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Trump no pinta líneas rojas imaginarias

Donald Trump, presidente de Estados Unidos (EEUU), hizo una advertencia clara al presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, sobre las sanciones que impondría si se realizaba una votación fraudulenta e inconstitucional para crear una Asamblea Constituyente. La línea roja que trazó fue cruzada por el gobierno chavista. En respuesta, el Departamento del Tesoro de EEUU congeló las cuentas e inversiones de Maduro; también, prohibió a ciudadanos y a corporaciones americanas hacer negocios con él. La administración Trump no descarta sanciones más severas y no da espacio para especular sobre si cumplirá o no con su palabra.

Sin embargo, el chavismo madurista sabe que puede sobrevivir a base del narcotráfico, del clientelismo político, de la corrupción gubernamental, del apoyo de los enemigos ideológicos de EEUU (Cuba, Nicaragua, Irán, China, entre otros), del uso de los colectivos o paramilitares, de la vulnerabilidad de los opositores y de los chavistas distanciados que están desarmados, de la polarización del Pueblo mediante privilegios para los simpatizantes del Gobierno, del fraude con pasaportes, de los inversionistas buitres, del recrudecimiento de la dictadura, entre otras artimañas, delitos e inmoralidades. Maduro apuesta por continuar con el proyecto Cubazuela, que consiste de llevar la agenda de la dictadura cubana. Es una “Revolución Cubana” al estilo Socialismo del Siglo XXI. Se le podría llamar la revancha por el intento fallido con Salvador Allende, en Chile.

El Socialismo del Siglo XXI salió del clóset y reveló su verdadera intención. Usa la democracia para destruir la democracia. Hugo Chávez y Maduro llegaron al puesto de presidente por vía electoral, pero una vez en el poder, se encargaron de destruir poco a poco a la competencia, a los contrapesos y a cualquier vestigio de fuerza institucional que no esté alineada con el proyecto cubano venezolano.

Por otro lado, hay sectores en EEUU que hacen frente a la agenda autoritaria que domina a Cuba y a Venezuela. El senador federal por el estado de Florida, Marco Rubio, publicó un video en el cual denuncia a la tiranía venezolana. Rubio tiene ascendencia cubana; sabe sobre los perjuicios que causó la dictadura de los Castro. Hace una clara distinción entre lo que es tener diferencias ideológicas, de izquierda o derecha, y lo que es una tiranía. Para Rubio, el problema central que se debe contrarrestar es la tiranía, pues en EEUU la izquierda y la derecha compiten y coexisten políticamente.

Trump no es Obama, si tiene que cortar lazos económicos y petroleros con Venezuela, lo hará. En este caso, goza del apoyo del Congreso e incluso de los republicanos que no coinciden con él en otros asuntos.

Jefes de Estado y secretarios de organizaciones como EEUU, Colombia, Paraguay, Brasil, Chile, Argentina, España, la Organización de Estados Americanos (OEA), la Organización de las Naciones Unidas (ONU), El Vaticano, entre otros se han distanciado de las acciones autoritarias de Maduro. Hay denuncias internacionales y llamado a sanciones. EEUU toma el liderazgo y comunica que es un asunto que merece atención y prioridad.

La desestabilización de Venezuela afecta a la región, a los países vecinos y al Pueblo venezolano en general. La administración Trump tiene razones para considerar que hay un problema de seguridad nacional, pues hay tráfico de pasaportes y narcotráfico que afecta a Europa y a EEUU. Hay islamistas en Venezuela que llegaron desde Irak con pasaportes obtenidos fraudulentamente. Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) negociaron un “acuerdo de paz” con mediación cubana para dejar de operar en Colombia y mover sus operaciones a Venezuela.

La movida de Maduro de afianzar la dictadura, más que fuerza, muestra vulnerabilidad. Sabe que ya no goza de apoyo electoral, por eso eliminará a la Asamblea Nacional de Venezuela, no hará más elecciones para alcaldes y gobernadores ni referéndum revocatorio o elecciones presidenciales, y encarcelará a los líderes opositores. Censura a los medios de prensa privados y permite violaciones a los derechos humanos contra los opositores. Revocará de su cargo a una ex chavista y actual Fiscal General de la República, Luisa Ortega, por fiscalizar al Gobierno.

Los síntomas de debilitamiento de la legitimidad del gobierno de Maduro y del Socialismo del Siglo XXI se notan hace rato. Las protestas en la calle llevan más de tres meses sin parar. El hambre, la falta de medicamentos y de productos de higiene es un problema general. La economía colapsó y las libertades brillan por su ausencia. La república prácticamente no existe.

Por esto, Maduro se las juega frías y se corre el riesgo a no tener nada que negociar si llega a ser derrocado o si tiene que huir del País. Sabe que será juzgado en el terreno doméstico e internacional. Apostó por perpetuarse en el poder y por jugar a la cubana. Con Trump, se quedará sin ahorros ni inversiones. Depende de Cuba para asilarse políticamente. Lo trágico de este juego es que somete a los venezolanos a vivir en miseria y represión. Debe cuidarse de no abusar de su suerte, pues las líneas rojas imaginarias no existen.

 

 

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