Evangelio inclusivo, pero no permisivo (1)
El verdadero y único evangelio, el de las buenas nuevas de salvación que trajo Jesús a la humanidad, es inclusivo. Esa debería ser una buena noticia acogida con beneplácito por aquellos que suelen rechazar al cristianismo, la Biblia y todo lo que tenga que ver con Dios. Debería ser visto con agrado por esta sociedad del siglo 21, que tanto reclama inclusión.
Porque si bien es cierto que en la historia de la iglesia por momentos se ha fallado en llevar el mensaje verdadero del evangelio, no es menos cierto que siempre han habido mensajeros que han proclamado la verdad y esencia del por qué Cristo vino a este mundo: el ser humano nace separado de Dios por su naturaleza pecaminosa, pero a la vez Dios hizo provisión en su Hijo para restaurar la relación de la humanidad con su Creador.
En otras palabras, que aunque el mensaje del evangelio le parece duro y ofensivo a muchos, sobre todo cuando se le señala su condición pecaminosa, deberían entender que ese mismo evangelio también ofrece la buena nueva de salvación. Quiere decir también que cuando la Palabra de Dios señala el pecado, y nos manda a nosotros los creyentes a señalarlo, es con un propósito restaurador. Eso seguirá ofendiendo a muchos y molestando a otros que seguirán tildando de locura al evangelio. Pero ¿acaso no deberían estar aliviados aquellos que se sienten excluídos y a quienes Cristo les está invitando a cenar con él?
“Como yo disciplino y castigo a los que amo, tendré que castigarte si no abandonas esa indiferencia y te arrepientes. Yo estoy siempre a la puerta y llamo; si alguno escucha mi voz y abre la puerta, entraré y cenaré con él y él conmigo”. (Apocalipsis 3:19-20 NBD)
Por eso es que el verdadero y único evangelio que Cristo predicó y nos mandó a predicar a nosotros también, es inclusivo. Es inclusivo porque Dios mismo, a través del Hijo, está llamando a pecadores. Les está confrontando al decirles, ustedes son pecadores. Pero a la misma vez les abre una puerta al perdón, una oportunidad que viene acompañada de restauración. Sin embargo, tiene que haber un cambio. La reacción natural a semejante regalo no debería ser que me quede igual en mi situación pecaminosa, pretendiendo engañarme porque supuestamente me siento bien conmigo mismo.
Porque es inclusivo, es que Jesús procuraba juntarse con pecadores a cenar con ellos y relacionarse de diversas maneras, mientras los religiosos de la época, que lo único que respetaban eran los rituales y la ley, no daban espacio al amor que predicó Jesús y que invitaba a seguirle aun cuando alguien fuera confrontado.
Por eso, personas de la Biblia como la mujer sorprendida en adulterio y Zaqueo el recaudador de impuestos, aun habiendo sido confrontados por el mismo Jesús en sus transgresiones, en lugar de sentir desprecio por el Maestro lo siguieron y lo apreciaron por el mensaje inclusivo de Jesús.
En cambio, tanto en aquel tiempo como en este actual, otros repudiaban y repudian el mensaje del evangelio, precisamente porque es un mensaje que demanda transformación.
Debe quedar claro que el mensaje del evangelio verdadero que predicó Jesús, es inclusivo, pero no permisivo. Esa es la condición que a una gran parte de la humanidad no le gusta. A la sociedad de hoy, incluso a algunos que se autoproclaman cristianos, lo que les gusta escuchar es “Cristo te ama, Cristo te acepta”. No obstante, les disgusta la otra parte del mensaje, que indica claramente, “no peques más”. Sin esa parte, el mensaje del evangelio está adulterado. En realidad, no es evangelio, sino un mensaje de motivación, que es lo que muchas personas buscan, aunque esto no traiga un cambio que edifique su vida.
Desean motivación, pero a la larga la motivación se desinfla y la persona seguirá viendo los mismos resultados producto del pecado. La peor parte es que muchas iglesias y pseudopredicadores han cedido y están cediendo a la tentación de predicar lo que le gusta a la feligresía, no lo que expone la Palabra de Dios. Están haciendo esto por varias razones; que la gente no se ‘ofenda’, que no se vaya de sus congregaciones, y por ende, que esto no redunde en la merma de los diezmos y ofrendas.
En cambio hay otros siervos que el Señor ha levantado en este tiempo y a quienes ha fortalecido para resistir dicha tentación y animarlos a navegar contra la corriente cultural, y a preservar la integridad del evangelio, a pesar de que muchos feligreses se le marchen de la congregación.
En la próxima ocasión escribiré sobre cómo actuó Jesús cada vez que se topó con pecadores mientras caminó en la Tierra.