Querida Virginia:

“A veces veo celajes mientras estoy lavando los platos y me asusto porque siempre me ocurre cuando estoy a solas. Me han dicho que los celajes son espíritus. Mi pregunta es por qué se presentan en esos momentos”. La respuesta es bien sencilla: los espíritus no se presentan, ellos simplemente están en todas partes; somos nosotros lo que nos hacemos mas receptivos cuando estamos realizando una actvidad “autómata” donde nuestro cuerpo esta entretenido mientras nuestro espíritu puede volar a otras dimensiones. Asi de natural. La diferencia marcada aquí es nuestra capacidad o predisposición para percibirlos ya que ellos no se desenvuelven a la misma velocidad o tasa de vibraciones que nosotros.  A partir de la tercera dimensión, que es donde nosotros “los humanos” interactuamos habitualmente, existen dimensiones sutiles que escapan a nuestros cinco sentidos físicos habituales (léase: sentimos, vemos, hablamos, escuchamos y olemos).

Cuando aumentamos nuestra tasa vibracional mediante meditaciones, mantras y oraciones (el rosario católico o el  “mala” budista ayudan mucho), — que son métodos de  autohipnosis – -nuestra mente es capaz de reproducir estas imágenes como si fueran un proyector de cine.

Estos son los celajes con estelas de luz opacas sin forma definida que pasan rápidamente por nuestro lado y que percibimos con el extremo exterior de nuestros ojos o lo que solemos llamar el rabito del ojo.  Una mente relajada y un entorno tranquilo son condiciones perfectas para percibir estos celajes que pueden proceder de diversas fuentes animadas cuando estamos realizando una labor mecánica o rítmica, como es fregar platos, coser, pintar o limpiar. El resultado es que nuestra vista física se enfoca en un punto y esto abre nuestra visión periférica y la sensibilidad a mundos sutiles.

Cuando estamos realizando labores rítmicas es cuando se no ocurren ideas y soluciones a problemas que antes no habíamos encontrado. Es en estos momentos cuando nuestra mente es capaz de reproducir las imágenes; se afina la visión periférica (así se lo demuestro a nuestros participantes que acuden a nuestros talleres), que le permite a nuestra mente accesar a estados profundos de conciencia y a lo que la Ciencia llama imágenes eidéticas. El punto de la mirilla se se va desenfocando y se afina la visión periférica. Es en estos momentos en los que nuestra mente es capaz de reproducir la imágenes de nuestro intelecto y también de actuar como un radio que lo mismo recibe que transmite imágenes telepáticas.

¡Presten atención y anoten estos”momentos mágicos” en su cuaderno mágico (o libreta dedicada a estos asuntos), que les abrirán puertas a a otros mundos de conocimiento! Y luego me lo cuentan.

Con amor,

Virginia

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