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¡Qué bueno es estar vivo!

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Hoy ES un gran día

Me cuenta mi esposo –que no es periodista ni recopila detalles- que un estudiante de primer año del Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico irrumpió la cabina de la estación radial de dicha institución sudoroso y jadeante.

No para protestar, ni en atentado guerrillero sin razón.

El muchachón se había perdido y no encontraba la estación que auspicia el Concierto de los 50 años de música de Joan Manuel Serrat este viernes,  y como parte de la promoción, le estaba “vendiendo” taquillas a un precio ridículo a los estudiantes activos que se presentaran con las debidas identificaciones.

Me cuenta mi esposo –que no es periodista y por eso no identifica con los títulos correctos a los protagonistas de las noticias- que la mantenedora del programa (Isabel Pichardo), le preguntó al joven si conocía la música del cantautor catalán que pisó los escenarios formales antes de que él hubiera nacido.

Me sigue contando mi esposo –que a estas alturas de nuestras vidas, no le interesa ser periodista- que el joven que apenas se estrenaba como universitario, se rió nervioso y le contestó en afirmativo a la ejecutiva/mantenedora/locutora/periodista y buena amiga nuestra con una anécdota que todavía me mata de la risa:

Mi esposo –que no toma notas, ni graba conversaciones (a Dios gracias)- parafraseó  al aspirante a graduación en el 2019 cuando le confesó  a Isabel que conocía bien a Serrat y su música porque sus padres lo “obligaban” a escucharlo.

Confieso que se me hizo un nudo en la garganta. Un sinfín de imágenes ametrallaron el disco duro de mis recuerdos porque mi esposo y yo también habíamos “obligado” a nuestros “locos bajitos” a escuchar a Serrat, entre muchos otros cantantes protestones que despuntaron y se hicieron famosos en “nuestra época”.

Mientras mi esposo se reía con la objetividad del que no es periodista, mis ojos llovieron más salado que el “Mediterráneo” (cosa que no suelen hacer todos los periodistas). “¡Pobrecitos hijos nuestros! Por no alcanzar el tocadiscos de LP, se tuvieron que tragar a Serrat…”

Las imágenes seguían clavándome espinas de culpabilidad: “¡Virgen de la Monserrat, Patrona de Catalunya! Tú que eres madre como yo; ¡intercede para que los muchachos nos perdonen por presentarles a Antonio Machado y a Miguel Hernández a fuerza de los cartridge y luego cassetes durante los tapones!”

Admito que fue trato cruel que conocieran parte de la historia negra española con las “Nanas de cebolla”.

Mi esposo –que no es periodista- no terminó de narrarme el cuerpo de la noticia ante el temor de sufrir de una viudez inmediata por razones desconocidas. Y yo -ya más tranquila- no llegué al Acto de Constricción para pedir más perdones a la Virgen de los Dolores al recordar que ya en la época de los CD’s yo cantaba a galillo desentona’o con ellos “Hoy puede ser un gran día… duro, duro… duuuuroooo con él…”

Esa canción se convirtió en el himno nacional familiar después del concierto “El gusto es nuestro”, de Serrat con Ana Belén, Víctor Manuel y Miguel Ríos. (A ese concierto llevamos literalmente arrastrado al mayor de nuestros hijos, de 11 años, y no me arrepiento).

Al amanecer cantábamos los primeros versos suavecito, como un saludo al día, y para que aceleraran el paso.  Lograr eso para que no llegaran tarde a la escuela, fue milagroso.

Crecieron los” locos bajitos”, y según se presentaban “situaciones”, recitábamos en el “poesía coreada mode” las frases que nos recuerdan que los días son festines imposibles de recuperar; que los placeres son para derrocharlos, y no se dosifican.

Otros versos instaron a los muchachos, ya adolescentes,  a pelear por sus ideas y a no desesperar cuando algo no sale bien.

En aras de auscultar cuán “afectado” había quedado, le mencioné a nuestro primogénito el Concierto de Serrat que estrena mañana, y reaccionó genuinamente contento. Tanto, que se apuntó para ir con su esposa; una amorosa canadiense en proceso de puertorriqueñizarse.

El secundogénito -amante de la salsa gorda- vive en otras  latitudes y no creo que le haya perdonado al catalán la única intentona de ensalsada, caribeña.  De hecho, creo que fue debut y despedida de esa poco aplaudida canción.

En fin, al concierto de Serrat en el teatro del Recinto de Rio Piedras de la UPR, irán jóvenes estudiantes que conocieron “por obligación” al cantautor catalán que celebra 50 años en la música tres décadas antes de que ellos nacieran, y viejitos como nosotros que cantábamos sus versos bailando en la cocina, empapados del aroma fecundo de la cebolla.

Distintas generaciones celebrando la Vida, y cantando consignas que nos recuerden que todo se puede redescubrir si empleas cada día como el ultimo que te toca vivir.

Gracias Serrat por tanta filosofía cantada y por recordarnos lo buenos que pueden ser todos los días y lo sabroso que es estar vivo.

NOTA: Prepárense  futuros nietos, que Serrat no expira. Todos los “Hoy” SON fiesta de guardar.

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