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Trump envía mensajes de apoyo a los manifestantes iraníes

El régimen teocrático de Irán tambalea ante la presión económica y política. Las sanciones económicas que reimpuso la administración del presidente de EEUU, Donald Trump, son efectivas. Varios países redujeron significativamente la compra de barriles de petróleo de Irán. Esto desencadena problemas políticos internos. Por ejemplo, la población iraní le perdió el miedo a protestar, ante la escasez de gasolina, los problemas económicos y los señalamientos de violaciones a los derechos humanos. Es notable que la élite religiosa y militar iraní perdió fuerza.

Con la muerte del general Qasem Soleimaní, el ayatola Alí Jamenei se quedó sin su brazo derecho y aparato de inteligencia militar. Ese era el segundo al mando y el represor por excelencia en Irán. Soleimaní aterrorizaba a los civiles y operaba como una figura mitológica. Ese mito enfrentó una resignificación con la orden del presidente Trump de atacar el convoy en el que viajaba Soleimaní. Las imágenes de su cuerpo desmembrado y calcinado lo degradan simbólicamente. Para muchos no es un héroe ni un mártir, sino un terrorista de Estado que sucumbió ante el poder americano.

Ese poder golpea a la teocracia iraní en varios flancos, sin necesidad de forzar un cambio de régimen por la vía militar. EEUU no le declaró la guerra ni atacó objetivos militares en Irán. Lo que ha hecho es dejar que el régimen colapse por sí solo, que enfrente problemas internos, por su falta de flexibilidad.

El autoritarismo religioso le ha ganado muchos enemigos a Jamenei, quien funge como el líder supremo. Ya no tiene el liderazgo y la influencia de antes. Hay protestas concurridas en las que exigen su dimisión.

La vulnerabilidad del régimen se nota en sus tácticas represivas. Mata a manifestantes que protestan de forma pacífica. Bloquea el acceso a Internet. Derriba un avión comercial que se dirigía hacia Ucrania y mata a cientos de pasajeros. Mientras más hiperviolento es el régimen, más vulnerable se hace, pues pierde legitimidad, credibilidad, apoyo y confunde a la población.

Justo en el momento en que intentaba convertir a Soleimaní en un mártir y en que reavivaba un fervor nacionalista, se desacredita matando a cientos de ciudadanos iraníes. No hay forma de justificar estas acciones. Disculparse por el derribo del avión Boeing 737 de Ukrainian International Airlines, mientras responsabiliza a EEUU, no funciona. Los iraníes muertos en este ataque, por “error” o con intención, no reviven con una “disculpa”. Lo que sí revive son las protestas contra el régimen.

La cúpula militar tiene problemas de inteligencia, muestra desorganización y no sabe cómo responder ante la estrategia de la administración Trump. Mientras los líderes iraníes demonizan, insultan y amenazan a Trump, el presidente americano publica varios tuits en farsi, como muestra de apoyo al pueblo iraní. Estos tuits están entre los más vistos, retuiteados y con me gusta en Irán. Trump se convirtió en un líder internacional respetado por muchos iraníes que quieren libertad.

Los ataques ordenados por Trump han sido contra objetivos militares de organizaciones terroristas financiadas y entrenadas por Irán. Ninguno de los objetivos se encontraba en territorio iraní. Tampoco comprometió las vidas de civiles iraníes. La retórica de Trump es contra los líderes religiosos, militares y terroristas del régimen. Por eso, muchos iraníes ya no creen en la propaganda sobre que EEUU, Israel y Trump son los villanos y terroristas. A quien ven aterrorizando a la población es a su gobierno, y a los supuestos líderes religiosos y revolucionarios.

En la competencia por ganarse los corazones de la gente y demostrar quién se preocupa por el bienestar general, la élite iraní pierde un apoyo significativo. Provocar al gobierno americano, repetir mentiras y noticias falsas, y tratar de forzar una unidad nacional en torno a la revolución islámica, fracasó. Trump no se dejó provocar ni cayó en el juego de mostrarse vulnerable, como Jimmy Carter y Barack Obama, ni mostrarse beligerante, como los Bush. Quedó como un pragmático, un realista, un presidente que defiende a sus ciudadanos sin dejar de respetar la vida de los civiles iraníes.

El discurso repetido en Irán sobre que EEUU es un imperio terrorista que es obstáculo para la revolución iraní no se sostiene ante los civiles que quieren libertad para vestirse como desean (las mujeres iraníes), una economía estable y vivir en paz. El terror no viene de afuera, sino de adentro. La “Revolución” debe ser revolucionada.

 

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