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No hay evidencia del alegado contubernio entre Trump y Zelenski

Las vistas de la Comisión de Inteligencia de la Cámara Baja federal para determinar si hay causa para residenciar al presidente de EEUU, Donald Trump, revelaron que los congresistas demócratas que impulsan este proceso no tienen evidencia sobre ningún tipo de delito. Los nombres de los informantes que supuestamente divulgaron información sobre un posible delito no fueron publicados. No hay forma de saber si en realidad existen o si son personajes ficticios fabricados para justificar otra investigación ilícita en contra Trump. Ni siquiera tienen conocimiento directo sobre la conversación telefónica que tuvo el presidente Trump y el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski.

Este espectáculo mediático tiene como fin asesinar el carácter de Trump mediante un continuo ataque personal, una filtración de rumores, la publicación de información falsa y la generación de especulaciones. Todo se basa en lo que los “informantes” escucharon de otra persona que alegadamente escuchó la conversación entre Trump y Zelenski. No son testigos directos. Tampoco están dispuestos a ser confrontados por los congresistas republicanos ni por la parte a la cual acusan. Además, se niegan a declarar mediante juramento y de forma pública. Lo más cercano a una confrontación es una propuesta del abogado del primer “informante”, Mark Zaid, para que los republicanos le hagan preguntas “directas”, por escrito, sin que se divulgue su identidad. En otras palabras, de aceptar esta propuesta, los republicanos interrogarían a un “testigo” oculto sin saber quién es el que realmente responde.

A falta de testigos con información directa, los demócratas citaron a la exembajadora de EEUU en Ucrania, Marie Yovanovitch. Durante el interrogatorio admitió que no tiene información sobre que el presidente Trump recibiera sobornos ni sobre que estuviera involucrado en cualquier tipo de actividad criminal. También, contestó que no se ha reunido ni conversado con Trump en ninguna ocasión. Ella y otros “testigos” citados declararon lo mismo, “no”, no tienen información sobre ningún delito o acto que incrimine al presidente de EEUU y, “no”, no se han reunido nunca con el Presidente.

Para el éxito de esta táctica frívola, los demócratas cuentan con los medios de prensa irresponsables que contribuyen a propagar los rumores y la información falsa; publican lo que el presidente de la Comisión de Inteligencia, Adam Schiff, les filtra. No les importa si lo que divulgan es falso o cierto, pues, hoy día, el chisme es noticia. Hay muchos reporteros, periodistas y directores de noticias que no saben separar su trabajo profesional de sus preferencias político ideológicas y partidistas. De facto, los medios de prensa operan como órganos de propaganda y de relaciones públicas.

A pesar de que el primer intento de residenciar a Trump fracasó y de que el alegado contubernio entre su campaña presidencial y el gobierno de Rusia resultó ser falso, los medios caen nuevamente en el juego de publicar todo lo que se les filtra sobre el segundo intento. Se cae de la mata que esta vez el resultado será el mismo; no hay evidencia que sirva para establecer causa ni que justifique la aprobación del inicio de un juicio político en contra del presidente de EEUU. Si los demócratas votan a favor en la Cámara Baja federal, será solo una movida político partidista que los dejaría en evidencia, por abuso de poder y por desprestigiar al Cuerpo que representan.

El mecanismo de residenciamiento no se creó para juegos políticos frívolos. En términos político electorales, el costo lo pagarán los demócratas, pues Trump goza de un sólido apoyo y de una economía boyante.

 

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