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Trump no se deja presionar por los guerreristas

Los promotores de que EEUU intervenga en otro conflicto armado se quedaron con las ganas. El presidente de EEUU, Donald Trump, no cayó en la trampa. Mantuvo su postura de no involucrar a la Nación en otra guerra o conflicto armado. Prefiere usar su arma principal, el poderío económico.

En un tuit que publicó el domingo 13 de octubre de 2019 indicó que “Nos hemos convertido en una gran Potencia Económica, como nunca antes, y estamos usando ese poder para la Paz Mundial”. A lo que se refiere es a que se puede evitar la guerra y lograr mejores resultados mediante el éxito económico. Por ejemplo, prefiere autorizar al Tesoro federal para que imponga sanciones a Turquía, que arriesgar vidas de militares americanos y que romper relaciones con su aliado y miembro de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).

Sabe que es contraproducente intervenir en un conflicto tribal entre turcos y un sector de los kurdos. Este conflicto es previo a su administración y EEUU no tiene nada que ganar, pero sí mucho que perder. Mediante las sanciones económicas puede disuadir al gobierno turco y lograr que grupos internos ejerzan presión.

Los congresistas demócratas y los ‘never trumpers’ que afirman que Trump traiciona a los kurdos, omiten que el Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK), contra el cual combaten los turcos, no representa a todos los kurdos. Es una organización de corte socialista, considerada terrorista por Turquía, que no se asocia a los kurdos peshmerga que EEUU asistió en la lucha común contra el Estado Islámico (ISIS). Los peshmerga residen en lo que se conoce como el kurdistán irakí y no son el blanco de los ataques turcos.

La decisión de retirar las decenas de militares americanos que quedan en el área del conflicto fronterizo turco-sirio envió un mensaje claro a Damasco. Los kurdos del noreste de Siria llegaron a un acuerdo con el gobierno sirio para detener el avance turco. Las tropas y el armamento los pondrán los kurdos, sirios y rusos.

De este modo, EEUU aleja a Turquía de Rusia y deja que la lucha se dé entre los diferentes intereses autoritarios en pugna. Turquía tendrá que decidir si desea intensificar los enfrentamientos o negociar un acuerdo.

Ninguna de las partes en conflicto es menos autoritaria. El presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, tiene aires dictatoriales y quiere convertir a su nación en una potencia en el mundo islámico. Sin embargo, enfrenta oposición y resistencia interna. Por otra parte, el PKK es de tradición marxista, colectivista, y opera como un partido con un brazo militar. Damasco es regido por la dictadura de Bashar al-Ásad, mientras Rusia opera con el caudillo Vladímir Putin.

Si los kurdos y los sirios no se hacen cargo de los combatientes de ISIS capturados, entrarían en juego como otro bando autoritario. Pero, a los kurdos no les conviene liberarlos, pues la postura de Trump sobre no intervenir militarmente es firme. Quienes pagarían el precio son quienes residen en el noreste de Siria.

Para Trump, la lección histórica fue aprendida: no vale la pena entrar en conflictos tribales que llevan siglos sin solucionarse.

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