El 25 de enero de 2016 la comunidad internacional dio un espaldarazo al proceso de paz en Colombia iniciado en La Habana. Los 15 Estados miembros del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas aprobaron por unanimidad la resolución 2261 que establece un mecanismo de supervisión para el fin de la violencia entre el gobierno colombiano y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).

Es importante destacar que la resolución fue aprobada por una unanimidad, ya que la unanimidad en el Consejo de Seguridad solo ha ocurrido 14 veces en 70 años de historia de la Organización. Esta unanimidad es una manifestación contundente de que Colombia no estará sola en el camino hacia la paz, y como dijera el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos Calderón, se trata de una garantía del cumplimiento de los acuerdos de paz que aún están por suscribirse. Al parecer no hay marcha atrás, y Colombia se acerca cada vez más a la paz que parecía imposible.

Para los puertorriqueños debe ser motivo de celebración el que el hermano país alcance la tan anhelada paz. No solo nos unen lazos culturales e históricos con Colombia, sino que sin lugar a dudas, la paz propiciará un ambiente de estrechamiento de nuestras relaciones bilaterales, lo que traerá beneficios a nuestros pueblos y la región.

Igualmente, los puertorriqueños debemos reconocer lecciones del proceso de paz colombiano. En primer lugar, que no hay problema, que por imposible que parezca resolver, que no tenga solución, si se establece un diálogo y negociación bajo el principio de la buena voluntad, el consenso y el bien común. Además, que el apoyo internacional es fundamental en todo proceso político de reconciliación o transcendencia.

Aún no es momento de cantar victoria en el proceso de paz en Colombia. Incluso, luego de la firma de la paz, queda un largo camino escabroso hacia la reconciliación nacional. Tengo plena confianza en la capacidad de los colombianos para llegar a su destino del fin del conflicto armado interno.