El acceso a la banda ancha debe ser un tema prioritario en la agenda de cualquier gobernante. Si algo se ha demostrado desde el inicio de esta pandemia es la importancia de crear estrategias efectivas para la reducción de la brecha digital.

Llevamos casi un año y muchos de nosotros hemos hecho malabares para conectar nuestros hijos a sus clases virtuales y compartir la conexión de Internet para cumplir con nuestras responsabilidades laborales. En muchas ocasiones un smartphone es la única herramienta de trabajo y a su vez el suplidor de conexión a Internet en el hogar. Otros optan por acercarse a un Wi-Fi público para poder cumplir con el deber. Son muchos los retos que enfrentamos en Puerto Rico y que en muchas ocasiones se pasan por alto.

Luego que los huracanes Irma y María azotarán a Puerto Rico, nuestra infraestructura de telecomunicaciones no ha sido la misma. Se reconoce grandes inversiones por parte de las empresas de Telecom y eso es positivo, pero queda mucho por hacer. Lugares que en alguna ocasión existieron líneas de cobre, hoy tendrán que esperar que algún ISP (Internet Service Provider) los conecte a través de alguna tecnología Wireless. Esta situación hace más notable la necesidad de conectar a los que no están conectados.

El mercado se mueve a 5G y en otros lugares ya se habla de 6G, pero aún hay familiar que desearían tener, aunque fuera una conexión dial-up. A este escenario le añadimos la inestabilidad de nuestro sistema eléctrico, que como dicen en mi pueblo, “nos deja a pie a la menor provocación.” Es por esta razón que debemos evaluar el modelo de redes comunitarias de Internet y su integración con energías renovables.

El modelo de redes comunitarias de acceso a Internet funciona con una infraestructura de comunicaciones desplegadas en comunidades o sectores que son operadas por ciudadanos, donde buscan poder tener en cuenta sus propias necesidades de conectividad.

Para que este tipo de modelo funcione necesita el apoyo de diferentes sectores de nuestra sociedad. Además, es importante el establecimiento de una política pública clara sobre el tema y una normativa que facilite el proceso. Es importante educar sobre los beneficios que trae este modelo de redes y cuáles son los recursos necesarios para que ciudadanos en Puerto Rico puedan crear su propia red. Como primer paso es conocer donde estamos posicionados en el tema de adopción de Internet y comenzar a estudiar nuestras necesidades reales.

Nos es distribuir grandes cantidades de computadoras y tabletas sin tener los datos que apoyen un despliegue de este tipo. Es identificar las áreas de oportunidad y llevar de la mano al ciudadano para que pueda adoptar de mejor forma la tecnología.

Siempre van a existir barreras, pero es momento de romper con la estructura tradicional y adoptar modelos innovadores. Como lo ha hecho Casa Pueblo en el municipio de Adjuntas con sus proyectos de autogestión comunitaria utilizando la energía solar como aliado de sus microrredes.

Esto es solo el comienzo de una serie de notas donde quiero dar a conocer las oportunidades en el tema de las redes comunitarias de Internet y como en Puerto Rico podemos insertarnos en la discusión mundial.  Si le interesa conocer más sobre este tema, la organización Internet Society tiene una sección completa en su portal donde pueden obtener más información y posibles ideas.

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