Donald Trump se ha promovido como si fuera Edwin Díaz, el cerrador del equipo nacional de béisbol de Puerto Rico. Y en su primera prueba en el circo grande, falló. No pudo cerrar un acuerdo para reemplazar Obamacare con el proyecto republicano que se debatió en la Cámara de Representantes de Estados Unidos hasta la media tarde del viernes.

En el anterior blog, comentaba que con esa legislación es que la presidencia de Trump comenzaba a tener consecuencias para los congresistas republicanos. Al final del camino, suficientes conservadores y moderados decidieron que era mejor desafiar a Trump y al speaker Paul Ryan que poner en riesgo sus ideas o su reelección en 2018.

Trump actuó en los primeros dos meses como el nuevo sheriff del barrio. Pero, eran los tiempos de órdenes ejecutivas, que parecieron tener como objetivo mantener la proyección pública que sus estrategas consideran le ayudaron a ganar la Casa Blanca.

Aún así, el decreto que más promovió – el veto migratorio a personas que llegan a EEUU procedentes de hasta siete países de mayoría musulmana-,  sigue frenado en los tribunales.

El presidente Trump ha indicado que lo próximo en su agenda será intentar legislar una reforma contributiva, un tema que debido al impacto en los incentivos para la inversión de empresas manufactureras estadounidenses será también fundamental para el archipiélago boricua.

Pero, para Puerto Rico el debate a ciencia cierta se centra ahora en la posibilidad de incluir en la próxima resolución de gastos del gobierno federal, que tiene que aprobarse a más tardar el 28 de abril, una porción significativa de los cerca de $1,200 millones que ha destinado Obamacare, por medio de Medicaid, al sistema de salud de Puerto Rico.

Esos fondos pueden vencer a finales de año, dejando un hueco en el próximo año fiscal de alrededor de $600 milllones en el presupuesto de Puerto Rico. Pero, la cosa sería peor a partir del año fiscal 2018-2019.

Bajo el plan fiscal certificado por la junta que controla las finanzas públicas de Puerto Rico, el gobierno de Ricardo Rosselló no cuenta con un centavo más de los fondos que ahora otorga Obamacare. El gobernador no cree que eso sea un desincentivo. Pero, en el Congreso puede verse de forma diferente.

El plan fiscal del gobernador, además, indica que si se extiende el mismo nivel de asignaciones que había permitido Obamacare, se podrá pagar el servicio de la deuda.

“Me preocupa que en varias de las oficinas de los demócratas consideren que asignación de fondos para Mi Salud le permita a Rosselló pagar la deuda pública. De no conseguir la continuidad de los fondos el descuadre en el presupuesto 2017-2018 va a ser monumental”, indicó el portavoz del Partido Popular Democrático (PPD) en la Cámara de Representantes, Rafael “Tatito” Hernández, quien fue parte de la delegación bipartidista que tuvo reuniones la semana pasada en el Congreso, en momentos en que en la Cámara baja federal se aproximaba el fracaso del proyecto Ryan/Trumpcare que buscó reemplazar la legislación emblemática del entonces presidente Barack Obama.

La comisionada residente en Washington, Jenniffer González, ha indicado que la extensión de los fondos de Medicaid la impulsará en todo vehículo legislativo posible.

Pero, después del speaker Paul Ryan haberle anunciado a ella y a los republicanos Sean Duffy (Wisconsin) y Carlos Curbelo (Florida), que la asignación no iría en el abortado proyecto que buscó sustituir Obamacare, el propio Duffy sostuvo a mediados de la semana pasada que el plan era promoverlo como parte de un posible ómnibus presupuestario en abril.

El Congreso tiene que extender a más tardar el 28 de abril las asignaciones federales de este año fiscal 2016-2017, que termina el 30 de septiembre. Si más allá de extender el mismo nivel de gastos de la era del expresidente Obama, el Congreso decide añadir nuevas asignaciones, un apartado para extender aunque sea una porción de los $1,200 millones que se han utilizado de Obamacare para Mi Salud, tendrá mejores oportunidades.

El tiempo corre en contra del gobierno de Puerto Rico. La mayoría republicana de la Cámara baja empezará la semana aturdida, pues no ha sido poca cosa el golpe al liderato del presidente Trump y el speaker Ryan. Y el tiempo para legislar de aquí al 28 de abril, es muy limitado, pues ambas cámaras legislativas tienen previsto suspender dos semanas sus trabajos de abril debido al receso de Semana Santa.