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Trump reanudará los eventos públicos de campaña

La doble vara de la prensa con línea editorial antiTrump es notable. Favorece la realización de protestas en diferentes ciudades de EEUU, a pesar de los disturbios y de la destrucción de propiedad, pero se opone a que la campaña de Donald Trump realice eventos públicos. Cuando se trata de Antifa y de Black Lives Matter (BLM), racionaliza la violencia y los delitos que cometen miembros de estos grupos. Si se trata de los seguidores de Trump, que se reúnen de forma pacífica, ordenada y en coordinación con las autoridades públicas, predomina la demonización y el tildarlos de irresponsables, por supuestamente propagar el Covid-19 (SARS-CoV-2).

La agenda en contra de Trump no responde a la lógica, no opera de forma racional ni coherente. No es congruente exigirle a los seguidores de Trump que se queden en casa, mientras se convoca a adolescentes, a jóvenes universitarios y a profesionales jóvenes para protestar, por un alegado “racismo institucional”. El argumento salubrista debería aplicar a todos por igual o a ninguno. De hecho, ya no se sostiene la campaña del “Quédate en casa”, pues la apertura de la economía comenzó.

El derecho constitucional y las libertades individuales deben ser las mismas para todos los ciudadanos. Los que deseen protestar están en su derecho. Del mismo modo, los que quieran asistir a los eventos públicos de la campaña de Trump, pueden hacerlo. Ninguna de las partes tiene un privilegio para delinquir. Aquellos que realicen actos criminales, exceden lo que reconoce y legitima la Constitución de EEUU y las leyes establecidas.

Poco importa quiénes están a favor o en contra de las propuestas de los manifestantes o de los que apoyan a Trump. Alguien, genuinamente, podría protestar por la muerte de George Floyd y a la vez asistir a un evento público de la campaña de Trump, como potencial votante por el Partido Republicano. No son acciones mutuamente excluyentes.

Conviene armonizar las relaciones entre demócratas y republicanos, entre liberales y conservadores, para convivir dentro de un marco constitucional y una idiosincrasia con lugares comunes. Se necesita que todos los ciudadanos americanos y residentes de EEUU respeten unos principios generales, como la libertad de expresión y de reunión, la vida, la propiedad privada, entre otros. Competir en el campo político y de las ideas es válido y necesario. Lo que no debe ocurrir es el patrón delictivo y de disturbios realizados en diferentes ciudades de EEUU.

Las protestas, así sean en contra del presidente Trump, son legítimas, siempre y cuando no consistan en acciones delictivas que atenten contra la vida, la propiedad y la integridad de otras personas. Da igual si quienes convocan tienen agendas ocultas, son hipócritas, anarquistas, socialistas, islamistas o se identifiquen con cualquier otra causa o ideología. Para fines de mantener el orden constitucional y la armonía, es suficiente con que respeten el estado de derecho y los principios que fundamentan a la Nación.

Sin embargo, para no pecar de ingenuos, se debe entender que hay organizaciones, como Antifa y BLM, que promueven la violencia y los disturbios; su línea de propaganda de agitación y de propaganda por el hecho consiste en aprovechar una situación controversial para desestabilizar y provocar caos. Eso no implica que todos los que participan de las protestas son miembros de Antifa o de BLM ni que se identifiquen con estas organizaciones.

No importa de que lado del espectro político se esté, si se tiene o no la razón, si se está o no equivocado, si se opera como organizador o como persona convocada, para fines de mantener un orden y una participación democrática, hay que respetar el espacio de cada parte para expresarse. Es necesario que el Partido Demócrata y gran parte de los medios de prensa pongan primero el bienestar de la Nación y de los ciudadanos, y contrarresten a los elementos desestabilizadores.

Qué pasaría si los demócratas ganaran las elecciones, dominaran el Senado federal y la presidencia, pero enfrentaran a un movimiento sedicionista que irrespetara la elección general, e intentara hacerse del control del Estado mediante actos delictivos, terroristas y golpistas. Esa es la pregunta que debemos hacernos en este momento, y que incluso los demócratas deben hacerse, aunque sean los republicanos quienes gobiernen. El poder se alterna y la libertad requiere de ceder ante el debido proceso. De lo contrario, dominaría el autoritarismo o se operaría como en un estado fallido. En un escenario como ese, nadie sensato y que respete la libertad gana.

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