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El elefante sigue dormido

El Partido Republicano de Puerto Rico (GOPPR, por sus siglas en inglés) opera como una extensión del Partido Nuevo Progresista (PNP). Es otro partido estadista (estadoísta) en el cual no son bienvenidos los republicanos y conservadores que apoyan otras alternativas de estatus. Tampoco son acogidos los miembros o afiliados de otros partidos locales; solo se hace la excepción con el PNP. El Partido tiene como principio la búsqueda de “la igualdad y los plenos derechos de ciudadanía para los ciudadanos americanos de Puerto Rico, que sólo se logra a través de la estadidad para Puerto Rico”, según se desprende de su página web. Hasta un demócrata que milite en el PNP o que sea estadista está de acuerdo con este principio. No es sorpresa que en el GOPPR hay demócratas, penepés, estadistas y RINO (son las siglas de la expresión “Republican In Name Only”).

El presidente de Estados Unidos (EEUU), Donald Trump, no tuvo el apoyo del GOPPR. Las relaciones con el Partido se moderaron luego de ganar la presidencia. Sin embargo, todavía hay demócratas y republicanos  —líderes del PNP—  distanciados del Presidente. A pesar de que la estadidad es el norte del PNP y del GOPPR, y de que la ideología liberal demócrata y conservadora republicana queda en segundo plano, se hacen expresiones públicas en repudio a decisiones de Trump. Esta movida es contraproducente, pero es un patrón notable.

Los conservadores sociales, los conservadores fiscales, los libertarios, los que simpatizan con el ‘Tea Party’, los seguidores de Trump y los republicanos en general no pueden contar con el GOPPR para adelantar sus intereses. Es un partido que no crece y cuya base está desinformada sobre las decisiones y acciones que se toman. No son pocos los que describen al Partido como un “club social”.

Trump logró un apoyo significativo y provocó el surgimiento de un movimiento, en gran medida, por enfrentar a la élite nacional del Partido Republicano. Muchos de los enemigos que se ganó moderaron su discurso como una forma de aceptación de la derrota. Hubo muchos derrotados con la victoria de Trump y no fueron solo demócratas y liberales.

Puerto Rico (PR) no es la excepción; la base local, compuesta de republicanos que no forman parte de la élite, también se queja de la exclusión y se debate entre cambiar al Partido desde adentro o construir un movimiento o partido paralelo.

No será fácil retar a la élite del GOPPR, porque en la práctica le sirve a los intereses del PNP y se compone de personas poderosas política y económicamente. Todavía no surge un Ron Paul, un Donald Trump o un movimiento republicano local que transforme al Partido y le despierte del letargo en el cual se encuentra.

Problemas estatales que deberían atenderse por el GOPPR son ignorados. No hay una defensa de la segunda enmienda de la Constitución de EEUU y, para colmo, es un legislador demócrata del PNP quien tiene récord de intentar atender el asunto, Carmelo Ríos. Tampoco se escucha a ninguno de los miembros de la directiva del GOPPR ni se designa a un portavoz para que comunique la postura y recomendaciones sobre cómo lidiar con la crisis fiscal y económica de PR.

Una cosa es que el GOPPR no quiera inscribirse como partido estatal ni competir con su aliado, el PNP, hasta que cambie el estatus de PR, y otra es que se desentienda de los temas que le atañen a los conservadores y republicanos en general. La estadidad no puede ser el único objetivo del Partido.

Irónicamente, el GOPPR padece de la misma condición que tienen los partidos locales inscritos oficialmente: no tiene un marco político económico y se orienta solo en torno al asunto del estatus. Los partidos operan con eclecticismo ideológico. Por esto, en un mismo partido, hay conservadores y liberales, demócratas y republicanos, corporativistas y defensores del mercado libre, y todo un espectro de marcos que se contradicen.

Si PR se convirtiera en un estado, de seguro el PNP dejaría de existir, pues su objetivo se cumplió. Sin embargo, el GOPPR cobraría fuerza. Es posible y necesario realizar el trabajo de dar a conocer y abogar por ideas conservadoras fiscales desde ahora; el estatus no es impedimento. Más que nunca, PR necesita de la asesoría y de la participación activa de los republicanos para ayudar en la recuperación fiscal y económica.

En un momento en el cual el presidente del Senado de PR, el presidente de la Cámara de PR, la comisionada residente en Washington, la mayoría de los gobernadores y las legislaturas de los estados, el Congreso y el presidente de EEUU son republicanos, no hay excusa para no actuar.

El elefante suele mantenerse parado todo el tiempo, incluso cuando duerme. Si se recuesta, lo hace por poco tiempo. Su peso le impide acomodarse, pues sus órganos internos se afectan. Este elefante lleva demasiado tiempo dormido; si no lo despiertan, morirá.

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