Siguiendo el tema de los objetos heredados que nos dan “mala vibra”, hoy vamos a responder a varios lectores de EL BLOG MAGICO que preguntaron si este caso también aplica a los objetos que se adquieren en los viajes turísticos.  La respuesta directa es sí, pero con diferencias que debemos matizar.

Una cosa es comprar el típico “souvenir” o recuerdo de viaje con los emblemas mas distintivos del país que visitas. Por ejemplo, en Portugal te compras un Gallo que es su animal nacional para la buena suerte; en Italia seguro que no te vas sin una  Torre de Pisa o los rosarios y bendiciones papales del Vaticano; vas a Inglaterra y traes a la familia real en tazas; en España, te surtes de abanicos, castañuelas y hasta réplicas de los famosos cuadros del Museo del Prado o del Museo del Louvre en París y …  ¡una Torre Eiffel no se le escapa a nadie! Estos y los típicos llaveros, monederos, imanes para neveras, cajitas de dulces, etc., que se producen en cantidades industriales son totalmente inocuos; no encierran otra intención que cada país ingrese divisas satisfaciendo los deseos del turista de recordar su viaje y complacer a los familiares con sus regalitos.

Ahora bien, otra cosa muy distinta es cuando vamos a países de costumbres étnicas y religiosas que desconocemos por completo. Me refiero a comprar máscaras de guerra, estatuillas religiosas que ignoramos su identidad, talismanes y conjuros que no entendemos  ni el idioma ni la utilización que los nativos les dan. Si el turista no tiene conocimientos de lo que está adquiriendo (y no se vende en una tienda de “souvenirs“), lo mejor es abstenerse. Nuevamente, observa y siente qué es lo que te provoca el objeto en cuestión. Escucha tu voz interior y no te lances a comprar algo simplemente porque” – “es raro”; – “mete miedo”,  y – “¡Ay, cuando vayan a casa y lo vean!”. No estamos generalizando, solo matizando pues también es cierto que podemos adquirir piezas de exquisito gusto y muy placenteras.

La diferencia la remarcamos porque conocemos de casos en que han colgado en las paredes de sus casas pinturas étnicas, máscaras, figuras de voodoo y han enmarcado conjuros solo por el afán de dar un toque “exótico” a su decoración. Los resultados en esos casos nunca fueron agradables y los propietarios terminaron deshaciéndose de los artículos y hasta buscando ayuda espiritual para disolver la “fuerte vibración” que llegó a alterar la armonía de sus hogares.

Asi que ya sabes: “Ante la duda, se saluda”.  Si no sabes nada de ese objeto extraño, pregunta, investiga  y te aseguras de que realmente lo deseas y no va a alterar negativamente el balance energético de tu hogar.

¡A tu juicio, queda!

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