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Pepe Mujica: No somos corderitos”

El presidente de Uruguay, José “Pepe” Mujica,  no titubeó ayer al confirmar que ha intervenido a favor de los esfuerzos por la excarcelación del prisionero político puertorriqueño Óscar López Rivera.

A Mujica se le había solicitado que elevara su voz a favor de López Rivera, quien el próximo día 29 cumple 33 años en prisiones estadounidenses tras ser acusado de ‘sedición’ por sus vínculos con las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional (FALN).

Y, como muchos de los esfuerzos que se hacen a favor de López Rivera,  Mujica había cumplido la encomienda fuera del ojo público.

“Nosotros conseguimos esa información e hicimos lo que teníamos que hacer. Nos callamos la boca y pedimos por ese ciudadano. Sabemos que lleva 33 años en prisión”, indicó Mujica a preguntas de El Nuevo Día, en una conferencia de prensa.

Sobre la situación política de Puerto Rico, Mujica dijo que tiene una posición histórica, que ahora como presidente de Uruguay no va a suavizar.

“Puerto Rico es una de las naciones que componen América Latina. Pero, va a ser difícil que pueda convencer a Estados Unidos. Algún día Estados Unidos comprenderá el camino menos traumático para esa relación. Pero, pienso que Puerto Rico es parte de la familia latinoamericana. No es necesariamente una visión del estado uruguayo, pero es lo que piensa Pepe y porque estoy de presidente no lo voy a disfrazar”, subrayó.

‘Pepe’ Mujica, quien cumple 79 años el próximo martes, es presidente de Uruguay desde 2010 y está en el último año de su mandato, sin poder ir a reelección.

Fue guerrillero, en el Movimiento de Liberación Nacional-  Tupamaro. Vivió en la clandestinidad. Cumplió 14 años de prisión, dos de ellos en confinamiento solitario, durante la época de la dictadura militar en su país. 

Ahora es visto como un socialista moderado.

Momentos antes de la conferencia de prensa, Mujica estuvo reunido con el presidente Barack Obama, quien lo reconoció como como un gobernante con “extraordinaria credibilidad en asuntos de  democracia y derechos humanos, debido a sus firmes valores y su historial personal”.

Mujica hizo la advertencia de que el tema de las relaciones entre Puerto Rico y Estados Unidos – el cual la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), con su respaldo, ha adoptado como un asunto de interés-,  no lo planteó en su conversación con el presidente Obama.

En su reunión con el presidente Obama sí elevó su reclamo de Estados Unidos mejore las relaciones con “un país fundamental” como Brasil, tras las tensiones entre Washington y Brasilia al conocerse que la NSA espió conversaciones de la presidenta brasileña, Dilma Rouseff.

Según la prensa uruguaya, aunque Mujica en la conferencia de prensa no dio precisiones, Obama le planteó sus preocupaciones sobre Venezuela y el mandatario sudamericano alzó la voz por mejores relaciones con Cuba.

En tono a Cuba, habría abogado por la excarcelación de los cubanos convictos en Miami de espiar a nombre del gobierno de La Habana. “Pienso que este gobierno (el de Obama) es el más maduro para mejorar la relación con Cuba. Hasta ahí llego. Es lo que le puedo decir”, dijo.

Mujica es tal y como lo describen. No es partidario de los protocolos ni de las pompas. Vive en su propia casa modesta, y solo utiliza el palacio presidencial para las actividades oficiales. Ha hecho claro cuánto detesta la corbata, la que ha descrito como “un trapo miserable” y “servilleta bien incómoda”. 

Dirigiéndose a la prensa de su país, puso en perspectiva los esfuerzos para facilitar el acceso de la carne y los cítricos de Uruguay al mercado estadounidense. “No quiere decir que eso esté a la vuelta de la esquina”, afirmó, al indicar que ver el éxito de ese tipo de discusiones puede verse en dos o tres años.

Cuando a su ministro de Educación, Ricardo Ehrlich, sentado fuera de la mesa, no le funcionó el micrófono, tranquilamente se levantó para cederle la silla.  Mientras sus funcionarios hablaban, él los miraba, muy pendiente, pero tomando su mate.

Al gobierno del presidente Obama le ha pedido apoyo en su campaña contra el tabaquismo, en momentos en que Philip Morris intenta frenar en los tribunales las fuertes advertencias que hace Uruguay sobre los daños que causa fumar cigarrillo.

Como fumador, antes a tiempo completo y ahora dice más como ‘aventura’, sabe que “es una plaga que no te la sacas más una vez la contrajiste” y que la campaña de Uruguay se enfrenta a intereses corporativos poderosos.

Mujica tiene el semblante de ese profesor sabio con el cual todo el mundo quiere tomar clases. 

Y la firmeza de un dirigente político que no está en el poder para congraciarse con nadie. Ni siquiera con un presidente de Estados Unidos que le ha reconocido, en la práctica, como la voz más pura de la izquierda latinoamericana.

“No tenemos que ser enemigos – afirmó Mujica-, pero tampoco somos corderitos”.

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