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Trump sabe que las “zonas autónomas” son una forma de sedición

Hawk Newsome, el propagandista y fundador del capítulo de Black Lives Matter (BLM) en el estado de New York, amenazó con “echar abajo este sistema” si no se cumplía con sus exigencias. El presidente de EEUU, Donald Trump, catalogó estas expresiones como un llamado a la traición, a la sedición y a la insurrección. Por esto, BLM podría ser clasificada como una organización terrorista doméstica, del mismo modo que se hizo con Antifa.

Estas organizaciones que usan la máscara de la lucha “antiracista” se comportan como segregacionistas, pues dividen a la población por su color de piel, realizan actividades en las que las personas de tez blanca no pueden entrar a zonas para personas de tez negra y promueven que policías de tez blanca no puedan entrar a “barrios negros”. Quieren establecer “zonas de exclusión” o “zonas autónomas”, como hacen los grupos islamistas en Francia y en otros países de Europa.

El CHAZ (Capitol Hill Autonomous Zone) y el CHOP (Capitol Hill Occupied Protest) son los nombres dados a las “zonas autónomas” establecidas en Seattle, Washington. Es un eufemismo que enmascara el intento de apoderarse de pedazos de ciudades en EEUU para crear un estado dentro del Estado o un país dentro del País.

La exigencia de eliminar o reducir el presupuesto de la Policía va en línea con la agenda de expandir las “zonas autónomas” hasta controlar áreas significativas de diferentes ciudades y estados de EEUU. El discurso racial y las políticas de identidad solo son un dispositivo retórico para ganar adeptos, pero el fin no tiene nada que ver con el supuesto “racismo institucional”.

Los propagandistas de BLM y los terroristas de Antifa establecen las “zonas autónomas” en ciudades dominadas por alcaldes demócratas, porque el Partido Demócrata fue penetrado por políticos activistas que se oponen al derecho a portar armas, que promueven interpretar la Constitución de EEUU como un órgano vivo, cambiante y ajustable a sus intereses ideológicos, y que usan la demagogia y las políticas de identidad para mantener amarrado a un sector de electores. Le prometen a la población de tez negra e hispana servicios y beneficios gubernamentales a cambio de su voto.

Estas ciudades dominadas por demócratas tienen una población de tez negra e hispana significativa, pero no hay una movilidad socioeconómica notable. Se mantienen en una pobreza continua y en una dependencia del Gobierno. Es lo que el hiphopero (rapero) Kanye West denuncia sobre mantener a los negros en la plantación. El Partido Demócrata pasó de ser el partido que defendió la esclavitud, la segregación racial y al Ku Klux Klan (KKK) a ser el promotor de que la población de tez negra se quede estancada en ghettos urbanos o ghettos electorales demócratas.

La táctica de llamar racistas a los republicanos y de vandalizar monumentos de figuras abolicionistas, como el presidente Abraham Lincoln, lo que muestra es un reconocimiento tácito de que no conviene recordar el hecho sobre que el Partido Republicano desde su surgimiento se opuso a la esclavitud, a la segregación racial, al KKK y a la conformación de ghettos. Los demócratas que tildan a Trump de racista, lo hicieron con George W Bush después del paso del huracán Katrina. Al presidente Ronald Reagan también le armaron disturbios y le impusieron el mote de racista.

Esta proyección psicológica oculta la historia vergonzosa del Partido Demócrata. Lejos de distanciarse y reconocer el pasado, lo destruye y lo entierra; no quiere lápidas que sirvan de punto de recuerdo. Reescribe la historia para que sea el partido contrario quien asuma culpas, lo cual de facto es una aceptación de vergüenza. ¿Por qué ocultar y falsificar la historia? Porque reconocerla, mirarse al espejo (aunque los demócratas actuales no son culpables de las acciones de los demócratas de antaño), implica que se debe aceptar errores y realizar cambios.

Si Antifa y BLM realmente fueran organizaciones antiracistas, el Partido Demócrata no sería su aliado. La historia no tendría que ser borrada, sino recordada. Y las protestas por la muerte de George Floyd deberían servir para reflexionar sobre el fracaso del clientelismo político y de la conformación de ghettos segregacionistas.

La demagogia y las políticas de identidad solo sirven al demócrata que degrada la democracia. El asesinato del carácter y los adjetivos asesinos (como tildar de racista a quien no lo es), solo sirven al perverso. Quien realmente quiere armonía y mejorar las relaciones raciales, al punto de que se confundan las razas y no sea necesario distinguir entre una y otra, se inclinaría por el camino trazado por Martin Luther King Jr o Mahatma Gandhi: mediante la paz, la armonía y el reconocimiento de que todos somos parte de una misma Nación. Si nos permitiéramos incluir a figuras históricas premodernas, la figura de Jesús también sería fuente de inspiración.

El problema del Partido Demócrata es uno de norte. La brújula se le extravió. Va a la deriva sin claridad del proyecto nacional que persigue. Se aleja del orden constitucional. Le da espacio a los enemigos de la Nación. No se sabe a quién sirve.

 

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