Esperar o desesperarse
Entre los requisitos de cómo debe ser nuestra oración, mencioné la semana pasada citando al autor Wayne Grudem, que al orar debemos esperar en el Señor, reconociendo que en él está la respuesta a nuestras peticiones.
No pensaba ampliar más por el momento sobre el tema de la oración, pero hace un par de domingos mi pastor enseñó que nuestra esperanza debe estar fundamentada en la Palabra de Dios, y como pasaje bíblico base citó el Salmos 119:49:
Acuérdate de la Palabra dada a tu siervo, en la cual me has hecho esperar ansiosamente. Ella ha sido mi consuelo en mi aflicción, porque tu promesa me ha dado vida.
No voy escribir aquí sobre el mismo tema, pero sí voy a profundizar un poco más acerca de la oración, porque vi una relación en el sentido de que también cuando oramos, es un mandato esperar en Dios.
Y sé que el vocablo mandato es uno que a muchos les incomoda, al igual que las palabras disciplina, corrección, pecado y tantas otras que la Biblia menciona, donde nos deja ver la necesidad de que seamos transformados. Pero quienes se resisten al consejo y la Palabra de Dios, se pierden de la bendición que encierran sus dichos, pues si bien la Biblia contiene mandatos, también está llena de promesas para nuestro bien. Dicho de otro modo, tenemos leyes que cumplir, pero también hay bendiciones que aguardan para los obedientes.
Ese verso del Salmos 119:49 demuestra que esperar en Dios es un mandato. No es solo que leamos la Biblia y conozcamos las promesas de Dios. Tenemos que esperar con la esperanza de que él puede cumplirlas. Eso es fe. Y no es solo orar, es esperar en él por una respuesta. Es uno de los requisitos de la oración, al igual que la fe, como vimos la semana pasada.
Meditando en ese pasaje del Salmos 119 luego de la reunión, y buscando otros versículos, pude ver que la Biblia está llena de pasajes en que Dios nos habla de la necesidad de que esperemos en él cuando nos acercamos en oración.
Pero veamos primero varias definiciones del verbo “esperar” según el Diccionario de la Real Academia Española. Y quiero citarlas, porque si aplicáramos las siguientes acepciones de la palabra esperar a nuestra vida como creyentes, verdaderamente seríamos personas de fe, que sabríamos depender de Dios y aguardar por su voluntad, en lugar de apresurarnos a actuar por nuestra cuenta sin consultarle antes en oración.
Según la RAE, esperar es;
1. Tener esperanza de conseguir lo que se desea.
2. Creer que ha de suceder algo, especialmente si es favorable.
3. Permanecer en sitio adonde se cree que ha de ir alguien o en donde se presume que ha de ocurrir algo.
4. No comenzar a actuar hasta que suceda algo.
5. Dicho de una cosa: Ser inminente o inmediata.
6. Poner en alguien la confianza de que hará algún bien.
Y hay varias razones para esperar en Dios, aparte de ser un mandato. Por ejemplo, Lucas 18:6-7 es uno de varios pasajes en que Jesús enfatizó que si pedimos al Padre, él nos dará. Claro, esa petición tiene que ser conforme a su voluntad. Pero nuestro problema es que no entendemos ni hacemos lo que nos dice la Palabra; no oramos, no pedimos.
Pero no pedimos porque no estamos acostumbrados a orar. Y me incluyo, porque si bien estoy escribiendo del tema de la oración, muchas veces es lo último que hacemos. Intentamos todo en nuestras fuerzas, y cuando estamos desesperados y ya no nos sale nada, entonces recordamos lo que debimos haber hecho primero antes de actuar.
Pero otra razón por la que muchas veces no oramos de primera intención, es que preferimos quejarnos. Eso, en lugar de orar y presentar nuestras peticiones como se nos instruye en Filipenses 4:6:
Por nada estéis angustiados, antes bien, por la oración y la súplica, en todo sean conocidas ante Dios vuestras peticiones con acción de gracias.
Interesante que ese versículo no solo nos manda a que presentemos nuestras peticiones a Dios, sino que nos insta a hacerlo con acción de gracias. Y creo que el apóstol Pablo, al escribir esta carta, expresó eso por dos razones. Primero porque un espíritu de gratitud, de acción de gracias, es contrario a la queja. Y segundo, porque cuando le damos gracias a Dios en oración, no solo es que estamos siendo agradecidos y reconociendo que él es la fuente de toda provisión, sino que también estamos actuando en fe al dar gracias por algo que estamos orando y aún no hemos visto.
La próxima semana mencionaré algunas promesas que menciona la Biblia, que se cumplen cuando esperamos y dependemos de Dios.