El hilo que nos une y no se rompe jamás
¿Alguna vez has sentido una conexión muy fuerte con una persona que apenas acabas de conocer? Puede ser un hombre, una mujer o un niño. Sabes que algo te ata a esa persona y ella se muestra igual de confusa e intensa que tú cuando se miran a los ojos. Ambos conectan al instante y no saben por qué ni tampoco cómo despegarse. Puede ocurrirte en el lugar menos esperado. Incluso, hay veces en que sentimos un vacío en nuestra vida porque sabemos que en alguna parte de este mundo hay “una persona especial para nosotros” que no acabamos de encontrar. Podemos estar solos o casados, llenos de hijos, familiares y amigos, pero algo nos falta…. ese alguien que unos llaman el “alma gemela” y otros su “su amor eterno“. Antiguas leyendas orientales le llaman el hilo rojo que nos une por toda la eternidad, así vivamos miles de vidas. No se puede romper; nada lo destruye.
Cuenta una leyenda oriental muy antigua que a cada bebé que nace los dioses le atan un hilo rojo a su dedo meñique derecho que lo llevará a la persona cuyo destino está ligado al suyo. Este es el hilo rojo que simboliza a nuestros glóbulos rojos que reparten el oxígeno por nuestro cuerpo y aseguran el buen funcionamiento de nuestra vida física. En el dedo meñique está la arteria cubital que va directo al corazón. ¡Y lo curioso es que aquellos pueblos tan antiguos ya lo sabían, miles de años de que la ciencia la descubriera! En nuestro mundo occidental relacionamos el dedo anular al corazón, por eso portamos los anillos de matrimonio y de compromisos en éste. Pero el principio es el mismo
Ese hilo rojo es simbólico. Pero en Japón, Corea y otras localidades orientales, los jóvenes se atan un lacito de hilo rojo de estambre al dedo meñique derecho con la ilusión de encontrar su complemento amoroso en esta vida. Ellos creen en la reencarnación y esperan que esa persona a la que están unidas por ese hilo rojo se encuentra “viva” ahora para reunirse y ser felices y en miles de vidas por venir. Pero no siempre es así. Por eso tantas personas prueban su suerte en el amor muchas veces sin éxito. No encontraron a la persona con el otro extremo de su hilito rojo, figurativamente. Que conste: encontrarnos con la persona que está atada a nosotros por el extremo del hilo rojo no garantiza una felicidad perfecta al instante: representa trabajo y resolver asuntos pendientes para que nuestras vidas futuras sean todo lo bueno que deseamos, porque por algo estamos unidos “desde el cielo”.
Todos somos libre de creerlo o no. Solo les digo que ese concepto del hilo rojo de estambre también nos llega de la Kabbalah, la rama mística del judaísmo, y también representa los glóbulos rojos que protegen a nuestro cuerpo. En este caso la tradición surge de la lana envuelta en la tumba cerca de Belén de la matriarca Raquel. Ese hilo llevado en forma de pulserita con siete nudos en la muñeca izquierda nos protege de todo mal (la mano izquierda es la que recibe; la derecha es la que ejerce nuestra voluntad). Que conste que muchos rabinos ortodoxos no lo aceptan. Solo los maestros kabalistas y los rabinos reformistas son los que mantienen esta antigua tradición activa y cuentan con millones de seguidores en el mundo.
Te deseo que encuentres a quien posee el extremo de tu hilo rojo, en esta vida o en las vidas que vivas en otros tiempos. ¡Y que seas feliz porque a pesar de todo: ¡NUNCA ESTAMOS SOLOS! ¡TODOS SOMOS PARTE Del “UNO”!
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