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Trump exprimirá la China

Actualmente, China es la potencia económica, política y militar que amenaza a Estados Unidos (EEUU). Devalúa su moneda e impone tarifas a los productos americanos. Desarrolla misiles capaces de destruir superportaaviones y satélites. Controla su Internet; tiene sus propias redes sociales y buscadores. Compró la bolsa de valores de Chicago y tiene gran parte de la deuda de EEUU. Amenaza con destruir a Guam, un territorio de EEUU en el Océano Pacífico, con el misil llamado el “Guam Killer”. Financia el Canal de Nicaragua que competirá con el Canal de Panamá. Influye en gobiernos iberoamericanos y es propietaria de gran parte de las reservas de petróleo de Venezuela. Se opone a que Trump se comunique con Taiwán, un territorio en disputa entre la República Popular China (China) y la República de China (Taiwán). Realiza otro tipo de maniobras y acciones que la posicionan geopolíticamente y económicamente como una superpotencia.

Muchas de las movidas económicas son realizadas por multimillonarios chinos. Divorciar a los empresarios chinos de su gobierno no es posible; el vínculo es estrecho.

Hay una agenda de empresarios chinos sobre comprar poco a poco a compañías de comunicaciones y de producción de cine. En otras palabras, China quiere comprar a Hollywood. Un ejemplo de la injerencia de China en las producciones de Hollywood es la producción de la película de guerra “Red Dawn”. Para entrar al mercado chino, la posproducción cambió los uniformes y elementos cinematográficos que aludían al ejército chino. Los nuevos antagonistas no son chinos, sino norcoreanos. Mediante presiones económicas, China logró censurar una producción cinematográfica sin siquiera ser dueña de la corporación. Si sus empresarios logran comprar gran parte de las corporaciones vinculadas a Hollywood, el control será mayor.

La falta de libertades individuales en China es el mejor ejemplo del riesgo que representa el expansionismo chino. Su éxito económico y militar es a expensas del bienestar de la mayoría de sus ciudadanos. Políticamente, China tiene un sistema autoritario. La censura que ejerce sobre su población se extiende a otras partes del mundo. A través de sus inversiones y proyectos económicos puede influir en el arte, el cine y en otras producciones de individuos que operan fuera de las fronteras chinas.

Mediante el ciberterrorismo, China ataca a agencias y a corporaciones en EEUU mientras cierra las suyas al acceso internacional. El proteccionismo chino abarca su Internet, su economía y su política doméstica. No se abre a la crítica ni al escrutinio internacional. Sin embargo, se muestra agresiva al construir islas artificiales en el Océano Pacífico para expandir su territorio y realiza prácticas militares con tecnología dirigida a contrarrestar a la fuerza naval americana.

China es beligerante y representa una amenaza para EEUU. Donald Trump lo tiene claro. Por esto, contrarrestará y reciprocará las políticas chinas. Establecerá impuestos a los productos importados provenientes de China. Fortalecerá las fuerzas militares americanas y mejorará su tecnología. Renegociará acuerdos establecidos. Se acercará a Taiwán, a pesar de que por uso y costumbre los presidentes de EEUU no se comunican con los jefes de estado de este territorio en disputa. Operará con el principio tácito de no dejarse atar de manos por ninguna política de China.

Hasta el presente los presidentes de EEUU evitaban hacer frente a muchas de las políticas chinas. Las reglas de juego cambiaron. Una de las respuestas de China, que persigue presionar a Trump, es la de invertir en México en caso de que se renegocie o derogue el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA, por sus siglas en inglés). Trump presiona con la condición de apoyar la política de “una sola China” (“one-China”) a cambio de negociaciones sobre intercambio comercial. Si China no cede, EEUU no tiene porqué cumplir con esta política de no reconocimiento de la autonomía de territorios en disputa.

Algo en común tendrá China y EEUU una vez Trump juramente: China defenderá la política de “una sola China” y Trump se regirá por el principio de “EEUU primero”. La política de “liderar desde la retaguardia” de Obama y de “negociar sin precondiciones” se acabó. De ahora en adelante, se dejará de cambiar chinas por botellas.

Nota del autor: Pueden seguirme en Twitter.

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