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Domesticar el cocodrilo

¿Cómo contener el carácter que por momentos nos hace actuar como cocodrilos? ¿Qué hacer para domesticar la palabra cuando se vuelve ofensiva, cínica, hiriente? ¿Cómo detener el bullicio mental que nos lleva a sentirnos poco valorados, y nos hace vivir a la defensiva?

Esas preguntas me las he planteado en mi propia historia y hoy en día acompaño a otros que se las preguntan y viven en búsqueda de crecer en sus procesos de vida.

Hace poco observaba a una pareja sentada en un restaurante cerca de donde almorzaba con mi esposo. Parecían acalorados en su conversación y de momento vi como el varón se levantó de modo impulsivo y salió del lugar. Observé a la mujer pedir para llevar lo último que habían ordenado y pagar la cuenta. Con solo mirar sus rostros percibí la tormenta interior que cada uno llevaba.

Creo que no hay una respuesta ni un método único para transformar de modo completo las heridas emocionales de donde surgen muchas de estas reacciones. Pero si tengo claro que existen todas las posibilidades de emprender caminos que nos conduzcan a reconstruir de manera profunda el sentido de amor propio. Sanar el dolor del pasado y comprometernos a crear nuevos patrones de vida.

En Puerto Rico y ahora con la era virtual existen muy buenos recursos de apoyo en el área de la salud emocional y espiritual.

He realizado muchos caminos de búsqueda. Creo porque lo he vivido, que es posible crear un nuevo cristal a través del cual vivir la vida de un modo armónico y conectados a la propia positividad. Que nos permita tener relaciones sanas con los demás y construir nuestras metas de vida con la persistencia que requiere este tiempo.

La pandemia -y su nueva ola- nos sigue poniendo frente a nuestra vulnerabilidad y también frente al caudal de posibilidades que poseemos. Así que no dudo que quien decida emprender su camino de restauración emocional pueda alcanzarlo.

Hoy deseo compartirte dos de los caminos que durante el último año de pandemia han sido mi sostén y el de mi familia. Junto con la pandemia nos visitaron retos de salud, económicos, sociales como muchos en el mundo.

Al darnos cuenta de que el encierro era una oportunidad para crecer nuestro auto cuido comenzamos a participar de sesiones de Focusing . No es lo mismo que yo sea entrenadora de la técnica del Enfoque Corporal, a ser acompañada para descubrir y atender mis encrucijadas. Focusing nos serenó, nos ayudó a atender nuestros miedos e inseguridades, a estar más enfocados en el presente.

Luego fuimos creciendo la dimensión espiritual a una más amplia que fortaleció la que ya vivíamos dentro de nuestra confesión religiosa. Nuestro pequeño hogar se convirtió en santuario con espacios para contemplar el cielo y meditar cada día en silencio en el patio de la casa.

Silencio, contemplación de la naturaleza, conciencia del cuerpo y de la vida, escucha del ser y de lo trascendente donde se puede conectar con Dios y  la espiritualidad. Llevamos un año de espacios consistentes y hemos ido logrando mantener la confianza y la paz en medio de las dificultades.

Todos de alguna manera vivimos con nuestras realidades emocionales, las heridas de la historia y los patrones de conducta que activan las actitudes cocodrilo que nos llevan por rutas que nos alejan de la esencia humana que es de bondad. Pero es posible coger pon con los retos que nos sigue poniendo la pandemia para alcanzar transformación emocional y espiritual. Te invito a seguir trazando tu ruta.

Para conocer los talleres de crecimiento personal que ofrecemos puedes visitarnos en Facebook Instituto para el Desarrollo Humano a Plenitud de los Centros Sor Isolina Ferré.

Recuerda que si necesitas apoyo en crisis puedes comunicarte libre de costo a la línea PAS al 1-800-981-0023

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