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Trump defiende la memoria histórica de EEUU

El 4 de julio de 2020 no fue un día más para conmemorar la Independencia de EEUU. Escoger el monumento nacional de Mount Rushmore, en Dakota del Sur, fue una respuesta del presidente de EEUU, Donald Trump, a quienes intentan destruir la memoria histórica americana. Los cuatro presidentes representados mediante esculturas talladas en piedra (George Washington, Thomas Jefferson, Theodore Roosevelt y Abraham Lincoln) son padres fundadores y reformistas de los EEUU.

Organizaciones con un espíritu antiamericano, como Antifa y Black Lives Matter (BLM), persiguen destruir este monumento y otros objetos históricos. Presionan para que se prohíba la lectura de libros y para que se eliminen películas de las filmotecas. La destrucción de estatuas y monumentos es una práctica común de las organizaciones terroristas islámicas y de los grupos sediciosos. El objetivo es falsificar la historia, borrando lo que no conviene ideológicamente. Luego sustituyen lo destruido y censurado con otros objetos, obras y publicaciones favorables a su ideología.

Por esto, Trump aprovechó la conmemoración del Día de la Independencia para enviar un mensaje patriótico y de defensa nacional. A los americanos se les tilda de xenófobos y racistas por mostrar orgullo nacional, se les ataca para que sientan vergüenza y se autocensuren, y se les atribuye culpas por supuestos acontecimientos históricos en los que no participaron. Sin embargo, desde que Trump juramentó como presidente de EEUU cumple sus promesas de campaña y pone a la Nación primero, sin reproducir el discurso de la vergüenza. Eso incluye construir un muro fronterizo, fortalecer a las fuerzas armadas, renegociar acuerdos comerciales y defender los símbolos nacionales.

El patriotismo es demonizado por progresistas, socialistas y antiamericanos, porque les sirve para desmembrar el orden americano. No lo hacen con el nacionalismo cubano ni critican al chavismo cuando recurre a un falso patriotismo para justificar la tiranía. La nación y la patria solo son malas, “nazis”, xenófobas y racistas cuando se trata de América. Es un discurso selectivo, a modo de doble vara, que está cargado de la ideología anticapitalista y antiamericana.

Los “anti” no expresan estar a favor de algo, porque la oposición constante les permite aglomerar a distintos grupos e ideologías odiosas, sean marxistas, islamistas, socialistas de cualquier corte, progresistas, entre otras. Incluso, permite que grupos como BLM se organicen en Europa y realicen “protestas” contra los EEUU, supuestamente por el “racismo institucional”. Estas actividades son financiadas y coordinadas internacionalmente por entidades que adoptan el discurso “anti” que permite atacar a los EEUU, por cualquier cosa.

Por ejemplo, a pesar de que China fue negligente al no reportar la peligrosidad del patógeno SARS-CoV-2 (Covid-19), fue a EEUU a quien culparon. Hay una campaña mediática para construir una narrativa falsa sobre que en EEUU hay más muertos por Covid-19 que en cualquier otra parte del mundo. Las omisiones son la orden del día; no se reporta proporcionalidad, el hecho de que EEUU se compone de 50 estados y de varios territorios, es uno de los países más poblados del mundo, es el que más pruebas realiza para detectar Covid-19, es un estado con prensa libre y responsable en el reporte de estadísticas, entre otros datos y hechos relevantes.

Otro ejemplo es el ataque constante a Trump por llamar virus chino, virus de Wuhan o virus de China al Covid-19. La historia que se quiere construir es una en la que China es la heroína y EEUU el villano. Es una batalla por establecer el relato que contarán a generaciones futuras. Los hechos y la verdad no importan.

Tampoco destacan que los estados con mayor cantidad de casos de infectados y fallecidos por Covid-19 son gobernados por demócratas o son ciudades con alcaldes del mismo partido. El Partido Demócrata es dominado ideológicamente por la minoría socialista “democrática” y tiene tendencias antiamericanas. Eso explica por qué protegen a sus gobernadores y alcaldes, y atacan al presidente de EEUU y a los gobernadores republicanos.

Lo mismo pasa con las “protestas” “antiracistas”; las ciudades en las cuales ocurren los disturbios y la destrucción son predominantemente demócratas. Sin embargo, en las notas de prensa, responsabilizan a la administración Trump.

El hecho de que los departamentos de Historia en las universidades americanas sean dominados por progresistas, al igual que en Hollywood y en Silicon Valley, aventaja a quienes falsifican la historia de EEUU y censuran a los patriotas, a los conservadores, a los libertarios, a los constitucionalistas, a los republicanos y a los ‘blue dog democrats’ o demócratas moderados que defienden la responsabilidad fiscal. Esto se repite en la prensa televisiva y escrita, aunque hay más competencia en la prensa radial. La radio todavía no es dominada por progresistas. En cuanto a las redes sociales, aunque los administradores sean progresistas, es un terreno en el cual Trump ha tenido éxito. La censura no ha silenciado efectivamente a los usuarios de redes sociales; se multiplican las voces.

Quienes defienden el orden americano, su Constitución y las libertades individuales se dan cuenta de que Trump debe ser reelecto. Los movimientos #WalkAway y #Blexit surgieron, precisamente, porque hay demócratas que no se sienten representados. Cruzan líneas partidistas, proponen votar por Trump, aunque sean liberales en asuntos sociales.

Antifa, BLM y los socialistas “democráticos” no se detendrán. Saben que están en periodo electoral. Harán todo lo posible por desestabilizar y ocupar el campo simbólico. La memoria histórica es uno de estos escenarios de batalla.

 

 

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