Ucranianos: Ejemplo de compromiso con sus animales
La tragedia que el pueblo de Ucrania está viviendo en estos momentos debido a la guerra iniciada por Rusia tiene al mundo consternado. A diferencia de otras guerras, esta la estamos viviendo como si fuera en el patio de nuestras casas. Está siendo transmitida en vivo y a todo color y con todo el dolor de sus protagonistas. Y los protagonistas no solo son las personas (humanos) también los son sus animales de compañía y los animales de los zoológicos y granjas que están siendo trasladados y protegidos de las bombas.
Cuando vemos los reportajes en vivo por la televisión de las vicisitudes que esta gente está pasando, sus niños y niñas, mujeres, hombres, ancianos, el frio intenso que están sintiendo y sus rostros de desesperanza, solo pienso que nosotros como pueblo no sabemos lo más mínimo lo que es sufrir esta catástrofe provocada por una guerra.
Ya se que me dirán que hemos tenido terribles fenómenos naturales como María, terremotos, pandemia y en todos esos escenarios hemos sido resilientes como país. Y es cierto, pero en todos esos escenarios tuvimos la oportunidad de ser compasivos y solidarios como país y no lo fuimos. Y esa compasión y solidaridad a la que me refiero no es con los humanos, es con nuestros animales, seres sintientes que dependen exclusivamente de nuestra atención para sobrevivir. Son nuestros animales de compañía, domesticados por el hombre, leales, y dependientes de nosotros sus guardianes.
Hoy me levante muy temprano a leer el periódico, como de costumbre, y al ver los reportes de noticias en Internet me conmueve la estamina de ese pueblo ucraniano y su compromiso con sus animales. Vemos como las cargan consigo, al igual que cargan su inmenso dolor con la satisfacción de que si mueren lo harán con sus animales de compañía, y si sobreviven estarán acompañados por sus animales que son parte de su familia. El rostro de la tragedia tiene también el rostro de la compasión. Familias con sus hijos pequeños, sus ancianos y sus animales caminando entre escombros, cadáveres y entre la peor de la desesperanza que es no saber hacia donde verdaderamente van. Pero con sus animales y con algo de fe para emprender un nuevo camino.
Y entonces no hay forma de entender como en mi país tanta gente abandona a su suerte a sus animales de compañía por el mero y simple echo de que se mudan de casa, o de pueblo o de país. Y ese abandono muchas veces es el peor de los abandonos, ni tan siquiera los llevan a un albergue o santuario, los tiran a la calle como basura, los dejan en sus marquesinas abandonados a su suerte o los amarran de algún árbol o verja a merced de la caridad de un rescatista o persona que se lo encuentre.
Que mucho tenemos que aprender como país de aquellos países que aún sumidos en su propia tragedia le dan al mundo una lección de civismo desde sus propias carencias.
Ya Gandhi lo dijo una vez y se ha repetido hasta el cansancio: “La grandeza de una nación puede ser juzgada por el modo en que tratan a sus animales”.
¡Ucrania eres grande! ¡Puerto Rico tienes que seguir creciendo!