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Trump nombrará a una jueza conservadora para reemplazar a Ginsburg

Con la muerte de la jueza asociada del Tribunal Supremo de EE. UU. Ruth Bader Ginsburg se abre la discusión sobre si se debe llenar la vacante antes de las elecciones, después de las elecciones o luego que se juramente al presidente de la Nación. La respuesta varía dependiendo del partido político. Los demócratas exigen que sea después de la juramentación y la mayoría de los republicanos, antes de las elecciones. Tres senadores republicanos que se comportan como detractores de Trump, toman la misma postura que los demócratas: Susan Collins de Maine, Lisa Murkowski de Alaska y Mitt Romney de Utah.

El Partido Republicano puede prescindir de esos tres votos para confirmar a una nueva jueza, porque hay 53 senadores republicanos y solo necesita 50 senadores y el voto del vice presidente de EE. UU. Mike Pence. Los senadores Lindsey Graham de Carolina del Sur y Thom Tillis de Carolina del Norte estuvieron de acuerdo con confirmar a una jueza antes de las elecciones presidenciales. Son los dos senadores que pueden trancar el juego para un bando o el otro.

Nombrar a una jueza de inmediato es el deber del presidente de EE. UU. Donald Trump; eso no lo disputa ninguna de las partes. Iniciar el proceso de vistas de confirmación de la jueza que sea nombrada es razonable para los senadores republicanos que prefieren una confirmación luego de la juramentación del presidente de EE. UU. El Comité de lo Jurídico del Senado federal puede iniciar ese proceso tan pronto Trump haga el nombramiento. La diferencia radica en cuándo confirmarla.

La apuesta de la presidenta de la Cámara Baja federal Nancy Pelosi y del líder de la minoría demócrata en el Senado federal Chuck Schumer es que el candidato presidencial demócrata Joe Biden gane la presidencia y nombre a una nueva jueza para el Tribunal Supremo federal. Por eso, quieren ganar tiempo. También, desean usar esta vacante para motivar a los electores demócratas a que salgan a votar. Por esto, se movieron del tema racial protagonizado por Black Lives Matter (BLM) al tema de género que moviliza a las feministas demócratas. Propagan la idea de que la sustituta de Bader Ginsburg debe ser una mujer que defienda la agenda feminista. Quieren otra Bader Ginsburg.

Trump y el líder de la mayoría republicana en el Senado federal Mitch McConnell se comprometieron a nombrar y a confirmar una jueza antes de las elecciones. Tienen la Constitución de EE. UU. de su lado. Es el presidente de la Nación quien debe realizar el nombramiento. En 29 ocasiones ha surgido una vacante en el Tribunal Supremo federal en año electoral o antes de la juramentación del presidente de EE. UU. y en todas los presidentes de turno realizaron los nombramientos.

A diferencia del último año de la presidencia de Barack Hussein Obama, en la que el Senado federal era dominado por los republicanos, este año la presidencia y el Senado están en manos de los republicanos. En el 2016, era legítimo que los republicanos no realizaran las vistas de confirmación al juez nombrado por Obama, Merrick Garland, para reemplazar al juez Antonin Scalia. Es tradición que en el último año de un cuatrienio solo se confirmen jueces para el Tribunal Supremo federal si el presidente de EE. UU. y el Senado federal son dominados por el mismo partido.

Fueron los demócratas bajo el liderazgo del senador Harry Reid, en el 2013, quienes eliminaron el filibusterismo y el requisito de 60 votos senatoriales para confirmar a secretarios de agencias y a jueces federales. McConnell se lo advirtió, que esa movida tendría consecuencias a largo plazo.

En el 2017 cuando Trump nominó al juez Neil Gorsuch para una vacante en el Tribunal Supremo federal, los senadores demócratas se negaron a confirmarlo, rompiendo una tradición de confirmar al juez nombrado y recomendado por el Comité de lo Jurídico. Esto obligó a McConnell a recurrir a la opción nuclear, que consiste en eliminar el filibusterismo (que suspende el debate) y el requisito de 60 votos para confirmar a un juez del Tribunal Supremo federal. La intransigencia de los demócratas tuvo un gran costo.

Para contrarrestar la posible confirmación de una jueza antes de las elecciones presidenciales del 3 de noviembre, Pelosi y la congresista Alexandra Ocasio-Cortez consideran iniciar otro proceso de residenciamiento contra el presidente Trump o el fiscal general de EE. UU. William Barr. Es una forma de extorsión para presionar. También, promueven protestas con el fin de mantener animados y agitados a los activistas. Son protestas frívolas, pues nombrar y confirmar a una jueza antes de las elecciones o antes de la juramentación del presidente de EE. UU. no es inconstitucional.

El miedo de los demócratas es que Trump nombre a una jueza conservadora y consolide el dominio de jueces nombrados por republicanos. Para Trump, se trata de hacer lo que prometió y la razón por la que fue elegido. Nombra a jueces originalistas, que respetan la intención original de los padres fundadores de la Nación.

Las feministas pro aborto están aterrorizadas, porque consideran que peligra la jurisprudencia sobre el derecho a la privacidad del caso Roe vs Wade. Los demócratas agitan a las abortistas para que salgan a protestar, como táctica político-electoral.

Del otro lado, los conservadores consolidan su apoyo a Trump. Al Presidente no le conviene esperar a después de las elecciones, pues Hillary Clinton y el presidente del Comité Nacional Demócrata, Tom Pérez, promueven que Biden no reconozca los resultados de la elección presidencial y que rete en los tribunales cualquier determinación de los estados en los que pierda. Si hay una disputa legal, el Tribunal Supremo federal tendría que atenderla para determinar quién ganó la presidencia. Se necesitan nueve jueces para un posible desempate.

Trump no es tonto. No jugará el juego de los demócratas. Nombrará a una jueza conservadora para que la confirmen antes del 3 de noviembre. Probablemente sea Amy Coney Barrett o Barbara Lagoa.

Pelosi juega la carta de forzar una crisis constitucional que se extienda hasta después de la juramentación, lo que la convertiría en la presidenta de EE. UU. por sucesión. Trump sabe esto y no le dará el gusto.

 

Nota aclaratoria del autor:

El senador por el estado de Utah Mitt Romney indica que considerará votar por la jueza que nomine el presidente de EE. UU. Donald Trump.

 

 

 

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