ser originales y creativos en contrarrestar nuestras limitaciones para así encaminarnos a largo plazo al desarrollo económico sostenido.

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