Rusia y los Estados Unidos
Luego del supuesto fin de la Guerra Fría en 1989, la relación entre Rusia y los Estados Unidos (EEUU) se ha caracterizado por la confrontación. Por un lado, los norteamericanos han practicado una política de indiferencia hacia Rusia, cometiendo el error de creer que sería suficiente con declarar reiteradamente que Rusia era un aliado y amigo. Por el otro lado, Rusia experimenta una paranoia de amenazas y entiende que toda interferencia en su especio geográfico de influencia ex soviético es una amenaza para el bienestar de la nación.
El clima de distensión entre ambos países comenzó oficialmente en 2001 cuando los EEUU se retiró del Tratado de Antimisiles Balísticos de 1972 lo que causó gran nerviosismo en las esferas del poder ruso.
Desde ese momento quedó demostrado que los norteamericanos tenían poco o ningún interés en el control de armas, y al mismo tiempo Rusia comenzó a percibir señales de agresividad por parte de los EEUU. La idea rusa de estar rodeados por enemigos comenzó a tomar forma, y como era de esperar propició reacciones. Un ejemplo de cómo los norteamericanos abonan a esta imagen de agresividad es cuando aún hoy funcionarios norteamericanos se refieren reiteradamente a Rusia como la Unión Soviética.
Existe un sentimiento antinorteamericano en el pueblo ruso. Ingenuamente, los EEUU no comprende porqué Rusia le percibe como una amenaza y un enemigo. Esta realidad no deja margen para construir un clima de confianza constructivo entre ambas potencias, ya que las acciones norteamericanas parecen ignorar deliberadamente los sentimientos rusos.
La guerra en Irak ha debilitado económicamente, militarmente y moralmente a los EE.UU. perdiendo credibilidad y respeto internacional. Esta guerra ha impedido que los norteamericanos desarrollen una la política adecuada y coherente hacia Rusia, y menos aún ha permitido oponerse a las acciones cuestionables de Rusia. No tengo la menor duda, que la debilidad norteamericana ha permitido que Rusia pueda desafiar y promover un mundo multipolar, en contravención a la visión norteamericana del mundo.
El presidente ruso, Vladimir Vladmirovich Putin, es calificado como un nacionalista moderado, y es muy popular entre los rusos. Los altos precios de los combustibles fósiles han permitido una bonanza económica nunca antes vista. Literalmente, Rusia está nadando en dinero, lo que ha permitido un crecimiento de la economía, y un aumento del ingreso per cápita. Es una realidad, que bajo la administración de Putin la calidad de vida de los rusos ha mejorado considerablemente.
Para comprender la posición rusa, destaco que en Rusia la nacionalidad y el cristianismo ortodoxo se han unido para crear el alma rusa. El cristianismo ortodoxo se ha convertido en la identidad nacional y el orgullo ruso. Un 80 por ciento de los rusos dice ser cristiano ortodoxo, y la conversión rusa en el año 988 es percibida como la salvación de toda la nación. Los EEUU no ha podido comprender y asimilar que el mundo es visto por los rusos con el prisma del cristianismo ortodoxo. La religión y el nacionalismo han sustituido la ideología marxista. Existe una preocupación por parte de intelectuales rusos sobre la cada vez más estrecha separación entre Iglesia y Estado, ya que el cristianismo ortodoxo forma parte de todas las facetas de la vida rusa, incluso en el ejército.
Más preocupante aún es el aumento, especial en la juventud, del nacionalismo extremo y xenófobo de corte fascista. Su crecimiento ha sido tan súbito y espectacular que el Estado ruso no tiene control de este tipo de nacionalismo que entiende que el gobierno nacionalista moderado de Putin no es su aliado.
Ante este panorama, existen dos alternativas de gobierno en Rusia: el nacionalismo moderado representado por Putin o el nacionalismo extremo que sumiría a la Federación Rusa en una guerra civil generalizada y su destrucción.
Rusia ha puesto de manifiesto con sus acciones busca reconciliarse con su pasado soviético para lograr una deferencia a sus intereses que le permita construir una esfera de influencia. Busca consolidar un mundo multipolar bajo su liderazgo, mientras los EEUU continua comportándose como si fuera la única e indiscutible potencia mundial con una total falta de sensibilidad hacia los intereses rusos. Por tal motivo, Rusia ha cultivado relaciones bilaterales con Estados que los norteamericanos consideran una amenaza para la seguridad mundial como Venezuela, Siria e Irán.
La estrategia rusa parece haber funcionado ya que siempre ha querido tener un papel en la esfera internacional. Mientras en el pasado se le ignoraba, su actitud desafiante le ha permitido obtener la atención que añoraba.
Al parecer para los EEUU y Rusia no fue suficiente una Guerra Fría. Sus acciones, sino han revivido con certeza el enfrentamiento, por lo menos han demostrado que sus relaciones han caminado por el sendero equivocado de la confrontación.
Los EEUU necesita desarrollar una política más calmada, estratégica y a largo plazo hacia Rusia. Parte de esa política debe ser el apoyo a la prensa y grupos independientes que aún existen en Rusia. Igualmente, es necesario que los EEUU cierre el centro de detención de Guantánamo para poder comenzar el difícil proceso de reconstruir su credibilidad y prestigio internacional.
Los EEUU y Rusia enfrentan el gran reto de reparar sus relaciones bilaterales. Es una realidad que ambos países han demostrado que se desconocen. Es por ello, que los primeros pasos de un acercamiento deben comenzar por comprender la dinámica interna que se desarrolla en cada país, como son la mayor influencia de la religión en el proceso de toma de decisiones y el giro conservador que han experimentado sus sociedades. De lo contrario, seremos testigos de una guerra gélida.