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Granada: La invasión olvidada

El 25 de octubre de 2016 se conmemoran 33 años de la invasión norteamericana a la isla caribeña de Granada. Es inevitable que recordemos este acontecimiento histórico del Caribe y que nos invita a reflexionar sobre las intervenciones norteamericanas.

La isla de Granada fue testigo a finales de la década de los años 70 y comienzo de los años 80 de un periodo de inestabilidad política que demostró cuán fuerte es la presencia de los Estados Unidos (EEUU) en el Caribe. En 1979 ocurrió el primer Coup d´État en el Caribe Oriental. El gobierno del Primer Ministro de Granada Eric Matthew Gairy se caracterizó por excéntrico, corrupto, represivo, autocrático e incompetente. Gairy trabajó en Aruba en refinerías de petróleo donde se destacó como líder sindical, y regresó a Granada el día de la independencia en febrero de 1974. Su estilo de gobierno le generó muchos enemigos. Junto a sus seguidores llegó a controlar las mejores tierras expropiándolas a sus adversarios políticos. Sus guardaespaldas, los impopulares Mongoose Gang, atacaban a cualquiera que se expresara mal del gobierno y del primer ministro. La oposición creció en todos los sectores. El acto más significativo de su gobierno fue el asesinato del padre de un líder de oposición, Maurice Bishop, por parte de la policía durante los disturbios del “lunes sangriento” del 21 de enero de 1974. Por esos motivos el golpe fue recibido en la región como un alivio.

El Golpe de Estado fue ejecutado por 50 hombres el 13 de marzo de 1979 (aprovechando la ausencia de Gairy, quien se encontraba en las Naciones Unidas abogando por la creación de una institución para el estudio de los fenómenos extraterrestres) y fue promovido por un grupo de radicales de la clase media llamados The New Jewel Movement cuyo líder fue un abogado carismático, Maurice Bishop. La ideología que motivaba al grupo era el marxismo, aunque no fue hasta después del golpe que se hizo público. Tras el Golpe de Estado se instauró un gobierno revolucionario del pueblo de tendencia antinorteamericana, se instauraron reformas económicas y sociales profundas, y se establecieron relaciones diplomáticas y económicas con Cuba y Nicaragua.

El gobierno de Bishop planteó por primera vez en el Caribe Oriental un nuevo modelo de desarrollo económico como respuesta al fracaso de políticas neocoloniales. La reforma más importante fue la reforma agraria. El objetivo de la reforma fue reducir la excesiva dependencia de las importaciones de alimentos, y se tuvo relativo éxito en ese propósito. Además de la reforma agraria también se lograron grandes avances en la salud, la vivienda y la educación.

Las presiones norteamericanas lograron que la Unión Europea (UE) retrasara la ayuda a Granada. El gobierno de Bishop solicitó un encuentro con la Comisión europea para cofinanciar la construcción de un muy necesitado aeropuerto internacional en Point Salines. Los EE.UU. protestaron y expresaron que dicho aeropuerto serviría para transportar tropas cubanas a Angola. Bishop negó en todo momento que el nuevo aeropuerto tuviese propósitos militares, sino que estaba vinculado por estudios de desarrollo que databan de la década de los años 50, al desarrollo del turismo a través de la capacidad de recibir aviones comerciales de gran tamaño. La ausencia de un aeropuerto adecuado era un evidente obstáculo para el crecimiento de la economía ya que el aeropuerto existente (Pearl) era arcaico por tener sólo 1,671 metros de pista y estar localizado entre montañas y el mar. Sin un aeropuerto adecuado los turistas continuarían haciendo escala en otras islas donde abordarían aviones pequeños hasta Granada, y además se haría imposible aumentar las exportaciones agrícolas. Debido a presiones norteamericanas ningún país de la UE quiso participar en el proyecto. Es cuando la presión norteamericana impide la ayuda Europea que Maurice Bishop recurre a los cubanos, Libia, Argelia, Irak, Nigeria, Venezuela y algunos países escandinavos.

El 18 de noviembre de 1979 Bishop anunció la llegada de 250 cubanos con el propósito de comenzar la construcción de un aeropuerto internacional; paulatinamente los cubanos en la isla alcanzaron ser 700. Simultáneamente la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) instaló una Embajada con plenas funciones. La crisis que se originó en Granada llegó a su clímax cuando un pequeño grupo marxista leninista liderados por Bernard Coard asesinó a Bishop el 18 de octubre de 1983. El asesinato de Bishop propició la intervención militar norteamericana el 25 de octubre de 1983 con 400 marines por el aeropuerto de Pearl y 800 por Point Salines y con la participación de tropas de Jamaica, Antigua, Barbados, Dominica, Santa Lucía y San Vicente y las Granadinas, con el pretexto de proteger las vidas de 700 ciudadanos norteamericanos estudiantes de medicina en St. George´s University Medical School. Cabe señalar que la seguridad de los estudiantes nunca estuvo amenazada, sin embargo 24 ingenieros y trabajadores cubanos fueron muertos por tropas norteamericanas.

La invasión fue condenada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en votación de 108-9. La opinión pública norteamericana mayoritariamente apoyó la invasión, hecho que fue muy beneficioso para la imagen del presidente Ronald Reagan. Por su parte, la mayoría de los granadinos recibieron a los norteamericanos con los brazos abiertos. Los EE.UU. otorgaron 100 millones de dólares a Granada para mejorar su economía y terminar la construcción del aeropuerto en Point Salines, que por fin se convirtió en factor importante del desarrollo turístico. Cinco años después de la invasión los EE.UU. abandonó su presencia política y económica cerrando su embajada aduciendo razones presupuestarias y la poca importancia estratégica de Granada.

Documentos y estudios posteriores demostraron que los soviéticos no tenían interés alguno en expandir la revolución a Granada y que su presencia en la isla fue mínima. Granada nunca recibió ayuda o cooperación técnica de parte de la URSS.

La invasión de Granada resaltó las diferencias norteamericanas con los países europeos. Los EE.UU. no informó a Gran Bretaña de la invasión sino hasta el último momento, reflejando la tendencia histórica norteamericana de adoptar acciones unilaterales en apoyo de sus intereses en el Caribe. Además, los EE.UU. asumieron una postura inflexible ante lo que consideraba su zona de influencia, en contraste con la actitud más tolerante de los países europeos.

Desafortunadamente, nada positivo queda de esa invasión. Granada, que continua siendo una de las islas más pobres y subdesarrolladas del Caribe Oriental, y actualmente los EE.UU. no tienen con la Isla ningún programa de ayuda o asistencia económica y social. En palabras del actual Primer Ministro de Granada, Hon. Keith Mitchell, los norteamericanos no ofrecen hoy ni siquiera una sola beca para granadinos estudien en los EE.UU. Esta realidad de abandono de los EE.UU. por el bienestar y suerte del pueblo granadino, tras una invasión que fue proyectada como vital para los intereses norteamericanos y del mundo, nos invita hacer una analogía con las recientes invasiones norteamericanas en el mundo.

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