La Iniciativa de la Cuenca del Caribe
La Iniciativa de la Cuenca del Caribe (ICC), o el Caribbean Basin Iniciative, se trató de una herramienta de la política exterior norteamericana vinculada estrechamente a la guerra fría del ex Presidente de los Estados Unidos (EEUU) Ronald Reagan. La ICC fue en sus orígenes un programa económico pero con claros objetivos políticos y de defensa concebida para ayudar a los países caribeños a exportar productos a los EE.UU. y estimular el sector privado en la región. El programa permitía la entrada a los EE.UU. de la mayoría de los productos caribeños (74 por ciento) libres de arancel. Esa iniciativa norteamericana, que también incluía ayudas e inversiones, beneficiaba más a las islas pequeñas de la región.
La ICC no estaba realmente dirigida para satisfacer las necesidades de desarrollo de los países del Caribe. No incluyó el comercio libre de artículos de cueros, azúcar, derivados del petróleo y textiles. Además los inversionistas norteamericanos, por razones de inestabilidad política, no estuvieron muy entusiasmados con la propuesta de invertir en Guyana, Trinidad y Tobago y Jamaica. A comienzo de la década de los años 90 ya existía la certeza que la ICC había sido un fracaso, pues causó pocos efectos en las economías caribeñas.
Además de las críticas anteriormente señaladas a la ICC, debemos añadir: 1) la falta de instituciones en el programa; 2) exclusión de los países que no se encontraban bajo la órbita de los EE.UU. como Cuba; y 3) no prestaba atención especial a los problemas sociales y económicos de los países más pobres de la región.
Puerto Rico tuvo un papel protagónico en la ICC, bajo el establecimiento de “plantas industriales gemelas” en la que una cadena de producción industrial era dividida entre una fábrica en Puerto Rico y otra en algún país del Caribe. Se trató de una política exterior puertorriqueña subordinada la política exterior norteamericana hacia la región. Este protagonismo puertorriqueño en la política exterior norteamericana hacia el Caribe del ex Presidente Ronald Reagan trajo graves consecuencias al desarrollo de la política exterior puertorriqueña hacia el Caribe, que es vista por algunos como vinculada a los intereses norteamericanos. A pesar de esto, mientras Puerto Rico sirvió a los intereses estadounidenses, hubo la oportunidad de alcanzar espacios limitados a una política exterior propia.
De otra parte, el fin de la Guerra Fría sacó a relucir un limitado interés de EEUU en la zona, lo cual se ha manifestado en una reducción en las ayudas que brindaba a las economías caribeñas. En 1985 las ayudas norteamericanas a la región sumaban unos 226 millones de dólares; diez años más tardes, dicha ayuda se había reducido a sólo 22 millones. Como resultado de esta situación, la presencia e iniciativas de Puerto Rico en el Caribe prácticamente desaparecieron.
Hoy los EEUU no tienen una política exterior clara y coherente hacia el Caribe. El desbloqueo cubano y la pérdida de influencia de PetroCaribe en la región representan una oportunidad única para que los norteamericanos retomen positivamente el terreno perdido. Los puertorriqueños debemos ser prudentes en no repetir los errores del pasado de vincularnos y ser portavoces de iniciativas norteamericanas en el Caribe que responden exclusivamente a los intereses de los EEUU y no a los puertorriqueños.