Esa obsesión romántica de que somos la mitad de otra alma puede causarnos muchas frustraciones. No podemos desperdiciar esta vida creyendo que estamos incompletos hasta que hallemos a nuestra mitad, a nuestra “media naranja”, como se dice. Por fortuna, en el mundo hay unos cuantos espíritus afines para cada uno de nosotros y en cada edad vamos cambiando nuestra necesidad y deseos de encontrar el alma que nos corresponda.

Todos somos espíritus y como tales nos parecemos a los rayos de luz que vibran de forma sutil o densa de acuerdo con nuestro comportamiento. Es lo que en física cuántica se conoce como “String Theory”. En palabras sencilas: que cuando un espíritu vibra en forma similar a otro decimos que resuenan. Como los instrumentos musicales que se acoplan para tocar una misma partitura musical.  Las músicas cambian pero si todos los instrumentos tocan en su tiempo, resonarán en las personas que las escuchan aunque no sepan una nota de solfeo. Por eso cuando la vibración de una persona resuena en nuestro ser nos estremecemos pensando que hemos encontrado nuestra alma gemela. 

Lo que realmente experimentamos son chispazos o relámpagos con determinadas personas que sentimos que conocimos en otra vida. No los confundamos con amores a primera vista, que no son necesariamente ese amor eterno que esperamos. Son encuentros que si desembocan en una relación nos traen lecciones para evolucionar. Esas lecciones pueden ser dolorosas o gozosas; cortas o largas; pero cumplen su cometido. Luego tenemos a los compañeros de viaje, esas almas afines que encontramos como las naves se cruzan en altamar. Con estas personas compartimos una experiencia que nos fortalecerá en etapas que están por venir. Y, por último, tenemos a “ese amor real”, porque resuena con una fuerza que no empezó en esta vida ni acabará con la muerte. Y ambos lo intuimos. Ahí radica la diferencia.

Nuestro gran problema es reconocer en qué categoría cae cada persona. Cada vez que conocemos a ese amor de película es nuestro Ego declaråndose vencedor. Solo vemos lo que queremos ver y así nos dejamos romper el corazón una y otra vez.  Como me dijo el psiquiatra Dr. Maurie Pressman, co-autor del bestseller mundial “Twin Souls” (1993) cuando lo conocí personalmente: “Uno nunca sabe si se casó con su alma gemela hasta que ha convivido con ella por muchos años”.

¡No te parece que el mundo espiritual sería muy inútil si solo UNA persona vibrara con nuestra misma frecuencia! Con suerte y si la encontramos, seríamos dos náufragos en una isla solitaria y si no, ni modo: a suspirar eternamente solos. La buena nueva es que el número de espíritus que vibra con nuestra misma sintonía en esta dimension u en otras es ilimitado. En otra palabras: ¡que tienes muchas posibilidades de encontrar no una, sino varias almas afines a la tuya con las que puedes tener una relación amorosa o amistosa maravillosa muchas veces en la vida!

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