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Artificial o natural

Vivimos en un mundo donde impera lo artificial. Donde se celebra lo que no es verdadero, mientras lo auténtico se mira como algo raro y la gente hasta lo resiste.

En este mundo artificial lo que es verdadero le molesta a muchos. Otros presentan como verdadero lo falso. Lo artificial lo promueven como superior a lo natural. Tratan de creerse la mentira quienes la promueven, pero ellos mismos saben cuando es falso.

Si no lo supieran, entonces no andarían tratando de ‘vender’ como natural lo que es artificial, ni como verdadero lo que es falso o imitación.

En un mundo artificial como el que vivimos, debemos cuidarnos de que lo que se nos presenta como verdadero, realmente sea una imitación y un engaño.

Lo que aquí expongo se vive en todos los renglones. En la comida, en las relaciones, en los estilos de vida y hasta en el aspecto espiritual.

Por ejemplo, en la comida, la publicidad y las etiquetas nos presentan como saludable lo que realmente es dañino a la salud. Y aunque muchos alimentos o bebidas contienen hoy día sabores artificiales, le presentan al consumidor la falsa idea de que es natural.

Entonces, lo que debería ser la norma, se presenta como la gran excepción, y por eso te lo cobran más caro. ¿Un ejemplo? Los alimentos orgánicos. ¿No es lógico pensar que todo debería ser natural? Ni siquiera debería llamarse orgánico, a no ser porque ya vivimos en un mundo en que todo lo concerniente a los alimentos es altamente procesado y alterado de su estado natural.

En lo que respecta a relaciones, ya nos conformamos con tener amigos a distancia a través de las redes sociales. No vengo aquí a demonizarlas, pues yo las uso y creo que se le pueden dar buenos usos.

Pero es triste que muchos hayan sustituido el contacto y las conversaciones cara a cara, por la fría conversación a través del email, del Facebook o de los famosos mensajes de texto, cuando uno lo que quisiera muchas veces es tener la oportunidad de hablar y de ser escuchado. No hay nada más frustrante que tener el deseo de una conversación, pero que siempre todo quede en un par de textos sin poder escuchar la voz de ese amigo, de ese ser querido.

Otro ejemplo. Recuerdo el episodio que vivimos mi esposa y yo al nacer mi segundo hijo. El pediatra de turno que asistió en el parto, indicó que el bebé no podría ser lactado en esos primeros días hasta que los niveles de bilirrubina se normalizaran. 

Nos habíamos informado muy bien de antemano, pero comoquiera tuvimos dudas. Así que buscamos una segunda opinión de quien era el pediatra de nuestro niño mayor, y este no solo nos aclaró que la lactancia no tenía por qué ser interrumpida en ese caso particular, sino que nos orientó para hacernos saber que la recuperación del bebé sería más rápida si se reanudaba la lactancia. Y eventualmente así fue. Pero antes tuve que pasar el tortuoso proceso de sacarlo del hospital donde nació, por la intransigencia del director pediátrico de aquella institución.

Traigo a colación esta experiencia, porque aunque en mi caso no tenía conocimiento ni fundamento bíblico en ese entonces, hay algo que Dios nos ha dado a todos y es una mente para pensar y para utilizar la lógica. Y la lógica me hacía preguntarme, ¿cómo era posible que la leche materna le hiciera daño a mi hijo recién nacido, y que la fórmula fuera mejor opción, cuando es algo producido artificialmente en laboratorios? Que me perdonen las farmaceúticas. Pero su producto no es mejor opción para la alimentación de un ser humano.

Ese es solo un ejemplo de cómo se sustituye lo natural, por las imitaciones, por lo falso o por lo que es simple apariencia, pero no es real.

Vivimos en un mundo en el que incluso, cuando lo falso o lo aparente es confrontado con la verdad, aquellos que no quieren tener que ver nada con la verdad, se molestan porque su mentira fue puesta al descubierto. Lo irónico es que en todo el proceso, aunque ciertas personas no creen en la verdad, quieren dar la apariencia de que su mentira está alineada a la verdad. Pero eso solo les interesa cuando son descubiertos.

En el caso que les mencioné sobre mi experiencia con el nacimiento de mi hijo menor, esto lo vi claramente. El pediatra de turno que asistió su nacimiento insistía que no podía ser lactado mientras tuviera la bilirrubina alta. Pero cuando mi esposa y yo manifestamos por escrito nuestra queja al hospital sobre el trato del médico al expresarle nuestro punto de vista, y de cómo fue denegada nuestra petición para que se le permitiera a mi esposa lactarlo, entonces la defensa de este médico fue asegurar que él era un médico pro lactancia. ¿Seguro? De haberlo sido, por qué no conocía la información que me ofreció el otro médico?

Tomemos el ejemplo del matrimonio. La sociedad actual ha desprestigiado el matrimonio. Muchos lo menosprecian por un lado, y hasta se hacen bromas de mal gusto para tratar de minimizarlo. Pero por el otro lado, cuando se trata de reclamar beneficios que solo se dan bajo el matrimonio de acuerdo a las leyes, muchos quieren utilizar el nombre de algo en lo que realmente no creen.

¿Por qué sé que no creen? Porque el matrimonio es una relación en la que se tiene que renunciar al egoísmo y a dejar de pensar en el yo. Conlleva un cambio de mente. En lugar de procurar el bien individual, se persigue el bien de la pareja, e incluso se debe estar dispuesto a ceder y a sacrificarse por el cónyuge en ocasiones. Sin embargo esto choca con el hedonismo que vive la sociedad del presente. Esa que busca malcriar al yo, sacando provecho y hasta explotando al prójimo.

Lo peor de todo es que estas apariencias se viven en el ámbito espiritual. Muchos que se hacen pasar por una cosa, no son mas que un espejismo. Y por ejemplo algunos quieren enseñar una imagen de piadosos y de defensores del evangelio, pero en realidad adulteran la Palabra de Dios y la mezclan con humanismo.

Lo grave es que estos falsos maestros le enseñan al mundo una imagen falsa del Dios verdadero, y lo peor es que quieren hacer creer a muchos que todos los caminos conducen a Dios. Pero la Biblia es clara que solo un camino lleva al Padre. Y es creer en Cristo, en su obra redentora en la cruz. No pueden haber dos verdades, y mucho menos cuando una contradice a la otra.

Y como había dicho en una ocasión anterior, el desprecio a la verdad, sobre todo cuando se rechaza a sabiendas, traerá consecuencias. Por eso muchos serán engañados.

“Después de eso, el malvado aparecerá. Satanás lo ayudará a engañar a muchos con señales y falsos milagros. Engañará con toda clase de mentiras a los que no quisieron amar y aceptar el verdadero mensaje de Jesucristo, mensaje que podría haberlos salvado del castigo que recibirán. Dios permite que ese hombre mentiroso y malvado los engañe, para que acepten lo que es falso. Así Dios castigará a todos los que no han querido creer en el verdadero mensaje y son felices haciendo el mal. Pero cuando el Señor Jesús vuelva, con todo su poder y su gloria, destruirá con el soplo de su boca al hombre malvado, y le quitará su poder.”. (2Tesalonicenses 2:8-12)

Si algo he tenido que aprender es que la verdad costará sacrificios y hasta perder ciertas cosas, incluyendo relaciones. Pero a la larga lo que se fundamenta sobre la verdad permanecerá inconmovible. En cambio, lo que se fundamente sobre falsedad, tarde o temprano se resquebraja.

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