Diplomacia de ciudades
La característica principal del mundo post Guerra Fría es lo que se conoce como la Globalización. Actualmente, el concepto de la Globalización es muy conocido y atractivo. El término es utilizado ampliamente en los medios de comunicación de masas, por políticos, y hasta en la literatura académica, por mencionar algunos.
El fenómeno de la Globalización es una extensión e intensificación del capitalismo y la modernidad a nivel mundial. No se trata de una imposición desde arriba, ya que es el resultado de una reconstrucción de lo local. Además, lo local no es lo que antecedió a lo global, sino que es el resultado de la estructuración de lo global. En otras palabras, la Globalización es la universalización de lo particular, y la particularización de lo universal.
La Globalización amplió el espacio económico más allá de los gobiernos nacionales, lo que catapultó a las ciudades y regiones como actores internacionales. Este renacimiento de lo local es una consecuencia inesperada de la Globalización. No podemos engañarnos ante la triste realidad de que la mayoría de los gobiernos nacionales tratan de contrarrestar el creciente papel protagónico internacional de las ciudades y regiones, perpetuando el hecho de que el sistema internacional contemporáneo continúe siendo estatal.
Gracias a la Globalización las ciudades y regiones han podido ampliar su campo de acción, y hoy día resultan en el protagonista ideal de la cooperación internacional al convertirse en la estructura esencial y básica para el contacto con los ciudadanos en el ámbito social, cultural, político y económico.
El resurgimiento de la para-diplomacia es la respuesta comprensible a las poderosas corrientes de cambio en el sistema internacional. El reinvento de las ciudades es hoy una característica del sistema internacional contemporáneo. La diplomacia de ciudades no sólo ha venido a quedarse, sino también para ser protagonista.
La para-diplomacia es toda aquella acción exterior por una jurisdicción no soberana, que simula y se aproxima a la práctica diplomática de los Estados. Entendamos por una acción exterior los contactos entre ciudades, y entre ciudades y Estados u organizaciones internacionales.
Los objetivos principales de la diplomacia de ciudades son proteger, promover, fomentar y representar efectivamente los intereses de las ciudades y de sus ciudadanos en el exterior; mantener la mejor imagen de las ciudades en el plano internacional; atraer cooperación y asistencia técnica internacional para las ciudades; obtener nuevas ideas y proyectos de política pública de ciudades; y muy importante, promover los principios de la descentralización gubernamental y autonomía como forma de construir una sociedad más democrática en el mundo: “Un modelo de Estado y gobierno: La Ciudad Estado”.
Es lamentable que la mayoría de los gobiernos nacionales, con claras excepciones como la de México y algunas organizaciones internacionales intergubernamentales, no han asumido aún el papel protagónico internacional de las ciudades, y están reacios a ceder espacio a nuevos actores. Naturalmente, las ciudades no cuentan con los recursos humanos y económicos para asumir una actividad para-diplomática activa, lo que limita su efectividad internacional. A pesar de lo anterior, vemos un creciente número de ciudades que han establecido en su estructura de gobierno la para-diplomacia. En Puerto Rico, un ejemplo de ello es el Municipio Autónomo de Caguas.
La Globalización ha propiciado una nueva era de cooperación internacional descentralizada hacia los gobiernos locales y regionales. Como muestra de ello fue la creación en el año 2000 del Comité Asesor de Autoridades Locales de la Organización de las Naciones Unidas, y el que cada vez más programas internacionales de cooperación de organizaciones internacionales y Estados, van dirigidos a gobiernos locales y regionales.
Hoy día es una realidad que muchos Estados y organizaciones internacionales prefieren destinar su cooperación del desarrollo internacional hacia los gobiernos locales. Las razones para preferir a los gobiernos locales sobre los Estados como receptores directos de la cooperación internacional son: la menor burocracia y corrupción; que los programas e iniciativas requieren menos aportación económica; y el impacto directo de los programas e iniciativas en la población.
Desafortunadamente, los gobiernos nacionales se resisten a ceder su protagonismo en la recepción, administración y ejecución de la cooperación internacional. Estos argumentan principalmente que las ciudades y los gobiernos regionales no tienen los recursos humanos y administrativos para tramitar y desarrollar la cooperación internacional, y que sólo el gobierno nacional puede garantizar el buen uso de la ayuda. Resulta penoso que la mayoría de los argumentos de los gobiernos nacionales no estén acompañados de iniciativas y planes nacionales para dotar a los gobiernos locales de la capacidad, que dicen estos no tienen, para gestionar y desarrollar la cooperación internacional.
No hay duda que la ampliación y la consolidación de la cooperación descentralizada dependen de la descentralización de los gobiernos nacionales. Se argumenta que la mejor manera de garantizar un nuevo diseño del Estado nacional basado en las ciudades y regiones sucederá cuando un ejecutivo municipal sea electo al ejecutivo nacional. No hay duda que un ejecutivo municipal, sea un alcalde, intendente, presidente municipal, prefecto, o síndico, tiene el conocimiento y sensibilidad necesaria para propiciar un nuevo diseño del Estado nacional hacia un Estado descentralizado de ciudades y regiones.
Los gobiernos locales no pueden esperar que la reforma del Estado nacional ocurra, y deben desarrollar iniciativas locales para mejorar los recursos humanos, junto con el fortalecimiento institucional y administrativo. De igual forma, toda ciudad debe incorporar la planificación estratégica coordinada con las comunidades y barrios, la sociedad civil, el sector privado, y el gobierno nacional. Por último, las ciudades y regiones deben crear procesos de “assessment” o evalúo de programas y proyectos municipales. Todas estas iniciativas, junto a campañas de educación sobre la importancia de los gobiernos locales a nivel internacional, nacional y local, lograrán a largo plazo propiciar la reforma del Estado nacional y la transparencia necesaria para ampliar y consolidar la cooperación descentralizada.