¿Y por qué no? El tiempo no existe; todo esta ocurriendo ahora mismo. El tiempo lo inventamos los humanos para organizar nuestra vida en este mundo material en el que vivimos con este cuerpo físico que tenemos. Pero en el mundo espiritul el tiempo no existe. Cuando estamos despiertos nuestra visión es limitada; solo vemos en la dirección en la que dirigimos nuestra mirada. Por el contrario, cuando soñamos podemos ver todos los ángulos a la misma vez; tenemos una visión de 360 grados.  Por eso decimos que los sueños nos revelan el vínculo secreto que une nuestro pasado, presente y futuro en este mundo fisico.

Todos deseamos soñar con un futuro color de rosa. Tenemos pánico a soñar con desgracias. Y la razón es que a menudo los humanos hablamos de una cosa y pensamos en otra. ¿Por qué nos creamos esa confusión mental? Sencillo: porque todos tenemos pensamientos muy íntimos que no compartimos con nadie. Y es natural.  En cambio, hay personas que guardan secretos terribles, inconfesables, de acciones que han cometido y que no se atreven a confesar a nadie.  Son personas que llevan una doble vida, que mienten continuamente; que han cometido actos que les remuerden la conciencia. La lista es larga y cada persona presenta al exterior la cara que mas le conviene. Después se preguntan por qué los únicos sueños que recuerdan son siempre tan terribles.

Debemos tener en cuenta que nuestro subconsciente graba todo lo que decimos y pensamos. Nuestro subconsciente no tiene sentido del humor y tampoco sabe distinguir una verdad de una mentira. Por eso es tan importante cuidar todo lo que pensamos y decimos todo el tiempo. Cualquier detalle al que le dedicamos nuestra atención con emoción positiva o negativa, queda grabada y luego nos acecha como ladrón en la noche o como un ángel que nos conecta con reinos armoniosos.

Todo lo que nuestra mente es capaz de producir  ya existe en este Universo. Solo necesitamos invocarlo para que se materialice, aunque no lo veamos inmediatamente. El futuro lo estamos creando minuto a minuto, en cada sueño y con cada pensamiento en el que concentramos nuestro objetivo. Para bien o para mal.  Las personas que han desarrollado el hábito de escribir sus sueños en cuanto se despiertan logran entender cómo los detalles que parecen disparates reflejan la realidad que viven. 

Al prestigioso psiquiatra y psicólogo  Carl Gustav Jung le fascinaba observar el paralelo que existe entre lo que soñamos y lo que vivimos cuando estamos despiertos.  Como buen investigador de los misterios de la mente, Jung desarrolló su teoría sobre “la sincronicidad” para intentar explicar cómo los pensamientos mas íntimos que aparecen en nuestros sueños llegan a ser la causa de las acciones que se producen en el mundo que nos rodea.

En su libro titulado “Sueños”, Jung escribió: “En las supersticiones de todos los tiempos y razas el sueño se ha considerado un oráculo acertado. No se puede negar la existencia de los sueños premonitorios. Al parecer, el sincronismo se produce fortuitamente; poder lograrlo a voluntad sería algo casi mágico”.

Nuestros pensamientos son la causa y los acontecimientos son los efectos en nuestra vida. Por lo tanto, si nuestros sueños están hechos de nuestros pensamientos,  cuando soñamos podemos ver el desfile de los posibles resultados que éstos tendrán cuando se materialicen en lo que llamamos “el futuro”.

John William Dunne, ingeniero aeronáutico y autor de An Experiment with Time (Un experimento con el tiempo), comenzó a notar cómo ciertas imágenes que había soñado luego aparecían en eventos que él no tenía forma de anticipar. En 1916 Dunne soñó con un gran fuego en una fábrica de bombas de Londres.  Esta explosión se produjo un año mas tarde y en ella perdieron la vida 73 trabajadores. Esta experiencia le demostró a Dunne que ciertamente es posible que segmentos de nuestros sueños se desplacen desde su lugar en el tiempo.

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