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Escribo para ingeniármelas para ser feliz

¿Por qué escribo? ¿Para quién escribo? ¿Qué me mueve a escribir?  Son algunas de las preguntas que me hacen algunas personas sobre las reflexiones que comparto. Preguntas que también me he hecho yo ante aquellos otros escritos, los más íntimos, esos que leen pocas personas y la mayoría de las veces solo yo.

Escribo porque es una forma de vivir, de estar presente cuando en muchos momentos quisiera ausentarme  al ver la muerte lenta a la que nos empeñamos en someter la vida.  Escribo porque por momentos me gana el coraje, el cinismo, la derrota  que debilitan mi esperanza y sacuden mi amor. Escribo para ganarle al miedo en días en que me vuelvo prisionera de mis emociones y debilidades. Cuando me desvío del camino y con mi propia letra trazo el mapa de regreso a casa.

He sanado mucho de mi historia con la escritura. Vaciando en  papel las heridas, las lágrimas que son compañeras de camino y se transforman cuando les permito mostrarme su mensaje.

Desde hace mucho no concibo la vida sin escribir para mí y por mí.  Los días de sol, esos en que resplandece mi ser y todas mis sensaciones hablan de júbilo, son mis preferidos para escribir. Escribo para celebrar cuando conecto con lo más bello del ser, de mi país y de quienes me rodean. Plasmo con la letra del corazón las tantas razones que me dicen que siga, que no me detenga, que haga del hoy una fiesta, y mañana ya veremos.

Escribo por muchas razones, pero sobre todo porque he descubierto que solo liberando aquello que quiere aprisionarme puedo mantener mi vuelo. No importa si hay nubes, si hay tormentas, no importa si el mundo parece venirse abajo, allí en lo más íntimo habitan las respuestas para continuar la marcha.

Diversos estudios han demostrado que la escritura como terapia ayuda a manejar las emociones tóxicas dando paso a liberar el stress y mejorar la manera cómo se abordan los problemas.  El psicólogo James W. Pennebaker  ha realizado diversos estudios que demuestran cómo el darle voz mediante la escritura a aquello que nos afecta provee un efecto reorganizador y conciliador.

También ofrece beneficios de salud. De acuerdo con Susan Bauer-Wu, directora del Centro Cantor de Investigación en Enfermería y Atención al Paciente del Instituto Contra el Cáncer Dana-Farber de Boston, los pacientes que escriben sobre sus pensamientos y sentimientos más íntimos, pueden mejorar significativamente su salud mental y física.

Te invito a que por tres días consecutivos  saques un espacio de 15 minutos en un lugar donde puedas estar a solas contigo. Te concentras por unos cinco minutos en tu respiración sin pretender alterarla, solo siente el aire que entra y sale de tu cuerpo. Toma conciencia de los pensamientos que habitan tu mente e invítalos, con gran sensibilidad, a darte un espacio para sentir tu respiración y tu cuerpo. Luego siente tus sensaciones y deja que desde esas sensaciones corporales surjan tres adjetivos de cómo te sientes en este momento de tu vida, quédate un momento escuchando tu cuerpo.  Tomando tres respiraciones profundas y lentas vas abriendo tus ojos y escribe lo que descubres sobre ti al hacer el ejercicio y a qué te invita la experiencia.

Escribo porque es emocionante verter en palabras todas las bellezas y riquezas de la vida. Escribo porque nunca he sabido ingeniármelas para ser feliz. Y escribo para ser feliz.”

Orhan Pamuk

Si deseas conocer más sobre los beneficios de la escritura como compañera de camino para sanar, para mostrar tu creatividad y dejar tu huella, te invito al taller Escritura Terapéutica que junto al periodista y bloguero Mario Alegre-Barrios ofreceremos el 4 de marzo de 2017. Para información y matrícula llama a 787-375-7854. La autora es Trabajadora Social y directora del Instituto para el Desarrollo Humano a Plenitud de los Centros Sor Isolina Ferré.

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