La respuesta de la Casa Blanca a los que soñaban con la idea de que el presidente Barack Obama destituyera al gobernador Alejandro García Padilla, debe de una vez por todas, además, acabar con el cuco de la posibilidad de que el gobierno federal le imponga a Puerto Rico una junta de control financiero. ( http://blogs.elnuevodia.com/desde-washington/2015/05/03/el-fantasma-de-la-junta-de-control-financiero/ )

El proceso de destitución de un gobernador de Puerto Rico, indicó la declaración del presidente Obama – colgada el viernes en la tarde, el momento preferido de los que buscan decir las cosas y salir corriendo,  en la página de internet de la Casa Blanca -, es un asunto “bajo el amparo” de la Constitución puertorriqueña.

No es que se ponga en duda el poder del Congreso sobre la Isla, por medio de la cláusula para territorios de la Constitución estadounidense, que mantiene a Puerto Rico bajo un sistema colonial.

Pero, no es previsible, bajo el sistema jurídico estadounidense, que se viole el debido proceso de ley en un caso como éste y se destituya, porque le da la gana al gobierno federal, a un gobernante de un territorio, cualquiera que sea.

Lo mismo ocurre con el fantasma de la junta de control financiero. No es posible que el gobierno federal decida unilateralmente arrebatarle la administración de los asuntos del día a día al gobernador de Puerto Rico, en pleno siglo 21, sin proponer un cambio de status. No tiene ningún sentido político ni ninguna base práctica.

Eso no quiere decir que un gobierno territorial pueda consentir a ese tipo de junta. O que el gobierno federal decida establecer un mecanismo unilateral para velar por sus fondos federales.

Pero, insisto los argumentos de que un presidente o un Congreso pueden asumir sin consecuencias la administración de la Isla  o – como dijera el republicano George W. Bush -, regalarle el país a otra nación, son teorías de otra era.

Esta interpretación no desviste al “Estado Libre Asociado” de su traje colonial. Solo que en estos tiempos, el gobierno federal no está para hacer desnudos. Trata de ejercer su poder, sin llamar la atención.