Kilómetro cero
Al principio, pensaba ver caras conocidas en la calle, hasta que caía en cuenta de que estoy en un país distinto, con gente distinta. Unos meses después, ya no me imagino las caras de amistades y familiares. Las caras conocidas que veo ahora no me engañan, pues veo al frutero de mi calle, a los artistas del metro y a los madrileños con quienes comparto la línea 7.
Les cuento qué hago en Madrid por diez meses y cómo llegué a esto… En mis años de escuela superior me enamoré de las lenguas romances, específicamente el italiano y el español, y dentro de éstas, el cine y la poesía. Intentando esquivar a los lectores más críticos, me adelanto para decirles que ninguna de estas artes es mi llamado y no soy escritora (aunque a veces finja serlo). Más bien, el cine y la poesía han sido las puertas a otro mundo y otras culturas. Hace dos años, mientras trabajaba como tutora de italiano en mi universidad, otra estudiante me contó que quería volver a Alemania y planeaba solicitar al programa Fulbright.
Aprendí que hay dos tipos de beca Fulbright, una para estudios e investigación y otra para auxiliares de inglés. También aprendí que el fundador y yo compartimos alma mater, The George Washington University. El programa internacional se estableció luego de la Segunda Guerra Mundial, gracias a la iniciativa del Senador James William Fulbright (1905-1995). El entonces senador resumió su visión cuando dijo: “El Programa Fulbright se propone aportar un poco más de conocimiento, un poco más de razón y un poco más de compasión a los asuntos mundiales y aumentar de esa manera la posibilidad de que al fin las naciones aprendan a vivir en paz y amistad”. En una época en la que abunda la desconfianza, valoro la oportunidad de aportar al entendimiento entre las naciones.
Ya con planes de pasar mi penúltimo semestre de universidad en Italia, y anticipando lo mucho que me iba a encantar Europa, decidí solicitar al Fulbright English Teaching Assistantship (ETA). El programa sólo permite solicitar a un país. Por mis raíces, por razones lingüísticas y por los claros vínculos entre España y Puerto Rico, España me pareció la mejor opción. ¡Casi siete meses después, me dieron la buena noticia!
Como parte del programa, me toca ser asistente de inglés en una escuela secundaria bilingüe y preparar a los estudiantes para el proyecto Global Classrooms (Modelo de Naciones Unidas). Además de esto, es mi deber emprender un proyecto comunitario, teniendo en cuenta el propósito de la beca.
La única vez que estuve en Madrid antes de la beca Fulbright, tenía quince años. Lamento decirles que pasé gran parte de mi estadía metida en tiendas como Zara y Bershka y no recuerdo mucho más. Sin embargo, sí recuerdo estar en Puerta del Sol y pisar el “kilómetro cero” que promete volver a la capital. Por casualidades de la vida o por haber seguido las instrucciones del guía turístico, ahora tengo diez meses para conocer Madrid como se debe.
Con este blog, además de relatar algunas de mis experiencias como boricua en España, quiero dar a conocer los aspectos de la vida madrileña y europea que me llaman la atención: desde el transporte público y mi obsesión con BlaBlaCar hasta la vida nocturna y las ciudades vecinas. ¡Espero que os guste!